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Un estudio creativo en lugar de una productora de cine…..

Me cuesta ponerme el título de cineasta, me cuesta escribir que hago películas, me cuesta, porque es una verdad a medias. A una edad muy temprana empecé a escribir historias, lápiz y papel era lo único que necesitaba. Solía escribir en hojas de un cuaderno y al terminar arrancaba las hojas y las cosía para que parecieran un librito. Estaba tan orgullosa de estas pequeñas creaciones, tenía 9 años. A los 15 empecé a escribir más en serio, recuerdo que ponía música, como en este momento, y me sentaba a escribir durante las noches. En mi colegio me habían enseñado mecanografía y esta resulto ser la mejor educación que pude haber recibido. Mis manos se deslizan por el teclado, todos mis dedos trabajando en forma armónica, mis ojos fijos en la pantalla, la ideas fluyendo por la punta de los dedos. Es como una meditación escribir. Los personajes aparecen en la página, venidos de quien sabe donde y empiezan a caminar, hablar, a suceder.

Esta idea de que la creación puede empezar en la nada ha sido algo que me ha empujado a explorar. Envidiaba mucho a la gente que podía dibujar, porque ellos podían darle forma visual a sus ideas y yo solo tenía mis palabras.

Pasaron los años y descubrí que con una cámara y mi imaginación podía visualizar lo que estaba en mi mente. Empecé a crear arte digital. Los mundos que antes solo podía crear en palabras empezaron a tomar formas diferentes. Habían pasados un par de años desde el día en que tomé mi primera clase de cine, mi idea cuando me fui a estudiar a Alemania era estudiar ese arte que combinaba tantas otras artes, donde las historias eran los reyes.

No fue sino después de salir de la universidad que me atreví a filmar mi primer cortometraje de ficción, escrito por mi misma. El Regreso de Lena. De pronto tenía una caja llena de herramientas para contar historias de una forma mucho más elevada y aunque me sentía poco preparada me lancé a la aventura.

Eso fue en el 2015, no podía imaginarme que mi próximo cortometraje serían en realidad 3 cortos, y en otro medio completamente diferente. Realidad Virtual. De pronto ya no tenía solo una pantalla en 2D, tenía una tercera dimensión, el espacio, y muchos más estímulos sensoriales con los que contar historias.

¿Cocinamos? Explora el ayer, el hoy, los espacios, las texturas, el sonido, los ruidos, la sensación de presencia y todo para contar algo tan sencillo y tan elemental que te provoca una reacción visceral.

Hace 2 meses abrí Cuturpilla37 mi estudio creativo que fundé con mi esposo, los dos somos personas creativas, llenas de ideas, somos una confinación entre arte, tecnología e innovación. Una productora de cine era restrictiva, en ella no entraba nuestra visión de un espacio de creación, en donde haya lugar para diferentes medios, pero un estudio creativo sí es el espacio para que las historias vivan en la plataforma que funcione mejor.

No sé como se ve este nuevo camino pero estoy contenta de poder caminarlo y ver a donde nos lleva.

Cambio y fuera desde Guadalajara.

 

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No estoy segura de a donde voy….

Justo cuando piensas que lo tienes todo resuelto, la vida te lanza una bola rápida, de pronto ya nada tiene sentido. Así he estado los últimos días, confundida, sin entender para que te esfuerzas tanto en planear, en avanzar si la vida hace lo que quiere…

Creo que tal vez me he enfocado en hacer que las cosas funcionen, y cuando me asusto porque mis planes se van a la basura me cuesta quedarme quieta en mi inconformidad, me cuesta no hacer nada, porque siempre he pensado que hay que actuar para resolver las situaciones que se nos presentan.

Tal vez quedarme en silencio y sentir es lo más difícil, y esperar a que desde dentro desde la intuición se revele el siguiente paso, lo que se sienta correcto en ese momento sin tener nada que ver con el resto de nuestra vida.

Creo que parte de mis valores es mirar hacia adentro, y contestar preguntas incómodas para vivir de forma auténtica a mi yo del día de hoy. Cada día cambiamos y nuestros sueños también van cambiando, lo que ayer me emocionaba no tiene porque emocionarme hoy, y eso está bien.

