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El tercer año

Apenas vamos empezando este verano, apenas vamos empezando este tercer año en Guadalajara. Desde que llegué han pasado tantas cosas, teníamos tantos planes para nuestra vida en esta nueva ciudad.

Todos esos planes apenas iban tomando forma, apenas íbamos agarrando viento jalisciense, inspirados por tantas cosas maravillosas que se han hecho desde este lugar del mundo.

Guadalajara es una ciudad vibrante, emocionante, a veces se siente pequeña, a veces se siente grande. Es todo, y más, lo que imaginábamos. No vamos a mentir, venir aquí fue una gran idea…

La pandemia nos pegó con fuerza a mi, a mi familia, a mi negocio que tímidamente salía al mundo. No supe detenerme y reboté, alto, me dije que mientras existiera el internet, en este mundo virtual podía existir también mi trabajo y mi creatividad.

No estaba equivocada, y me lancé como si mi vida dependiera de ello a publicar las historias de mujeres creativas en mi canal de YouTube, ahí concentré mi energía creativa, mis anhelos, mis sueños, todo lo que tenía para dar. Fue mi terapia, mi escape, la razón por la que no perdí la cabeza encerrada tantos meses.

Mi esposo que trabajaba para Disney tuvo de pronto tiempo para poner a prueba una idea que traíamos hace tiempo. Pictolaria, un sitio donde le daríamos contenido y herramientas a la gente para manejar sus redes sociales.

No paramos, seguimos creando, seguimos soñando, todo parecía derrumbarse, nos encerraron meses, que parecieron como un hueco en el espacio tiempo donde vivíamos el mismo día una y otra vez. En esa rutina, donde no pasaba nada, pasó mucho.

De pronto ya no necesitaba salir a ningún lado, de pronto había creado un negocio que podía sobrevivir dentro de las 4 paredes de mi casa, con la única ventana al mundo siendo el internet.

Yo que siempre me había tragado esa idea de que lo que necesitaba para poder hacer lo que quería era encontrar el lugar con la mezcla perfecta para poder tener éxito. De pronto me había convertido en una emprendedora digital, de pronto mi estilo de vida nómada no era una complicación, era posible. Poder trabajar desde cualquier lugar del mundo.

No era tal vez eso lo que realmente había añorado desde que mi esposo tomo su primer trabajo remoto y entendí que lo que significaba. Pero si no hubiera sido por este doloroso proceso de la pandemia, nunca me hubiera realmente dado la oportunidad de ser esta persona.

Libre, ese tal vez sea el mayor valor de mi vida, poder ser quien necesito ser en ese momento. Ser creativa, ser esposa, ser hija, ser amiga, ser miembro de la comunidad.

Ahora todo esto se ve posible, realmente posible, con el lanzamiento este año de Pictolaria todo se volvió real, se volvió también obvio que va a tomar más que unos meses de trabajo convertir esta idea en un negocio viable, pero veo el camino frente a mi.

Lo que debo caminar es largo, pero estoy emocionada, emocionada de seguir contando las historias de estas mujeres en YouTube, o en mi propia plataforma tal vez (hay más ideas cocinándoselo en el estudio creativo), de saber que estoy construyendo algo que me puedo llevar en mi maleta, y que se hará cada vez más rico porque soy quien soy, que será mejor porque cada viaje encontrará nuevas historias, nuevas fotos que tomar, y que esto es lo que realmente necesitaba en mi vida.

No crecer y sentar raíces, sino abrir mis alas y volar, aceptar que un solo lugar nunca será suficiente porque la emoción de descubrir una nueva ciudad nunca me dejará, y eso no es malo. No quiero aprender a vivir como la mayor parte de la gente, eso me aburre, y me hace sentir claustrofóbica. Esa simplemente nunca seré yo.

En vez de eso la pandemia me despejó el camino, me enseño lo que necesitaba, brutalmente, me desnudo, me dejó tan vulnerable, pero no había otra ruta, de verdad no pienso que la había.

