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Decidí hacer cine en la era de la Inteligencia Artificial

Parece que cada día salen nuevas herramientas de inteligencia artificial, sobre todo en mi industria hay innovaciones para generar fotos, videos, textos, y además editarlos y hacer en minutos lo que antes nos hubiera tomado días de trabajo. Me he preguntado mucho qué futuro puedo yo tener en esta industria, en un momento en el que ya de por si el valor de crear imagenes está cayendo, aún más que hace unos años.

A esto se junta que estoy en un periodo de grandes cambios y transiciones en mi vida. Estoy en un momento en el que he decidido hacer borrón y cuenta nueva. Podria abandonar totalmente mi profesión, y empezar algo completamente nuevo como hacer diseño de interiores (me encantó diseñara mi casa) o crear cerámicas (Tengo algunas ideas de emprendimientos) o dedicarme a ser profesora (algo que disfruté ampliamente cuando di clases en la Universidad Jesuita de Guadalajara) pero he decidido contra viento y marea no abandonar mi profesión y más bien darme la oportunidad de sin más miramientos hacer lo que he temido todo este tiempo: dedicarme a tiempo completo a hacer cine.

Probablemente hay un poco de locura en esta decisión, probablemente la noches sin dormir y el insomnio ha cobrado algunas neuronas y no estoy pensando con claridad, o tal vez es lo más claro que he pensado en años.

Cuando alguien me dice que quiere estudiar cine, o que está incursionando en esta industria solo puedo sonreír y pensar también que de todos los que a lo largo de los años me han comentado esto, ni una sola de ellas no se ha decepcionado, quemado o buscado algo más redituable creativamente y económicamente. Es que hacer cine desde este lado del mundo no es para los débiles de carácter, no es para los que piensan que es algo glamoroso. Hacer cine es una vocación, es esa historia que no te deja en paz aunque quieras meterla en un cajón, es ese llamado a dejar que esos personajes salgan a la luz a pesar de que saber que requiere todo de ti.

Esta decisión tiene sentido a pesar de todo lo que tengo en contra, a pesar de que parece que es el peor momento para dedicarme a esto. Algunas de las razones que tengo son que a pesar de que estemos llenos de contenidos creados con inteligencia artificial, siempre necesitamos contar nuestras propias historias, y sobre todo documentar lo que sucede en nuestro mundo. Quiero documentar, quiero ir a esos lugares donde la gente está haciendo una diferencia y filmar sus rostros, no algo generado por un algoritmo, no algo ficticio, quiero contar historias reales. Creo que estamos en el punto en el que o hacemos algo radical o mejor nos retiramos del juego.

Creo que la gente verá cada vez más el valor del arte hecho por humanos, los que de todas formas no lo veían no serán mi público, pero estoy segura de que habemos muchos que queremos algo hecho con tiempo y dedicación, algo que se sienta real. No más fotos para redes sociales, no más videos para empresas que quieren algo rápido y sin corazón, no más pasar horas editando para que la gente quiera pagar centavos.

Tengo muchas razones para querer hacer cine, pero la llegada de la inteligencia artificial ha hecho que mi decisión de dejar mis otros emprendimientos sea mucho más fácil.

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La madre que no imaginé ser

Nunca imaginé como iba a cambiar mi vida después de convertirme en madre, solo estaba segura de dos cosas, quería tener el tiempo para esta nueva tarea, no quería que un extraño compartiera más tiempo con mi bebé que yo misma, y la segunda que nada sería igual. Decidí que el resto lo viviría sin expectativas, descubriendo aquello de ser mamá con entendimiento de mis propias necesidades y las de mi familia. 

Dice mi amiga Amelia (o no sé si ella lo escuchó de otro lado) que hacemos el cine que podemos hacer (no el que queremos) y de la misma forma creo que somos las madres que podemos ser.