Estoy tomándome esta nueva etapa simplemente como una nueva aventura, una que no me imaginé nunca tener, no estoy segura de a donde lleva este camino, pero tengo que confiar que a pesar de no ver la línea de meta, todo tiene un propósito, que estoy viviendo y no sobreviviendo, que estoy dando en donde puedo.

No estoy segura a donde voy, no estoy segura de nada realmente, y supongo que hay tiempos así en la vida. Estoy trabajando para estar bien con eso….

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Las palabras parecen sobrar

Tal vez este blog no ha sido nada más que testigo de quien he sido. En todos estos años, pocas veces me han faltado las palabras para describir un momento.

Encuentro tanto amor, tanto apoyo a mi alrededor, como si el universo supiera que mensaje darme en cada persona que voy encontrando, en completa sincronía.

Todo me dice que es tiempo de dejar ir al ser racional, que la niña debe volver, que es tiempo. Quiero explorar la luz, explorar el mundo con ojos de principiante, dejarme sorprender con las pequeñas maravillas de cada día.

Siento tanto, pensar parece que solo frenara las cosas, me siento guiada de una forma que nunca antes había experimentado, me asusta, y me hace sentir bendecida.

Las palabras parecen sobrar.

 

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Confiando en el proceso

¿Hay algo más paralizante que saber que tienes todo lo que necesitas para hacer lo que quieres y que lo único que te detiene son tus miedos irracionales? Cuando se acaban las excusas, solo queda aceptar que no somos capaces o lanzarnos a la aventura.

Esta semana rechacé un trabajo, en una empresa alemana, con un jefe buena onda, y mientras me escuchaba con voz no muy segura decir que no podía tomar el trabajo, una parte de mí se alegró, la otra estaba gritándome que reconsiderara la oferta.

Esta semana también empecé con el trabajo que será levantar mi nuevo emprendimiento, y lejos de sentirme emocionada, me levanto cada día con la pregunta que me acosa día y noche, ¿tiene sentido lo que estoy haciendo? y me encuentro con la única respuesta que tengo, si no lo intento, nunca lo sabré.

¿Qué es lo peor que podría pasar? Esa es la otra pregunta, y la respuesta no asusta, podría fallar, y a eso ya no le tengo miedo, pero tengo miedo de gastar mis recursos, mi energía, mis lágrimas, en algo que terminará decepcionándome…

Me doy cuenta que en realidad no sé si mi idea va a funcionar, pero no quiero hacer nada más en este momento de mi vida, no tengo may0res responsabilidades, fallar no sería fatal pero también existe la otra posibilidad de que funcione, todo indica que tengo una oportunidad, y estoy tomando ese poder y haciendo algo con él.

Se me olvida que esto es un proceso, que voy a intentar ciertas cosas, que algunas funcionarán, y otra no, eso está bien. Me olvido de todo lo que sé, de toda la gente que me apoya, incluso se me olvida que hay gente a la que (me cuesta hasta escribirlo) he inspirado con lo único que sé hacer, no rendirme (porque no me puedo imaginar otra cosa).

Así que aquí estoy, confiando en el proceso, el proceso que es la vida, y no se trata de ganar o perder, se trata de vivir, de esa lucha que te enciende, que te da sentido, me levanto temerosa, pero a la vez pienso que tengo taaaanto por hacer, y eso me da fuerza. Todavía hay tanto que quiero probar, hacer, pensar.

Escribo esto porque tal vez tu también necesitas como darle una oportunidad real a tus sueños, una oportunidad sin peros, sin expectativas, meterte de lleno, aunque te comas la camiseta.

Tu y yo nos merecemos esta oportunidad, cualquiera sea tu situación, cualquiera sea tu sueño, si la oportunidad se presenta, solo nos queda intentar.

 

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Los secretos de Doña Benny – Lecciones de una emprendedora

Mi casa en el número 37 de la Cuturpilla huele a tortillas. Hace más de 15 años mi mami se lanzó a la aventura de creer en sus sueños y no miró nunca hacia atrás. La historia no empieza en ese momento, durante años mi mami, Carolina Olmedo, había rescatado de sus memorias de niña en Chicontepec Veracruz las formas de la nixtamalización. Su amor por su cultura la llevaron a indagar en su legado, pero fue su visión empresaria lo que la llevó a hacer de lo que ama una forma de vida.