Se necesitaba que el mundo como lo conocía se acabara para que mi forma de ver el mundo cambiara tan radicalmente y pudiera emerger esta otra Cyndi, más fuerte, más flexible, más honesta, más determinada que nunca a hacer que la vida funcione para mi y no caer en las trampas de lo que la sociedad nos impone.

Ustedes no lo saben pero este barco ya sarpó nuevamente, y me lleva a un lugar inesperado, pero no como última parada, sin esperar nada más que la promesa de que solo es el inicio en una vida que voy a construir una historia a la vez.

Mientras seguiré escribiendo en este lugar, como desde hace años, contándoles mis aventuras porque por fin entiendo que esto que hago tiene un valor, imperfecto y maravilloso como es.

Espero que me acompañes.

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Tengo la vida

Tanto planear, tanto planear y la vida solo sucede, no es posible a veces anticipar ni siquiera las próximas dos semanas. 

Este es un comportamiento atípico me dicen, pero no es todo ya atípico y no deberíamos de estar más acostumbrados a eso, aunque a quien estamos engañando, siempre ha sido así, tenemos un sentido de normalidad que cada quien ve de una forma diferente, la diferencia, la más clara es que habían ciertas construcciones sociales que nos dan paz, el calendario, la semana laboral, los días festivos, el horario de oficina, el horario de verano y el de invierno. Nada nos da seguridad real, solo dicta lo que debemos de hacer, pero de pronto nada de eso importa porque todos estamos en nuestros barcos navegando a la deriva y nos toca ponerle norte, o sur o lo que sea…. 

De pronto podemos diseñar nuestros días, nuestras horas, todos los días pueden ser una oportunidad para explorar una nueva versión de nosotros mismos, y eso asusta. 

No sé quien soy. 

Sé que existo, y en lugar de ponerme metas, pongo deseos en el universo y despierto todos los días sin saber si tendré que reinventarme una vez más. 

Cuando te quitan los títulos, cuando tu trabajo no te define, cuando las obligaciones familiares desaparecen y las amistades quedan en pausa, ¿quién eres?

Tal vez soy solo un ser humano experimentando esta realidad, me centro en la sensación de la alfombra bajo mis pies mientras miro el amanecer, la vida se vuelve acariciar el cabello de mi esposo en la luz tenue de la mañana, se vuelve una búsqueda por algo que me haga sentir viva, un café caliente, pero no demasiado, para poder dormir, porque concebir el sueño se ha vuelto difícil. 

Despertarse y continuar a veces es tan dificil. A veces quiero que alguien me diga que lo que sea que estoy haciendo es para algo, que algo tiene sentido. 

Nada tiene sentido. 

Pero tengo una canción en mis oídos que me hace bailar, tengo las llamadas con mi mamá, tengo mis manos para pintar, tengo mis ojos que pueden distinguir los colores del atardecer, tengo las paradas de manos para sentirme libre, tengo el sonido de mi respiración que se parece al oceano. 

Tengo la vida. 

Estoy intentando vivirla, lo mejor que puedo aunque a veces duele, aunque a veces no sé lo que estoy haciendo. 

La mita del tiempo solo estoy adivinando que hacer. 

Sueños con un día lograr algo, ser algo, aunque ya no sé ni que. 

¿Para que vives? 

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El aire bajo mis alas, fluir con la energía.

No eres lo suficientemente buena, esta idea es demasiado grande para ti, ¿quién eres tu para atreverte a tanto?

Estaba paralizada, aterrada, quería tirar la toalla, la tire, apenas intentar, sentada frente a ese nuevo precipicio de una nueva vida, esa nueva vida requería que fuera valiente. La valentía me había dejado. Tantas cicatrices de mis caídas me recordaban amargamente que a veces la vida no es tan amable conmigo, pero a la vez aquí estaba de nuevo, al borde. Al borde no se puede uno andar con medias tintas. Hay que dar ese paso, o no darlo, solo hay dos opciones. Me veía en caída libre, sin paracaídas, y no quería una cicatriz más.

