Mi curso de fotografía para redes sociales es por mucho mi curso más pedido y el que más veces he dado. A pesar de que las redes sociales existen desde hace ya algún tiempo la gente sigue necesitando aprender a comunicar sus ideas a través de imágenes, y gracias a que ahora todos tenemos una cámara en nuestro bolsillo (hola celulares) pensamos que no toma mucho crear ese contenido que vemos en cuentas de influencers que admiramos.
La verdad es que tener una cámara en la mano no nos hace fotógrafos, la otra gran verdad es que detrás de todas esas fotos que según dicen toman en momentos “espontáneos de la vida” son altamente planeadas, tienen detrás de la cámara (normalmente una cámara profesional o semi profesional) una persona experimentada en fotografía y alguien que ha ensayado durante años poses y como verse lo mejor posible en una foto.
Sí esa foto que parece que tomó dos segundos tomar, tomó años de preparación, días de pensar en los detalles, y a veces horas de edición en un programa de fotografía.
Claro, a veces hay gente que toma una gran fotografía por suerte, con un celular, pero la mayor parte del tiempo, aún la gente que usa su celular para llenar sus redes sociales, no son personas que a la primera tomaron buenas fotos. Porque la cámara de tu celular es como cualquier otra cámara, es una herramienta a la que le puedes sacar provecho si sabes cómo.
Quiero desmitificar esto, porque mientras más doy mi curso, me doy cuenta que cada año la gente tiene estas expectativas ridículas de que un curso, un taller, 3 días de practicar con su celular van a darles los mismos resultados que un profesional que ha pasado años perfeccionando su arte.
Intento todo el tiempo mencionarlo, pero a veces dudo si el mensaje llega. Para tomar buenas fotos se necesitan dos cosas: práctica y tiempo. Mientras más fotos malas tomemos más cerca estamos de las fotos buenas.
Mi clase de fotografía es una clase que está diseñada para generar esa curiosidad, para darles herramientas bases, para enseñarles a mirar el mundo con los ojos de un fotógrafo. Les doy tips para hacer sus fotografías mejores con pasos sencillos, pero de ninguna forma es una cura mágica o un remplazo a contratar a un fotógrafo profesional.
La verdad es que si no quieren invertirle el tiempo que requiere convertirse en un fotógrafo, es mejor que le paguen a alguien que sí está apasionado por hacer fotografías o pagar por un servicio como Pictolaria con fotos listas, para que se puedan concentrar en lo que son realmente buenos y buenas. No hay NADA de malo con eso. No hay porque ser buenos en todo.
La calidad cuesta y es algo de lo que también nos hemos olvidado en el mundo de las redes sociales. Quieres un trabajo bien hecho, tomate el tiempo de hacerlo, o no tengas expectativas ridículas, y si no te sale, no te gusta o no puedes, no tengas miedo de pedir ayuda.
Otro hecho es que a veces las fotografías menos pulidas pueden ser una ventaja porque la gente siente que estamos siendo más auténticos y eso puede aumentar la confianza en nuestra marca, para eso han funcionado muy bien las redes sociales, para hacer más humanas a las marcas que se ven perfectas e inalcanzables. Snapchat explotó eso al máximo y luego Instagram copio esta fórmula.
Si las redes sociales más visuales no son lo tuyo, hay alternativas. Podcasts, e-mail marketing (funciona todavía), o las redes sociales de la vida real en la que interactuas con la gente (eso ya va a volver).
No es necesario que todos seamos fotógrafos aunque nos hayan hecho creer lo contrario.
Desde el satélite de Venus, cambio y fuera.