Antes de emabarazarme solté muchas cosas, sabía que necesitaba hacerlo y estar en paz antes de recibir a una nueva vida. Este proceso significó aceptar que podría ser un proceso intenso para mi cuerpo, que mi piel nunca más se volvería a ver igual, que tendría tal vez estrias profundas, que mi estómago tal vez no volvería a verse plano, que mi ombligo sería diferente y mis senos también. Pensé en aceptar y amar a esta nueva versión de mi misma porque sería una versión que habría hecho algo increíble: crear una nueva vida. Solté a mi yo de antes, para poder abrirle espacio a mi nuevo yo. Me siento agradecida con mi yo del pasado por haberme dado permiso de existir en esta nueva fase con tanta aceptación.

Lo que nunca me imaginé fue que los cambios que iban a suceder serían tan profundos, que no sería un poco de piel lo más importante de todo eso. Siento que convertirme en madre, el primer año, fue un fuego que quemó todo lo superficial, todo lo innecesario y me ayudó a emerger del otro lado como una versión más fuerte.

Cuando me imaginé débil, ahora soy más flexible, cuando pensé que me estancaría, ahora me siento más bella porque me doy más crédito a mi misma. Además ahora soy más paciente porque acepto los tiempos como sagrados y menos exigente porque he aprendido que hacer las cosas aunque no sea como imaginaba. Es mejor hacer mediocremente que planearlo hasta el cansancio pero nunca tomar acción real.

Lloro un poco al escribir esto. Lloro porque estoy cansada y no he dormido en demasiados meses; lloro porque soy sensible, más sensible que antes.

Nunca tuve ninguna expectativa de ser mejor después de convertirme en mamá, no quería romantizar. Era un poco cínica, porque estaba segura de que cualquiera podía hacer esto. La verdad es que fue muy ingenuo de mi parte, porque no es lo mismo engendrar que críar. Ser la madre presente que quería ser requiere dedicación, requiere trabajar en mis propios límites, requiere prestar atención cuando la energía es poca, requiere dejar el celular para ver en los ojos de mi precioso y sí es tomar la decisión todos los días de que mi prioridad es esta por ahora.

Nunca imaginé que tener a Benjamín dentro mío me acercaría tanto a la vida y a la muerte (porque con cada embarazo existe la posibilidad real de experimentar una perdida). Me haría sentir parte de este circulo sagrado de existir. Sentirlo crecer en mi interior me hizo saberme poseedora de una magia que no sabía que existía, la magia de la vida. Me hace celebrar que estamos aquí, el milagro que es tener otro día para abrazar a mi niño para besar sus pequeñas manos, que tengo la alegría de poder conocerlo.

Nunca imaginé que iba a ser esta mamá, cada día descubro una algo nuevo en mi.

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24 de enero 2024 – Deseos para este año

Desde hace años hago mis tableros de ideas y sueños para cada año y es algo que me ayuda a sentirme enfocada y con un propósito. Este año no he logrado todavía hacerlo. Ya se termina enero. En su lugar tal vez esta lista me ayude a sentir lo mismo. Ya tengo un gran proyecto para los próximos 2 años de mi vida y ser mamá es más que una ocupación a tiempo completo también.

La palabra de este año: Movimiento

IN este 2024

Mover mi cuerpo, hacer yoga, fortalecer mi zona abdominal, nadar.

Viajar a lugares que me inspiran a crear.

Compartir y crear historias chingonas de gente haciendo cosas que importan.

Descansar y cuidarme primero para poder hacer todo lo demás.

Tener más entendimiento con mi esposo, porque estamos pasando una epoca intensa y con muchas cosas nuevas.

Confiar en el proceso de crear mi documental. Los tiempos de Dios son perfectos.

Alimentarme bien.

Pedir ayuda donde lo necesite, sin pena.

Darme espacios para mi. Sin bebé y sin marido.

Vestirme bonita.

Pelo rosa.

OUT este 2024

No moverme mucho ni estar activa.

Poner primero a todos los demás .

Buscar a personas que no tienen interés en mi compañía.

Pedirle demasiado a mi cuerpo y a mi espíritu.

No pensar en cosas que me hacen sentir bonita y feliz.

Cabello aburrido.

Solo usar ropa cómoda.

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Disfrútalo o tal vez no…. 

Si son nuevas madres o no tan nuevas como yo se verán bombardeados por todos lados por el claro mensaje: Disfrútalo ahora, crecen rapidísimo! 