Pero este nuevo proyecto, esta idea, me estaba llamando, esta idea había nacido de años de cosechar cicatrices. Años de intentar y fallar, años de que no cuajaran las ideas. Esta idea, más grande que el mundo, esta idea se sentía inevitable, se siente, me corrijo, como parte de mi destino. Yo pensaba que estaba al borde del abismo, pero la verdad es que ya estaba en el aire, cayendo a miles de kilómetros, y alguien en mi oreja me decía estas lista, abre tus alas, confía en ti.

Entonces decidí ayer por la noche, que no importaba si había una próxima cicatriz, lo que importaba es a donde me llevará este camino, lo importante es darme la oportunidad de disfrutar la vista, de abrir mis alas y agarrar viento, dejar esta energía fluir y dejarme ser.

Decidí que hacer esto no era imposible para mi, era simplemente mi camino y mi destino, que yo era un canal que recibía esta inspiración y que tenía que honrarla, tenía que darme, dejarme, abrirme toda.

Después de meses de miedo paralizante, de mini ataques de pánico, de ansiedad y nudos en la boca del estómago, lo solté todo, porque no solo soy un flujo de energía, solo soy un instrumento, y me lo estoy haciendo demasiado difícil, cuando todo lo que necesito hacer es estar presente en el momento y aceptar que soy un canal que recibe.

Dejar de preocuparme por la calidad, y solo producir. Suspender el juicio.

Les digo a mis alumnos que lo único que pueden hacer mal es no intentar, que fallar es parte del proceso, pero que doloroso es a veces eso. Sin embargo no estoy fallando ahora, estoy triunfando, estoy triunfando y voy a disfrutar esta sensación de que por fin mis alas agarraron aire y tengo esta sensación de ser invencible, por lo menos hoy.

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Si pudiera inspirarte, solo a ti

Si pudiera inspirar a una sola persona, si una sola persona fuera por sus sueños gracias a que yo estoy compartiendo las historias de otras mujeres, y a la vez la mía, si solo te pudiera inspirar a ti, que estás leyendo este texto a ser todo lo que puedes ser, a darte la oportunidad de mirarte de verdad, y escuchar tu voz, sería suficiente.

Han sido unos días extraños, ya perdi la cuenta de las semanas que vamos en cuarentena, y una pesadez se había apoderado de mi, pero el universo, Dios, me mandó una mensajera, que me hizo recordar que aunque no me doy cuenta, todo lo que hacemos tiene un efecto, que nuestros pequeños actos de bondad no pasan desapercibidos.

Pude ver como apoyar a una sola mujer, apoyarla en sus sueños, tratarla con dignidad, decirle que es su derecho ser tratada con respeto, y empoderarla a decir no, puede cambiar su forma de pensar, de actuar, puede inspirarla a verse como más, puede hacerle pensar que sí puede.

La señora que me ayuda con la limpieza vino a mi vida a ayudarme en muchos aspectos, he intentado darle consejos, apoyarla, darle un lugar de trabajo al que quiera regresar, hacerla sentir valorada, y ayudarla de la mejor forma posible en estos momentos difíciles. Ella a cambio me ha mostrado su crecimiento, me cuenta como ya no deja que abusen de ella, me cuenta de sus sueños, me dice que se acuerda de mi cuando tiene una conversación importante con un empleador, me dice que tiene nuevas ideas, y a la vez ella está hablando con sus amigas, las que se quedaron sin trabajo en el sector hotelero, me cuenta que está haciéndoles las mismas preguntas que yo le hice a ella alguna vez.

Algo en mi corazón se llena de orgullo, porque a pesar de todo, aunque parece que todo está quieto, mucho está sucediendo, y yo soy parte de ese cambio positivo, soy parte de inspirar, de apoyar, estoy feliz y lloro por esto, lloro de pensar que mis palabras, que lo que mi mamá me dijo, lo que otras mujeres me inspiraron puedo ahora yo también dárselo a otras mujeres, y que estas mujeres lo llevarán a otras y sí, un día cambiaremos el mundo.

Si pudiera solo inspirarte a ti, creo que de a poco vamos cambiando el mundo, tu historia, y mi historia cambian al mundo.