Este verano he investigado en las memorias de mi madre, mirándola con ojos diferentes, llenos de curiosidad por descubrir cómo en la peor época económica del Ecuador ella logró empezar un negocio y tener éxito. Mi mamá es la prueba viva de que sin importar los obstáculos, siempre hay una forma de salir adelante.

¿Qué encontré?

Haz lo que amas y hazlo lo mejor que puedas

Creo que parece trillado, lo escuchamos todo el tiempo, pero se dice tanto porque tal vez hay una evidencia grande de que cuando haces algo que disfrutas te va mejor en la vida. Mi mami definitivamente se divierte, ella dice que ahora ya no trabaja, que solo se divierte, y siento que esta forma de vivir es clave cuando queremos desafiar a las estadísticas. Necesitamos encontrar algo que nos mueva, pero creo que la razón principal es que es mucho más fácil no desistir de una idea que amamos aún cuando las cosas no van como queremos.

Confía en tus instintos

Mi mami peca como yo de sobrepensar ciertas cosas, pero cuando se trata de su negocio veo una convicción casi total, creo que si ella le hubiera preguntado a alguien si su negocio iba a e sobrevivir al primer año, muchos le hubieran dicho que no era posible, mucha gente lo había perdido todo en la peor crisis económica en Ecuador, pero mi mamá no dejó que eso la detuviera, en vez de eso le dijo a mi pa.

“Desde hoy en adelante, no pueden faltar las tortillas en la casa.”

Y así ha sido hasta el día de hoy.

Habla de lo que haces

El que no habla, Dios no lo oye. Así es el dicho, en Ecuador diríamos Guagua que no llora, no mama.

Creo que esto es una de esas lecciones de que para ser emprendedor no se puede tener pena, hay que salir al mundo y hablar con la gente, hay que contar con entusiasmo lo que uno hace. ¿De qué otra forma va a saber la gente lo que haces?

A veces los buenos consejos son bastante simples.

Sé una buena persona e interésate genuinamente por tus clientes

A mi casa en Cumbayá llega gente todo el tiempo a comprar los productos de Doña Benny, nachos, tostadas, tortillas, una salsa, una orden de cochinilla pibil, y mi mami recibe a cada persona como si fueran sus amigos, los hace pasar a nuestra cocina si tienen tiempo, o platica con ellos unos momentos en la puerta de la casa, les pregunta de sus hijos y los escucha.

Mi mami tiene mucha empatía, y a ella le hace feliz saber que su comida hace sonreír a la gente.

No hay que preguntarse mucho porque la gente le sigue comprando a ella, aunque sus tortillas no son baratas,  tienen una calidad inigualable (gente se las ha llevado a México!!!) y si a un producto sin competencia, le agregas el interés genuino por tus clientes, creo que es una mezcla ganadora.

Resilencia

Tal vez lo único que se sigue repitiendo en las historias que me cuentan, en las que veo desarrollarse ante mis ojos es la lección de la resilencia y la persistencia. No quitar el dedo del renglón, no dejarse vencer, continuar, intentar, probar, reinventarse, pero no desistir.

Vive la vida en tus términos

Mi mami tiene un negocio próspero, con mucha liquidez, pero ella no es una empresaria como uno se lo imaginaría. Vive en ropa cómoda de trabajo, que le protege del calor del comal, su cabello huele a maíz, y aunque me cueste creerlo lleva sus cuentas en su cabeza más que en ningún otro lado.

No tiene horarios fijos, puede trabajar de lunes a domingo si tiene trabajo, y puede un lunes tomarse la mañana para contarme sus historias porque ya trabajo el fin de semana.

Lo que le importa es la calidad de sus tortillas, ella dice que no quiere ser Frito Lay, que no quiere que su producto pierda su esencia. Aunque ha comprado máquinas nuevas para que le ayuden a agilizar sus procesos, ella cree que es más importante que el nixtamal se siga haciendo con maíz de la mejor calidad posible. Su competencia hace tortillas con maíz que cuesta 25 dólares, y el que usa ella cuesta 75 dólares, pero eso es lo importante en sus ojos.

