Sábado por la mañana, después de salir corriendo de mi casa por el ruido ya que mis vecinos están poniendo pisos nuevos, estoy sentada en un pequeño restaurante comiendo unos deliciosos hot cakes con un jugo verde y fruta. Mi esposo sentado a mi lado me escucha y mientras hablo me doy cuenta que esta idea, esta precisa idea que estoy explicando no es una idea cualquiera, es un descubrimiento real que probablemente va a cambiar el resto de mi vida profesional.
Nunca voy a pertenecer al club del cine tradicional, nunca. Esa industria no está hecha para que yo tenga éxito. Quiero aclarar que no estoy hablando desde un lugar de pesimismo, es simplemente una conclusión del análisis de hechos, de cómo funciona el mercado, de cómo funciona la industria. Una mujer, latina, que hace el cine que yo hago no tiene oportunidades reales ahí, pero vamos por pasos. ¿Cómo llegue a esta conclusión?
Primero hay que entender cómo funciona este sistema del cine tradicional, cómo se descubren nuevos talentos y cómo llegan a los cines. El sistema es bastante simple en teoría, haces una película, la mandas a festivales, te descubren, ganas premios, haces un trato de distribución, tu película se va a los cines, te vuelves un director reconocido y te dan financiamiento para hacer más películas con mejores presupuestos.
Simple en teoría. En este post no voy a cubrir las realidades de hacer una película, sino vamos a saltarnos a la parte jugosa de la que los cineastas tienden a no hablar, la distribución. Un cineasta inteligente sabe que antes de rodar la primera escena, si quieres tener éxito, tienes que tener un plan de distribución en mente. No importa que tan buena sea tu película, si no la ve nadie, no importa mucho.
Entonces digamos que optas por el sistema tradicional, vas a mandar tus películas a festivales y esperas que se muestre en algunos y ganar la atención del medio. Aquí viene el primer pero, digamos que hago una película sobre una mujer ecuatoriana que se va a buscar una nueva oportunidad de vida lejos de su país. La muestro a mis amigas, mujeres ecuatorianas que tienen ganas de viajar y les parece una gran historia, quedan tan conmovidas que ya están esperando la secuela y me convencen de enviarla a un festival porque es material de festival. Con un pequeño presupuesto envío mi película a los festivales importantes, después de todo tengo un presupuesto limitado y tengo que ser selectiva, también la envío a algunos festivales más pequeños que no cobran.
Aquí ya me topo con el primer techo, ¿quiénes son los que escogen las películas que se ven en los festivales? ¿Serán mujeres, serán latinas? Probablemente no, los festivales importantes siguen siendo dominados por hombres blancos por una razón, los que escogen las películas son hombres blancos o simplemente son hombres. Ok, la envié a algunos festivales feministas, y uno que otro festival latino pequeño y tal vez ahí si hay quien vea mi película y tal vez sea escogida, y tal vez pueda poner uno de esos logos bonitos de festival en el poster de la película. Pero seamos honestos, si quieres avanzar realmente, necesitas entrar a los festivales importantes, a Cannes, Toronto, Sundance, Berlin, Rotterdam o Venice o por lo menos a alguno de los populares como SXSW, Locarno, San Sebastian, Raindance, Tribeca; quieres que tu película la vea la gente que tiene la capacidad de “descubrirte”, darte ese sello de aprobación y conseguirte la distribución que necesitas.
Algo que no te enseñan en las escuelas de cine es a hacer películas con un target, te enseñan de la luz, las historias, y de la edición. No te enseñan de donde sacar el dinero para hacer películas, ni te enseñan que una película es como cualquier otro producto. Una película es un producto, punto. ¿Haces un producto para todo el mundo? Buena suerte haciendo marketing para todos, sobre todo en esta era digital, a menos de que tengas miles de millones de dólares, déjame decirte, es una mala, pésima idea, aunque tengas mucho dinero. Lo primero que me enseñaron en mi master de estrategia y creatividad digital es a pensar en tu público, a quién le estás hablando, después desarrollas una estrategia pensando en eso. Un concepto bastante básico que no había considerado a la hora de hacer cine.