Es por esto que no me puedo rendir, no me puedo rendir, porque importa.

 

 

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Delirios de Cuarentena

Ya perdí idea de cuántos días llevamos encerrados, creo que pronto cumpliremos un mes, pero el significado de semanas y días ha perdido un poco el sentido. Durante estos días he sentido, mucho. He llorado sin razón, he reído, he sido productiva y he sentido como el miedo y el pánico pueden apoderarse de tu cuerpo y de tu mente.

Aún así me he mantenido en relativa calma, he establecido una nueva rutina, donde mi tapete de yoga se ha vuelto mi tabla de salvación. He tenido que concentrarme en vivir un día a la vez, y al mismo tiempo me he preguntado si hay algo que pueda aprender de todo esto.

Así comencé a pensar en mi forma de hacer las cosas, en mi forma tan apresurada de vivir, siempre al límite, llenarme de tareas y proyectos para caer rendida cada noche en mi cama, empujarme a probar, hacer el ridículo, quedarme fuera de la zona de confort, no detenerme, no rendirme, siempre dar lo mejor de mi. Esta es la forma en que se vivir, otra cosa se me haría impensable y aquí estaba en medio de una pandemia, empujando al límite, en un momento donde todo se estaba deteniendo, yo no daba mi brazo a torcer.

Tal vez en uno de esos momentos de iluminación, entre conversaciones con amigos y sesiones de meditación, me di cuenta que necesitaba parar, que aunque pudiera seguir, necesitaba mirar a mi alrededor, hacer un diagnóstico para salir de esta con alguna lección de vida.

Mirar hacia adentro no es fácil, quedarse en silencio, tomarse el tiempo de no hacer nada, de solo existir es totalmente extraño para mi. Sin embargo cuando lo hice empecé a sentirme muy triste, me vi pequeña, insignificante, y vi también que la realidad era que ese negocio que había planeado durante 2 años, no era probable que sobreviviera a una crisis de este tipo, quién va a pagar por videos cuando hay despidos masivos.

Dejé esa idea en el aire, y decidí hacer eso que me prometí, seguir a mis instintos, y esa voz interior me ha estado hablando sobre mi canal de YouTube, lo que empezó como una exploración de las vidas de otras creativas empezó a tomar una forma, y aunque quise dejarlo a un lado, porque mi cabeza me decía que estaba procastinando, mi voz interior me dijo que siguiera, y así lo hice, poco yo sabía que entrados en esta cuarentena lo que yo consideraba procastinar se ha convertido en mi única actividad, la que me mantiene cuerda, pero también en lo que podría ser una forma de vida.

Nunca quise tomar a YouTube como algo serio, finalmente yo soy una persona que estudio para hacer cine, y esa plataforma era para videos mal hechos, cortados de forma brusca y algunos gatos graciosos. La palabra Youtuber o peor Influencer me ha dado repulsión, y además, aunque sabía que habían personas que hacían dinero y buen dinero seguía con la idea de que eso no era para mi. Pero empecé a compartir estas entrevistas que había hecho con tanto cariño y una idea loca me despertó, parte de la razón por la que me sentía tan perdida como profesional, era que no tenía a quien recurrir, y si tal vez, solo tal vez, pudiera ayudar a otras mujeres, eso valía la pena.

En esta cuarentena he considerado mudarme de nuevo (a Marte probablemente), he sido testigo de como mis amigos se quedan en situaciones difíciles cuando sus formas de trabajo y de vida desaparecen, he sentido la angustia de estar lejos de mi familia cuando me pueden necesitar, he cuestionado TODO.

No quiero ni escribir sobre la situación de México.

Pero en medio de estos cuestionamientos he aceptado que si bien somos la generación que solo nos tocaron las malas noticias, también sé que somos los más resilentes, también sé que tendré que repensar todo mi modelo de negocios, tendré que aceptar que tal vez, sí, YouTube será mi forma de vida, y que tal vez esta pandemia me ha hecho dar un paso tan loco porque el mundo jamás se verá igual.