Mi mama no vive en el futuro, no planea a 10 años, no hace proyecciones del negocio, vive en el presente, y si un día se le ocurre una nueva idea, como totopos de colores, le toma muy poco llevar su idea a la linea de producción, casi siempre con unos resultados buenos.

El negocio de Doña Benny ha crecido de forma orgánica, mi papá ahora trabaja a tiempo completo en la empresa, tienen una persona más que les ayuda y acabán de remodelar un pedazo de la pequeña fábrica para meter una nueva máquina tortilladora.

Doña Benny pagó por mis estudios en Alemania, y por los de mi hermano, y sigue dandole muchas satisfacciones a mi mamá. A mi me da un gran orgullo tener una mamá que ha logrado tanto, y quiero pensar que estas lecciones eran lo que necesitaba para emprender esta nueva etapa de mi vida.

Les puedo asegurar una cosa, de ahora en adelante no faltarán las historias en mi casa.

Desde algún lugar a más de 10 mil pies de altura, cambio y fuera.

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NO hago cine para todos. La economía de distribuir cine.

Sábado por la mañana, después de salir corriendo de mi casa por el ruido ya que mis vecinos están poniendo pisos nuevos, estoy sentada en un pequeño restaurante comiendo unos deliciosos hot cakes con un jugo verde y fruta. Mi esposo sentado a mi lado me escucha y mientras hablo me doy cuenta que esta idea, esta precisa idea que estoy explicando no es una idea cualquiera, es un descubrimiento real que probablemente va a cambiar el resto de mi vida profesional.

Nunca voy a pertenecer al club del cine tradicional, nunca. Esa industria no está hecha para que yo tenga éxito. Quiero aclarar que no estoy hablando desde un lugar de pesimismo, es simplemente una conclusión del análisis de hechos, de cómo funciona el mercado, de cómo funciona la industria. Una mujer, latina, que hace el cine que yo hago no tiene oportunidades reales ahí, pero vamos por pasos. ¿Cómo llegue a esta conclusión?

Primero hay que entender cómo funciona este sistema del cine tradicional, cómo se descubren nuevos talentos y cómo llegan a los cines. El sistema es bastante simple en teoría, haces una película, la mandas a festivales, te descubren, ganas premios, haces un trato de distribución, tu película se va a los cines, te vuelves un director reconocido y te dan financiamiento para hacer más películas con mejores presupuestos.

Simple en teoría. En este post no voy a cubrir las realidades de hacer una película, sino vamos a saltarnos a la parte jugosa de la que los cineastas tienden a no hablar, la distribución. Un cineasta inteligente sabe que antes de rodar la primera escena, si quieres tener éxito, tienes que tener un plan de distribución en mente. No importa que tan buena sea tu película, si no la ve nadie, no importa mucho.

Entonces digamos que optas por el sistema tradicional, vas a mandar tus películas a festivales y esperas que se muestre en algunos y ganar la atención del medio. Aquí viene el primer pero, digamos que hago una película sobre una mujer ecuatoriana que se va a buscar una nueva oportunidad de vida lejos de su país. La muestro a mis amigas, mujeres ecuatorianas que tienen ganas de viajar y les parece una gran historia, quedan tan conmovidas que ya están esperando la secuela y me convencen de enviarla a un festival porque es material de festival. Con un pequeño presupuesto envío mi película a los festivales importantes, después de todo tengo un presupuesto limitado y tengo que ser selectiva, también la envío a algunos festivales más pequeños que no cobran.

Aquí ya me topo con el primer techo, ¿quiénes son los que escogen las películas que se ven en los festivales? ¿Serán mujeres, serán latinas? Probablemente no, los festivales importantes siguen siendo dominados por hombres blancos por una razón, los que escogen las películas son hombres blancos o simplemente son hombres. Ok, la envié a algunos festivales feministas, y uno que otro festival latino pequeño y tal vez ahí si hay quien vea mi película y tal vez sea escogida, y tal vez pueda poner uno de esos logos bonitos de festival en el poster de la película. Pero seamos honestos, si quieres avanzar realmente, necesitas entrar a los festivales importantes, a Cannes, Toronto, Sundance, Berlin, Rotterdam o Venice o por lo menos a alguno de los populares como  SXSW, Locarno, San Sebastian, Raindance, Tribeca; quieres que tu película la vea la gente que tiene la capacidad de “descubrirte”, darte ese sello de aprobación y conseguirte la distribución que necesitas.