A esto también se suele añadir: Vas a extrañar estos años! 

Gracias a Dios mi mamá no es una de las que dice eso, pero de ahí en fuera ha sido un mensaje con el que me han acosado, en redes sociales también prevale este mensaje. 

Sé que es bien intencionado (como la mayor parte de consejos sobre ser padres) pero honestamente es un poco tóxico. Aquí un par de cosas que he reflexionado sobre esto en mis largas noches… 

-Si hay que estar presentes, el tiempo que somos niños es corto en relación a nuestra vida. Este es el momento en el que debemos aprovechar a nuestros hijos porque ahora es cuando ellos quieren estar con nosotros, la idea es que cada vez ellos  busquen sus intereses y salgan a explorar el mundo. 

-No se puede disfrutar todo el tiempo, es difícil esta etapa, entre no dormir, planear la vida alrededor de las siestas y si das de lactar aún hay más cansancio. Los bebés además son bastante suicidas los primeros meses (o años?) así que esa constante atención para que no terminen ahogados en el plato de agua del perro no se debe tomar a la ligera. 

-Hay que encontrar aún así momentos de agradecimiento y alegría. Son cortos y a veces cuesta encontrarlos entre los llantos, la sobrecarga emocional y física pero ahí están si prestamos atención. Para mi el inicio del día es un momento de estos, dormimos todavía con nuestro pequeño (ya superé eso de mi bebé tiene que dormir en su cuna) y nos quedamos un momentito haciendo pereza juntos. Otro momento es el snack de la tarde ya sea lactar o comer juntos una galleta o un poco de fruta. Mi momento favorito del día definitivamente es meterme a la tina con bebe para el baño, nos relaja y es un buen cierre a un día de correr. 

-No se pasa super rápido el tiempo. No es cierto. Rechazo completamente esta noción. El tiempo pasa si claro pero no extra rápido. No hay necesidad de entrar en pánico. Respira. Hay muchos años para disfrutar a nuestros bebés aunque crezcan. 

-Tal vez en el futuro si extrañe estos momentos con mi peque, pero pienso en mi pasado, en las épocas lindas en mi infancia, o cuando vivía en Alemania o cuando salía de parranda en México. ¿Extraño algo de esa vida? Casi no. Estoy alegre de haber experimentado todas esas cosas, pero ya no quiero salir de parranda todos los fines de semana, ya no quiero vivir lejos de mi familia en otro continente, ya no quiero seguirme mudando y me encanta poder decidir que comer y a donde ir y tener mis proyectos (no extraño ser niña), y estoy disfrutando mi presente. Cada etapa trae sus retos, pero sobre todo sus momentos de disfrute. Esto me hace pensar que aunque estaré agradecida de haber tenido a mi recién nacido en mis brazos no creo que vaya a pasármela deprimida porque no lo disfrute todo el tiempo. 

Así que porque en lugar de decir disfrútalo, no digamos nada, solo disfrutemos cada etapa, con sus retos y deleites. La vida es larga. 

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34

Ayer cumplí 34. Pasaron tantas cosas durante mis 33s, muchos aprendizajes, muchos momentos ajá. Sobre todo mucho dejar ir ideas caducas, redefinir mi idea de éxito y finalmente también darme un pequeño apapacho el día de mi cumpleaños.

Fue un día tal vez muy normal, hubo pastel y flores pero también visitas al veterinario (mi perrita Ramona está enferma), comida de nuestro lugar favorito de bowls de sushi y unas horas apacibles en nuestro sofá nuevo (el más cómodo que hemos tenido hasta la fecha).

También ayer hice un repaso mental de todo lo que he logrado en los últimos años. He estado diciéndome que he fracasado rotundamente con lo que me había propuesto al venir a México, que era hacer más cine, proyectos más grandes, meterme en la industria. Eso en parte es cierto, y en parte no lo es.

En 2019 grabé mi primer largometraje documental como camarógrafa. Documentamos la vida de una mujer a la que admiro muchísimo.

En 2019 también me gradué de mi maestría en Estrategia y Creatividad Digital de la Autónoma de Barcelona, con un cortometraje de realidad virtual: “¿Cocinamos?”.