No quiero ser pesimista y pensar que somos la generación perdida, que nos tocaron todas las cartas malas, que nacimos en el peor momento, quiero pensar que nos va a tocar reinventarnos una y otra vez, pero que somos capaces. No quiero ver como la gente de mi edad no está pensando en comprar una casa, sino en como pagar la renta del mes, no quiero pensar que una vez más somos los que nos veremos más afectados por esta crisis económica, la generación endeudada y con salarios bajos. Quiero pensar que sí, tal vez he tenido que forjar mi propio camino a punta de caminarlo y equivocarme pero que eso hará que pueda ver el mundo de una forma muy diferente. Tal vez somos la generación que romperá todo tipo de esterotipos, seremos los que cambien la forma de vivir, la forma de relacionarnos, tal vez seamos los que decidan que nos importa más el planeta, que es más importante un abrazo, que es más importante tomarte un café que estar en el tráfico.

No sé exactamente que nos espera del otro lado de esta pandemia, sé que no seré la misma persona, tal vez acepte que no tengo patria más que mi tribu digital, tal vez logre encontrar una forma de ser una nómada feliz, tal vez finalmente diga con orgullo soy una YouTuber, cosas más locas han sucedido.

Lo que sea que suceda, creo que el mundo es el que construimos cada día con nuestras acciones.

PD: Quise quitar todos los tal vez de este escrito, pero me di cuenta que lo único cierto es que tenemos muchas dudas, muchos tal vez, tal vez por esta vez está bien.

Cambio y fuera.

Link al canal de YouTube del que tanto hablo. Click Aquí.

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Escoger la esperanza en un país roto

¿Por qué decidí a pesar de todo quedarme en México?

México es mi país, aquí nací, pero mi situación es muy diferente a la de muchas mexicanas, yo sí escogí México, escogí volver después de una ausencia prolongada, después de vivir la mayor parte de mi vida en otros lugares. Volví por nostalgia de ese México de mi infancia, por el olor de mi Ciudad de México, por el sabor de una jícama, por esa sensación de recuperar un pedazo de mi propia historia, de entenderla mejor.

No sabía que llegaría en uno de esos momentos en que mi país de nacimiento se convulsiona, estos primeros años han estado enmarcados en terremotos, creciente violencia y el tema más doloroso tal vez ha sido ver como las mujeres de este país están siendo tratadas;  como yo misma he sido tratada por jefes abusivos, como me siento en la calle cuando camino sola, como me siento cuando me subo a un uber en falda, cuando les pido a mis amigas que me avisen cuando lleguen a casa.

A pesar de todo aquí estoy, este año en junio cumplo 4 años en México, no veo una fecha para irme. Este país me ha hecho confrontarme con mi mortalidad de una forma que nunca había experimentado, recuerdo claramente haber pensado que nos íbamos a petatear, a estirar la pata, a morirnos en ese bendito temblor en el 2017 poco antes del terremoto ese con el que comparto cumpleaños (2 veces). A partir de esa experiencia tuve pesadillas donde la alarma sísmica sonaba y yo me levantaba en la mitad de la noche desorientada, sin saber si la alarma realmente la estaba escuchando. No me fui entonces, vi como la Ciudad de México se reconstruía, como nos unimos después del terremoto, como lo peor que podría pasarnos nos pasó y sacó también lo mejor de nosotros. Recuerdo sentir un orgullo inmenso de ser chilanga, de saber que yo también compartía esta sangre guerrera de los mexicanos.

Luego sucedió un acto de violencia en mi colonia, a las 3 de la tarde, por la calle donde paseaba a mi perrita, mataron a balazos a un cantante, el asesino se fue de la escena del crimen caminando (según reportan), mi esposo escuchó los balazos, pensamos que eran cuetes. Viví aterrorizada durante semanas, me negaba a pasar por el sitio donde un hombre había sido asesinado a plena luz del día. Me imaginaba el horror de estar en el lugar equivocado, a la hora equivocada.