Algo que no te enseñan en las escuelas de cine es a hacer películas con un target, te enseñan de la luz, las historias, y de la edición. No te enseñan de donde sacar el dinero para hacer películas, ni te enseñan que una película es como cualquier otro producto. Una película es un producto, punto. ¿Haces un producto para todo el mundo? Buena suerte haciendo marketing para todos, sobre todo en esta era digital, a menos de que tengas miles de millones de dólares, déjame decirte, es una mala, pésima idea, aunque tengas mucho dinero. Lo primero que me enseñaron en mi master de estrategia y creatividad digital es a pensar en tu público, a quién le estás hablando, después desarrollas una estrategia pensando en eso. Un concepto bastante básico que no había considerado a la hora de hacer cine.

Si hago una película para mujeres latinas, creativas, sensibles, pero lo que necesito es que los hombres que tienen el poder me elijan entonces ¿a qué maestro sirvo? No puedo hacer películas para los dos, porque son públicos dimensionalmente diferentes.

Digamos que mi película que me tomó años de esfuerzo, miles de dólares, y mi alma llega a uno de los pequeños festivales, llego a poder darle un poco de difusión, y por gracia del espíritu santo alguien con dinero vio mi película, pude ir a ese festival, hacer el pitch y consigo la distribución. Wow mi película va a cines.

Sólo que en el deal de distribución pueden pasar mil cosas, y es probable que para que la película se mostrara tuve que venderles literalmente mi alma o mejor dicho mi propiedad intelectual. ¿Saben qué es lo que hacen los empresarios inteligentes? Protegen su propiedad intelectual a toda costa. Es decir aunque llegues a la distribución “deseada” acabas de hacer probablemente un mal trato. Sí tu película se va a ver en algunos cines, pero dependiendo de lo mal que te haya ido, tal vez solo llegue a cines selectos, una semana, y en un horario menos que estelar, recuerda que la competencia tienes millones de dólares y tratos desde el principio del tiempo con las cadenas de cine.

Podría sentirme realizada, pero ahora sigue la vida y tengo que hacer la siguiente película, solo que en lugar de tener una base de datos con toda la gente que alcanzó a ver mi película, no tengo nada, de hecho si Netflix compró los derechos, no sé ni cuanta gente la vió. Y puede ser que  muy poca gente la vea, existe el caso del documental “No se mata la verdad” que solo tuvo 8 asistentes en salas de cine.

Supongamos que tengo una película que entró a un par de festivales, y en donde gané un poco de dinero, pero no tengo nada más. Esto me deja de nuevo en el principio, un par de contactos más en la industria, pero nada más y honestamente después del trato en el que vendí mi alma, no tengo muchas fuerzas para pensar en otra película, no sé si valga la pena este esfuerzo.

¿Saben cuantos cineastas llegan con su opera prima a festivales y no vuelven a hacer una película que llegue a festivales? La respuesta corta es muchos, tal vez después de ver realmente como funciona esta industria muchos quedan descorazonados. Admitámoslo hacer cine es una de esas profesiones que muchos sueñan pero en la que pocos logran tener una carrera real.

Entonces al final del día, aún entrando a los festivales adecuados, aún con la distribución lista, todavía necesitas mucho más para que una película sea exitosa y esa opera prima te lleve a una nueva película. Lo que quieres es seguir haciendo cine para tu público. Yo no quiero hacer cine para los festivales, quiero hacer cine para mi público, y quiero poder vivir de ello, quiero contar muchas historias, no quiero la fama, quiero moverte, quiero inspirarte, quiero contarte algo que te haga sentir que vale la pena estar vivo.

Esto me lleva a mi nueva estrategia de hacer cine. En el que dejo el romanticismo atrás para pensar en el cine como un producto, un producto que puedo hacer llegar a mi público ideal como cualquier otro producto, además que sea rentable y me deje seguir haciendo más películas. En realidad para estos fines, los festivales serán la cereza en el pastel y no en lo que base mis películas. Repito no hago cine para todos, puedes debatir mi estrategia pero estoy orgullosa porque sé a quién le estoy hablando y eso es el descubrimiento del siglo para mí.