Durante este año alcancé las 1000 horas vistas en el contenido del canal de Youtube.

Me di cuenta que mis logros son buenos, en ciertos aspectos he logrado mucho más de lo que había pronosticado, en otros casos simplemente he seguido otro camino diferente al que tal vez esperaba. No soy el tipo de persona que hace las cosas como se acostumbra, y estos últimos años me había decidido a hacerlo bien, es decir a seguir la fórmula, a ser un borrego más de una industria, es claro que no me funcionó.

Lo que sí ha funcionado ha sido seguir mi propio camino, innovar, hacerlo a mi forma, porque lo que importa es sí estoy cumpliendo mi propósito.

Contar historias que inspiren a otras mujeres a seguir sus sueños.

Esto lo he logrado definitivamente, a través de mi canal de YouTube, en el largometraje que filmamos, con el proyecto de realidad virtual y ahora dando clases de creatividad a un grupo pequeño de futuras publicistas.

Estoy haciendo una lista de mis logros porque este es un apapacho virtual, porque necesito recordarme que soy exitosa, en mis propios términos. No necesito que nadie me de un premio para saberlo.

Felices 34 a mi.

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No era posible

Estoy acostada, mirando el techo de madera clara de mi habitación. La cama es grande. En mi pecho está mi pequeño amor, soñando ya, contento y seguro bajo mis alas. 

Hace más de un año me convertí en su mamá. A veces me pregunto por qué no hice tal o cual cosa antes de su llegada, por qué si nada más ha cambiado, si no tengo más conocimiento, si no tengo más herramientas de pronto después de su llegada es cuando sí puedo hacer estos proyectos que llevan años fermentados en mi mente. 

Creo que cuando nació Benjamín también nació otra Cyndi, una Cyndi que por fin se la cree, una Cyndi que ya no pide permiso porque ahora cree en hacer las cosas a su manera. 

Desde la llegada de Benjamín solo quiero enseñarle a ser su mejor versión y como enseñarle eso que yo misma no puedo ser, entonces tengo que ser, tengo que honrar a mi niña interna para poder enseñarle con el ejemplo. 

Ahora son posibles cosas que antes no lo eran, nada cambio, pero sí todo cambió. Yo cambié, ese renacer de madre me ha quemado hasta los miedos, caminando con valor todos los días me siento ahora capaz de tanto más.

No tengo certezas, pero ahora no me quita el sueño la incertidumbre. Camino todos los días de la mano de mi niño, y tal vez el es el que ha inspirado todo esto, tal vez su presencia era lo que me faltaba, no porque haga todo por el más bien porque el reto de ser mamá es el reto más grande y si esto lo puedo lograr, lo demás también.  

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Permiso para ser una mamá y documentalista imperfecta

Después de que nació Benjamín me di cuenta que el fuego de lo que amo hacer apenas estaba encendido, que no se iba a apagar y que tal vez un día no muy lejano iba a arrepentirme de no intentar hacer mi documental. 

A principios de este año contacte a una cineasta de Ecuador que también es mamá. Quería que me contara como había hecho para hacer sus películas mientras también criaba a sus hijos. Durante años pensé que la única forma de hacerlo era descuidar a mi pequeño y fue una de las razones por las que demoré la maternidad. 

La reunión no se ha dado, y el documental ya está en marcha, creo que le escribí a esta persona para que me diera alguien permiso de hacer esto. Quería que alguien me dijera que lo iba a lograr, que no iba a fracasar, aunque no fueran mas solo palabras de aliento. 

Ahora entiendo esto. Terminé dándome permiso yo misma de hacer el documental que pudiera hacer, incluso antes de que naciera Benjamín cuando estaba ya en el último mes de embarazo pensé mucho en esto. Durante años estuve esperando a hacerlo de la forma correcta. Eso tal vez no existe y ahora he decidido hacerlo. Punto. Lo estoy tomando como una experiencia más que quiero tener, cada fracaso que tenga en el camino será una enseñanza, pero también será un paso más para lograr mi meta. Seré como el bambú, firme en mis objetivos, pero flexible en cómo alcanzarlo. 