Entonces empecé a pensar muy seriamente en irme, irnos, sacar a mi esposo de este país donde los asesinos se van sin prisa, porque la impunidad se los permite. Odie que mi ambición nos hubiera puesto en un lugar tan caótico, pero los meses pasaron, no volvió a pasar nada en la colonia, leí mucho sobre la violencia en México y empecé a mirar a la policía con otros ojos. No, en este país no se puede confiar ni en la policía.

¿Por qué no irme entonces? Mi familia me recibiría feliz en Quito, una ciudad donde mi peor miedo es que me roben en la ecovía, podría regresar a Stuttgart la ciudad donde aprendí a caminar sola de noche y no tener miedo.

Esta decisión no ha sido racional, lo lógico sería irnos, pero a la vez, siento que no he terminado mi misión aquí, siento que es aquí donde debo estar. No se siente bien salir corriendo (otra vez), no se siente bien irse sin alcanzar mis metas, no se siente bien escapar. Cada vez que pienso en vivir en otro lugar me hace sentir que siempre estaría preguntándome como sería mi vida aquí, siendo una mujer latina en el medio audiovisual siento que las mejores oportunidades para mi están aquí, que aquí tengo una oportunidad de ser la persona que quiero ser.

También he enfrentado el tema de la muerte de frente, porque todos vamos a morir, pido una muerte rápida y sin dolor, pero sobre todo pido una vida bien vivida, pido vivir siendo fiel a mi misma lo más que pueda. Si he reflexionado tanto de la muerte también he reflexionado sobre la vida, sobre lo que puedo aportar, aquí tal vez puedo aportar más, aquí tal vez necesito estar, tal vez tengo sí una misión que cumplir.

No creo en las coincidencias, a mi vida han llegado mujeres maravillosas (algunos hombres también), luchadoras, una de mis favoritas, mi coach me ha enseñado mucho de como ser mujer en este país, la he visto vivir sin miedo, vivir plenamente, vivir y no solo sobrevivir. Mis amigas, mis círculo de mujeres me ha enseñado tanto de ser mujer, aquí aprendí a decir vagina sin tapujos, aquí aprendí a ponerme minifalda y hablar con dueños de empresas sin sentirme rara, aquí aprendí que cuando una mujer algo se propone muy pocas cosas la pueden detener. Tal vez porque esta energía femenina es tan fuerte en este país no puedo irme, porque siento que pertenezco, siento que estamos rotas pero juntas nos levantamos, siento miedo, y siento esperanza.

Me quedo porque la esperanza es más grande. Las cosas buenas son más, y no estoy lista para rendirme.

 

Foto de una maravilloso día creando magia con esta pequeña de ojos vivaces. A su mamá le debo más de lo que ella se puede imaginar. 

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Divagaciones del proceso creativo

En mi proceso creativo quiero que todo este perfectamente organizado, aún el caos, quiero una voluntad de hierro, disciplina de monje tibetano, producir diariamente y de preferencia que cada gramo de esfuerzo se vea reflejado en un producto final.

Hoy me di una mañana de autocuidado, hice mi cama, me lavé el cabello y escuché mi podcast favorito, pasee al perro, corte y salé berenjenas para la comida, lave ropa, aspiré. Lo hice todo sin prisas y no en el orden que acabas de leer, hoy por la noche estaré filmando, me repetía. Llegué al medio día a mi computadora, para descubrir que mi buzón de entrada no había explotado, slack me esperaba con un solo mensaje, y que en realidad a pesar que mi autodenominado día de autocuidado, sentía que había hecho lo correcto para mi proceso creativo también. Tengo dolor en mis hombros, en mi cuello, hace días me siento extraña, siento como esta energía que está cambiandolo todo, me veo transformándome, me veo como con esa piel que sabes es tuya pero que también sabes que ya no eres tu, estoy cambiando de piel, pronto el proceso se hará más evidente, mi cabello me estorba, me miro en el espejo y me siento atrapada en el tiempo, esta Cyndi en el espejo ya no es, verla ahí todavía, me hace marearme.

Escribo en mi computadora un nuevo cortometraje, uno que se trata de mi, uno que no será para la pantalla grande, que más bien verás, seguramente, y tal vez todavía a mi pesar, en tu celular.