Si hago una película para mujeres latinas, creativas, sensibles, pero lo que necesito es que los hombres que tienen el poder me elijan entonces ¿a qué maestro sirvo? No puedo hacer películas para los dos, porque son públicos dimensionalmente diferentes.
Digamos que mi película que me tomó años de esfuerzo, miles de dólares, y mi alma llega a uno de los pequeños festivales, llego a poder darle un poco de difusión, y por gracia del espíritu santo alguien con dinero vio mi película, pude ir a ese festival, hacer el pitch y consigo la distribución. Wow mi película va a cines.
Sólo que en el deal de distribución pueden pasar mil cosas, y es probable que para que la película se mostrara tuve que venderles literalmente mi alma o mejor dicho mi propiedad intelectual. ¿Saben qué es lo que hacen los empresarios inteligentes? Protegen su propiedad intelectual a toda costa. Es decir aunque llegues a la distribución “deseada” acabas de hacer probablemente un mal trato. Sí tu película se va a ver en algunos cines, pero dependiendo de lo mal que te haya ido, tal vez solo llegue a cines selectos, una semana, y en un horario menos que estelar, recuerda que la competencia tienes millones de dólares y tratos desde el principio del tiempo con las cadenas de cine.
Podría sentirme realizada, pero ahora sigue la vida y tengo que hacer la siguiente película, solo que en lugar de tener una base de datos con toda la gente que alcanzó a ver mi película, no tengo nada, de hecho si Netflix compró los derechos, no sé ni cuanta gente la vió. Y puede ser que muy poca gente la vea, existe el caso del documental “No se mata la verdad” que solo tuvo 8 asistentes en salas de cine.
Supongamos que tengo una película que entró a un par de festivales, y en donde gané un poco de dinero, pero no tengo nada más. Esto me deja de nuevo en el principio, un par de contactos más en la industria, pero nada más y honestamente después del trato en el que vendí mi alma, no tengo muchas fuerzas para pensar en otra película, no sé si valga la pena este esfuerzo.
¿Saben cuantos cineastas llegan con su opera prima a festivales y no vuelven a hacer una película que llegue a festivales? La respuesta corta es muchos, tal vez después de ver realmente como funciona esta industria muchos quedan descorazonados. Admitámoslo hacer cine es una de esas profesiones que muchos sueñan pero en la que pocos logran tener una carrera real.
Entonces al final del día, aún entrando a los festivales adecuados, aún con la distribución lista, todavía necesitas mucho más para que una película sea exitosa y esa opera prima te lleve a una nueva película. Lo que quieres es seguir haciendo cine para tu público. Yo no quiero hacer cine para los festivales, quiero hacer cine para mi público, y quiero poder vivir de ello, quiero contar muchas historias, no quiero la fama, quiero moverte, quiero inspirarte, quiero contarte algo que te haga sentir que vale la pena estar vivo.
Esto me lleva a mi nueva estrategia de hacer cine. En el que dejo el romanticismo atrás para pensar en el cine como un producto, un producto que puedo hacer llegar a mi público ideal como cualquier otro producto, además que sea rentable y me deje seguir haciendo más películas. En realidad para estos fines, los festivales serán la cereza en el pastel y no en lo que base mis películas. Repito no hago cine para todos, puedes debatir mi estrategia pero estoy orgullosa porque sé a quién le estoy hablando y eso es el descubrimiento del siglo para mí.
Mientras tanto mis amigas, sus amigas, y las amigas de sus amigas podrían estar viendo, hablando e inspirándose con mis películas, por eso, porque necesitamos más cine hecho por mujeres no puedo desistir, no puedo, pero tampoco tengo que entrar en un sistema en el que mis oportunidades son casi nulas. Eso sería lo mismo que tirar la toalla.
Si eres una cineasta y te sientes identificada con este post siéntete libre de enviarme un mensaje o comentario y podemos empezar a platicar de estrategias para esta nueva era digital del cine.
Desde Venus, cambio y fuera.
Con toda honestidad esta realización me dejó con el corazón destrozado, saben, todos queremos encajar, y darte cuenta de que no encajas y nunca lo harás es liberador pero también te rompe las ilusiones.