El equipo del documental se está armando, con gente que llega de lugares un poco inesperados, pero confío en este proceso, confío en que es la gente correcta para lograr este gran desafío. 

Me he dado permiso de ser una mamá imperfecta, y supongo que también de ser una profesional que comete errores y no logra siempre lo que desea pero que aprende cada día. Es de alguna forma liberador. Ahora que me he quitado la idea de hacerlo todo bien la energía empieza a fluir y todo se siente más ligero, se ve más posible. 

Todavía me gustaría conocer a otras mamás que hacen cine, creo que si hay pocas mujeres haciendo este oficio, hay menos que sean madres. Tal vez mi voz ahora es más importante. Tal vez. 

Se abre un nuevo capítulo. Cambio y fuera desde el satélite de Venus.

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Me enfermé de COVID en el 2022 – Esto es lo que aprendí

Ya es 2022 y parece que últimamente de lo único que escribo es de esta pandemia. Ciertamente en los últimos meses han pasado muchas cosas interesantes positivas. Me vuelvo a mudar de país.

Justo antes de la gran mudanza (si a esta le estoy llamando la gran mudanza y ya verán porque) quisimos volver por unos días a Ciudad de México, mi ciudad. Mi esposo se encontró con sus compañeros de trabajo por allá, y honestamente después de más de 2 años de una vida bastante aburrida, pensamos que era seguro hacer esta reunión con colegas y amigos. Finalmente quitaron el uso de mascarillas donde vivimos, en CDMX el semáforo del COVID estaba en verde. ¿Qué podría salir mal?

De los colegas de mi esposo la mitad se contagiaron de COVID, en la primera semana de nuestra estadía de dos semanas. Mi esposo se contagió y obviamente me contagió también a mi.

Ahora si esto fuera así de simple no habría mayor problema, te contagias, te haces un test, sale positivo, te aíslas, evitas que la gente a tu alrededor también se contagie.

Aquí es donde la cosa se pone complicada, resulta ser que los test preventivos no sirven (por lo menos en nuestro caso no fue así). No sé si es el hecho de que estamos vacunados, pero los test no detectaron el virus lo suficientemente rápido para evitar que un grupo de personas puedan verse durante un par de días y no contagiarse si uno se contagió, digamos en el avión de camino a la reunión.

El día siguiente que llegaron los colegas de mi esposo todos se hicieron una prueba rápida con la esperanza de que si alguien se había contagiado pudieran evitar un contagio masivo. Todos dieron negativo.

Hicieron sus actividades normales, fueron a comer, a las pirámides, y por precaución, volvieron a hacerse otro test dos días después. Solo que en esta ocasión uno de ellos dio positivo.

Mi esposo había pasado con esta persona en contacto cercano durante todo el día anterior, sin mascarilla. Para mi era obvio que también el estaba contagiado y por lo tanto yo probablemente.

Intentamos no entrar en pánico, y para tener un test seguro fuimos a hacernos una prueba PCR, además de la prueba rápida (que había salido negativa). La prueba PCR salió negativa. Dos personas más del grupo se hicieron pruebas PCR, todas negativas.

En ese momento pensamos que habíamos logrado vencer al virus, habíamos hecho lo correcto y lo habíamos atrapado a tiempo. Error.

Para este punto ya estábamos contagiados porque nadie volvió a tener contacto con la persona con el test positivo y aún así días después muchos de nosotros empezamos con síntomas, e incluso una persona le hicieron un test de rutina en un aeropuerto de Canadá (no tenía síntomas) y dio positivo.

Procedimos a cancelar todos nuestros planes y nos aislamos, un par de días después de los tests negativos y habiendo visto a varias personas en esos días. Yo incluso fui a un evento con muchas personas aunque por suerte en CDMX para estos eventos todavía es necesario traer mascarilla. Avísamos a las personas y cruzamos los dedos para no haber infectado a nadie más. (Parece que no contagiamos a nadie).

Después de unos días miserables empezamos a mejorar y nos fuimos a casa.

Moraleja:

1. El virus es muy contagioso, el periodo de incubación depende mucho de la persona, y los tests no sirven para evitar contagiar a otras personas.