Pienso que esta parsimonia de hoy por la mañana no puede ser buena, pero se siente tan bien, intento escribir en mi agenda cosas por hacer, y me quedo con, hoy por la noche filmaré. Tal vez yo misma sé aunque me niegue a creerlo que ya no soy la Cyndi que se presionaba sin mesura, tal vez estos pensamientos son solo remanentes de mi yo pasado, atormentado por ser productivo cada segundo del día.

Me voy a cocinar mi deliciosas berenjenas, y más tarde seguramente haré mi siesta, tomaré un café, me peinaré y empezaré a crear, muy tarde, pero muy segura de lo que quiero hacer, y probablemente no el orden que acabas de leer.

 

 

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No seas una dama

No seas una dama, sé sexy, sé asquerosa, sé chillona.

Deja de perseguir estándares imposibles, deja que se indigne tu mamá, tu suegra, tu vecina. Deja que se quejen tus colegas, tus compañeros, deja que te critiquen en internet….

No seas una dama, sé una sabeloTODO, sé fuerte, sé una cabrona, sé mandona. Asústalos con tu voluntad, con su persistencia, con tus ganas de comerte el mundo, no te detengas.

¿Y qué si no le caes bien a todo el mundo? ¿Y qué si les incomoda? No importa lo que diga la gente, esa gente a la que NO le importas realmente. ¿Quiénes son ellos para decirte como vivir? Solo importa que tú seas feliz.

No seas una dama, sé mamá, sé soltera, sé profesional, sé artista, sé comediante, sé astronauta, sé ingeniera, sé presidente.

¿Quién te dijo que solo sirves para lavar platos y servirle a tu marido? ¿Por qué crees que tu opinión no importa? ¿Por qué te haces pequeña? ¿Por qué quieres pasar tan desapercibida? ¿En dónde está tu voz?

¿Es que acaso también tú quieres desaparecer?

No seas una dama, sé amiga, sé hermana, sé hija, sé compañera, sé amante.

Ama tus curvas, tu frente ancha, tus pechos planos, ama tus piernas con estrías, el dedo del pie gordo con pelos. Ama tu vágina, sí repíte la palabra, es hermosa. Disfrútate en tu piel, tócate, acaríciate, conócete, que nadie tenga el poder de decirte quien eres.

No seas una dama, sé lo que chingados quieras ser.

 

 

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De cuando los comerciales empezaron a ser mejores que las películas

¿Cuándo se volvieron los anuncios antes de las películas más interesantes que los cortos de las películas?

Las dos últimas veces que fui al cine a ver Red Joan y Jocker respectivamente vi anuncios que tenían más historia que cualquiera de los trailers.  Específicamente uno de Coca Cola fue tan conmovedor que me hizo preguntarme si todos los buenos escritores ahora estaban trabajando para publicidad o para Netflix.

Es una pregunta auténtica, ver que las historias en el cine son últimamente la secuela de la secuela de la precuela, es aburrido, claro para los estudios es la apuesta segura, tienen un público fiel que va a ver lo mismo y cuentan con ellos para seguir pagando barbaridades de dinero por historias mediocres.

Mientras tanto los cineastas renombrados se han volcado a Amazon Prime o Netflix y cambian las grandes pantallas por las pantallas de nuestros teléfonos o en el mejor de los casos nuestras televisiones. Me imagino que piensan que es mejor hacerlo así que no hacerlo, supongo que les dan más libertad que los estudios tradicionales de cine, pero a cambio de perder la experiencia de ver sus obras en el medio para el que fueron concebidas. Porque para mi todavía no hay nada como la experiencia que es entrar con tus palomitas y durante unas horas dejarte llevar a un mundo diferente, sin distracciones, porque gracias a Dios en el cine los teléfonos siguen siendo muy mal vistos.

Durante diciembre quise ir al cine con mi esposo, pero toda la cartelera era para niños de 5 a 15 años, y aunque puedo decirles que disfruto todavía una bonita película animada, no era posible que lo único en cartelera atractivo fuera Star Wars (dicen que es muy mala la última película), hablando de Disney, saben que Disney es el estudio que hizo la mayor parte de las películas que fueron taquilleras el año pasado. Aquí la lista de las 10 películas más vistas el año pasado:

1.  “Vengadores: Endgame
2. El rey león
3. Star Wars: El ascenso de Skywalker
4. Spider-Man: Lejos de casa
5. Toy Story 4
6. Frozen II
7. Mascotas 2
8. Capitana Marvel
9. Fast & Furious: Hobbs & Shaw
10. Pokémon: Detective Pikachu

No hay que asombrarse porque se siguen haciendo películas de este tipo, la gente va a verlas, pero cuando la publicidad crea mejores historias y prefiero quedarme en mi casa viendo Netflix que ir al cine, creo que los cineastas debemos preguntarnos que demonios está pasando y sobre todo que podemos hacer.

Érase una vez en… Hollywood de Tarantino se cuela en el número 22 de las películas más vistas, personalmente fui dos veces al cine a verla. Por ahí en el número 42 está el Irlandés de Martin Scorsese, no alcancé a verla en el cine porque es de Netflix y estuvo creo que 6 veces en la sala de la Cineteca aquí en Jalisco y eso fue todo.

Es triste pero si los cineastas establecidos no logran llevar sus historias a la gran pantalla por suficiente tiempo para que la gente las vea, que podemos esperar los que apenas vamos empezando. El problema finalmente no es si se están haciendo buenas películas o no, el problema es la distribución, punto. Estoy segura de que el año pasado salieron películas lindisimas, lastimosamente nunca las veré en un cine, y eso es probablemente lo más triste de todo. ¿Saben lo que cuesta hacer una película? ¿El esfuerzo, el tiempo, la perseverancia necesaria?

La parte feliz es que decidí hace no mucho que hay otras formas de contar historias y sí la publicidad puede ser un medio para esto, además es más fácil poner un comercial en el cine, que una película.

Los dejo con esas inquietudes, y en medio de estas reflexiones comienzo mi año, apuntando a contar más historias.

Aquí dos ejemplos de grandes historias contadas para marcas.

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Por nosotras

Este viernes pasado di una charla muy personal para CreativeMornings Guadalajara, el viernes pasado me quité el síndrome del impostor (gracias Susana) y  me paré totalmente vulnerable para contarle a un grupo de extraños mis perdidas más profundas, la de mi identidad, la de mis convicciones, la de mis creaciones, y contarles también que al final si nos podemos reencontrar, reconstruir, y que aunque todo se desmorone, todo tiene un sentido.

No sé si hay algo en el cosmos, pero siento que mi misión se ha clarificado mucho en las últimas semanas. Hace poco menos de un mes fui de nuevo a mi querida CDMX, fui a tomar un curso sobre financiamiento de proyectos cinematográficos, y aprendí tantas cosas valiosas, pero sobre todo me lleve una cantidad enorme de preguntas por contestar.

Después de semanas de estar digiriendo todo el contenido, me di cuenta que no se trata de mi misma, se trata mucho más de contribuir a una comunidad, de aportar valor, no se trata de como conseguir que me reconozcan, que me den dinero para hacer mis proyectos, se trata de a quién voy a servir con mis historias, quienes van a ser las personas a las que quiero brindarles algo, y me di cuenta ya antes de dar la plática el viernes, que si puedo inspirar a una sola mujer a sacar su creatividad, a levantar su voz, a atreverse a ser vista, si puedo con mis acciones contribuir a que más de nosotras podamos compartir nuestros talentos, una sola me sería suficiente.

Porque tengo muy claro que mi tribu son ustedes mis mujeres creativas, en donde sea que estén, que mi lucha es nuestra lucha, que no me puedo rendir porque hay una niña en algún lugar que puede necesitar ver, solo ver, que no me he rendido y pensar tal vez yo también puedo, tal vez soy más de lo que me dicen que soy.

Quiero darle a esta comunidad todo lo que tengo, quiero aportar mi granito de arena.

Por nosotras quiero seguir creando.

Empieza una nueva aventura en la tierra del tequila.