2. Hacer reuniones con gente que viene de muchos lugares distintos por cortos periodos de tiempo es el coctel perfecto para enfermarse de COVID.

3. Las vacaciones cortas con otras personas que requieran vuelo en avión a otro país quedan absolutamente descartadas.

4. Los planes de vacaciones deben tener (hasta que no haya forma de prevenir la infección) un plan de contingencia con recursos para poder aislarse durante por lo menos una semana extra en donde hagas vacaciones.

5. La vacunación hizo más tolerable la enfermedad, pero aún así el virus no es ningún chiste.

6. Volveremos a usar mascarillas y a tomar precauciones sobre todo hasta que no haya una forma real de prevenir la infección porque las vacunas solo ayudan a prevenir que el virus te mate o te mande al hospital.

Todavía tengo algunos síntomas de Covid, la congestión nasal no se ha ido, así como el cansancio. Estoy ya en la segunda semana de esta historia. Sabemos que tenemos mucha suerte de estar vacunados y que nos haya dado casi todos los síntomas leves, aún así:

Tener COVID apesta.

Cambio y fuera.

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Definiendo mi propio éxito

Hace no mucho hubiera dicho que ser exitosa era ganar premios (y dinero) haciendo cine.

Según yo esto era cool, algo que también he tenido como una métrica sobre la vida.

Era tan doloroso el lugar desde donde salía esta definición del éxito que durante mucho tiempo no profundice en por qué estaba dejando que esto definiera mi vida.

Finalmente este año, después de terapia, coaching y perdonar, decidí darme ese gran abrazo a mi misma y decirme que soy valiosa sin importar lo que digan los demás.

Este mes cumplo 34, septiembre es mi mes favorito y quise escribir esto aquí un poco como siempre para mí, y para ti.

Definir el éxito bajo tus propias reglas es una de las cosas más liberadoras. Esto significa simplemente imaginar la vida que te hace feliz a ti. No se trata de momentos aislados en la vida, sino de cómo quieres pasar la mayor parte de tus días.

Definitivamente no quiero pasar mis días definiendo mi valor por lo que otros piensen de mi trabajo o de mi. Tampoco quiero solo trabajar hasta otro burnout…

Lo que si quiero y he definido como éxito es:

Ganar dinero haciendo algo que ame, aporte a otros (en especial mujeres) y me de flexibilidad.

Libertad de vivir en donde me guste, por el tiempo que quiera, sin atarme a ningún lugar realmente. (Eso de vivir en un solo lugar y sentar cabeza es totalmente ajeno a mi naturaleza).

Compartir la vida con la gente que me importa.

Disfrutar momentos de reflexión. No correr. Accionar con intención.

Cuidar de mi cuerpo, hacer yoga a diario, comer delicioso y sano. Darme chance de ser la que soy en cada momento. Con lonjitas o con abs fuertes, con mucha energía o con ganas de dormir.

Crear proyectos que me hagan sentir viva para mi misma y para los que quieran participar en la experiencia.

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Esto suena hasta raro pero sí estoy orgullosa de la vida que he creado y de lo que he logrado, he vivido en diferentes países, me siento saludable, fuerte, tengo amigos en muchos lugares, una familia que me apoya, y la capacidad de crear negocios, oportunidades y proyectos que me importan.

Soy ya un éxito, no siento que me falta nada, y siento que hay tanto todavía por vivir, por explorar, por soñar. Me siento como un ser abundante, con amor para dar, con una vida en la que todo es posible.

Todo lo que venga es una cereza en el pastel de una vida increíble.

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El tercer año

Apenas vamos empezando este verano, apenas vamos empezando este tercer año en Guadalajara. Desde que llegué han pasado tantas cosas, teníamos tantos planes para nuestra vida en esta nueva ciudad.

Todos esos planes apenas iban tomando forma, apenas íbamos agarrando viento jalisciense, inspirados por tantas cosas maravillosas que se han hecho desde este lugar del mundo.

Guadalajara es una ciudad vibrante, emocionante, a veces se siente pequeña, a veces se siente grande. Es todo, y más, lo que imaginábamos. No vamos a mentir, venir aquí fue una gran idea…

La pandemia nos pegó con fuerza a mi, a mi familia, a mi negocio que tímidamente salía al mundo. No supe detenerme y reboté, alto, me dije que mientras existiera el internet, en este mundo virtual podía existir también mi trabajo y mi creatividad.

No estaba equivocada, y me lancé como si mi vida dependiera de ello a publicar las historias de mujeres creativas en mi canal de YouTube, ahí concentré mi energía creativa, mis anhelos, mis sueños, todo lo que tenía para dar. Fue mi terapia, mi escape, la razón por la que no perdí la cabeza encerrada tantos meses.

Mi esposo que trabajaba para Disney tuvo de pronto tiempo para poner a prueba una idea que traíamos hace tiempo. Pictolaria, un sitio donde le daríamos contenido y herramientas a la gente para manejar sus redes sociales.

No paramos, seguimos creando, seguimos soñando, todo parecía derrumbarse, nos encerraron meses, que parecieron como un hueco en el espacio tiempo donde vivíamos el mismo día una y otra vez. En esa rutina, donde no pasaba nada, pasó mucho.

De pronto ya no necesitaba salir a ningún lado, de pronto había creado un negocio que podía sobrevivir dentro de las 4 paredes de mi casa, con la única ventana al mundo siendo el internet.

Yo que siempre me había tragado esa idea de que lo que necesitaba para poder hacer lo que quería era encontrar el lugar con la mezcla perfecta para poder tener éxito. De pronto me había convertido en una emprendedora digital, de pronto mi estilo de vida nómada no era una complicación, era posible. Poder trabajar desde cualquier lugar del mundo.

No era tal vez eso lo que realmente había añorado desde que mi esposo tomo su primer trabajo remoto y entendí que lo que significaba. Pero si no hubiera sido por este doloroso proceso de la pandemia, nunca me hubiera realmente dado la oportunidad de ser esta persona.

Libre, ese tal vez sea el mayor valor de mi vida, poder ser quien necesito ser en ese momento. Ser creativa, ser esposa, ser hija, ser amiga, ser miembro de la comunidad.

Ahora todo esto se ve posible, realmente posible, con el lanzamiento este año de Pictolaria todo se volvió real, se volvió también obvio que va a tomar más que unos meses de trabajo convertir esta idea en un negocio viable, pero veo el camino frente a mi.

Lo que debo caminar es largo, pero estoy emocionada, emocionada de seguir contando las historias de estas mujeres en YouTube, o en mi propia plataforma tal vez (hay más ideas cocinándoselo en el estudio creativo), de saber que estoy construyendo algo que me puedo llevar en mi maleta, y que se hará cada vez más rico porque soy quien soy, que será mejor porque cada viaje encontrará nuevas historias, nuevas fotos que tomar, y que esto es lo que realmente necesitaba en mi vida.

No crecer y sentar raíces, sino abrir mis alas y volar, aceptar que un solo lugar nunca será suficiente porque la emoción de descubrir una nueva ciudad nunca me dejará, y eso no es malo. No quiero aprender a vivir como la mayor parte de la gente, eso me aburre, y me hace sentir claustrofóbica. Esa simplemente nunca seré yo.

En vez de eso la pandemia me despejó el camino, me enseño lo que necesitaba, brutalmente, me desnudo, me dejó tan vulnerable, pero no había otra ruta, de verdad no pienso que la había.

Se necesitaba que el mundo como lo conocía se acabara para que mi forma de ver el mundo cambiara tan radicalmente y pudiera emerger esta otra Cyndi, más fuerte, más flexible, más honesta, más determinada que nunca a hacer que la vida funcione para mi y no caer en las trampas de lo que la sociedad nos impone.

Ustedes no lo saben pero este barco ya sarpó nuevamente, y me lleva a un lugar inesperado, pero no como última parada, sin esperar nada más que la promesa de que solo es el inicio en una vida que voy a construir una historia a la vez.

Mientras seguiré escribiendo en este lugar, como desde hace años, contándoles mis aventuras porque por fin entiendo que esto que hago tiene un valor, imperfecto y maravilloso como es.

Espero que me acompañes.