Mientras tanto mis amigas, sus amigas, y las amigas de sus amigas podrían estar viendo, hablando e inspirándose con mis películas, por eso, porque necesitamos más cine hecho por mujeres no puedo desistir, no puedo, pero tampoco tengo que entrar en un sistema en el que mis oportunidades son casi nulas. Eso sería lo mismo que tirar la toalla.

Si eres una cineasta y te sientes identificada con este post siéntete libre de enviarme un mensaje o comentario y podemos empezar a platicar de estrategias para esta nueva era digital del cine.

Desde Venus, cambio y fuera.

Con toda honestidad esta realización me dejó con el corazón destrozado, saben, todos queremos encajar, y darte cuenta de que no encajas y nunca lo harás es liberador pero también te rompe las ilusiones.

 

 

 

 

 

 

 

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Cómo vencer tu miedo y finalmente hacer lo que quieres

Puede ser que este año este siendo uno de esos años cruciales, en donde pasan tantas cosas asombrosas al mismo tiempo que no puedes creer que sea tu vida.

A la vez es un tiempo de enfrentar muchos miedos irracionales, de ver las oportunidades y tomarlas, aunque se me hace un nudo en el estómago, no puedo dormir y quiero a veces solo meterme debajo de una roca. Tengo un poquito de síndrome del impostor, pero estoy abriendo mis brazos a todo lo maravilloso que puede traer la vida y quiero disfrutar la vida, emocionarme en lugar de asustarme.

La semana pasada pasaron muchas cosas que me pusieron ansiosa y que hice porque de verdad quería tanto hacer estas cosas. Creo que lo hice bastante bien, y quiero compartirles mis estrategias, espero que les ayuden a ir por lo que quieren.

Respira

Estaba en el avión, estábamos aterrizando o despegando, la verdad no estoy segura, pero de lo que estoy segura es de esa sensación de pánico, sentada en mi asiento me costaba respirar. Recordé una técnica de respiración que leí en el libro de Brené Brown “Rising Strong”. Consiste en inhalar contando hasta cuatro, mantener el aire por 4 tiempos más y exhalar contando hasta cuatro. Respiré hasta que sentí que mi pulso estaba regresando a la normalidad, no me da miedo volar, pero este vuelo en específico significaba el inicio de mi viaje, un viaje que significaba mucho para mí. Ibamos a filmar un documental con un equipo de mujeres, sobre una mujer increíble a la que admiro muchísimo, y el viaje en carretera hasta Veracruz me daba ansiedad también (viajar por carretera en México me hace eso).

La respiración me devolvió a mi centro y me di cuenta que todo estaba bien.

Ríe y emociónate

Si sientes miedo de cosas que quieres hacer y que quieres hacer pero no te atreves, a veces es bueno pensar en que ya lo estás haciendo, y en lugar de pensar todo lo que te asusta, pensar en lo increíble que te podría hacer sentir. Siéntete ya afortunado de tener estos sueños y si estás un poco más allá y estas dando el primer paso, emociónate porque aunque el primer paso haya sido pequeñísimo, ya estás haciéndolo, olvídate del futuro por un segundo y alégrate de tus ideas y de ser tu mismo. ¡Eres increíble!

Me bajaba del avión después de mi pequeño ataque de pánico y pensé, que increíble que estoy aquí, que increíble que tengo esta oportunidad, que increíble estar viva.

Un paso a la vez y un día a la vez

Esta semana pasada me hice mi segundo tatuaje. Encontré una artista increíble y tenía muchas ganas de conmemorar este tiempo con un tatuaje, como un ritual. Pero me da mucho miedo tatuarme, me veo como una gallina miedosa (le dije esto a mi tatuadora mientras me tatuaba y me dijo, pero aquí estas, eso significa que no eres tan miedosa), así que solo escribirle a la tatuadora a preguntar el precio ya me dio nervios, cuando acepto tatuarme y tenía que pagar me tomó unos días pagar, una vez pagado no había vuelta atrás. Le pedí a mi esposo que me ayudara a hacer la transferencia y cuando quedó tuve que respirar profundo y pensar en otra cosa.

El día de mi cita con Andrea no pude dormir, me levanté en la casa de mi amiga en CDMX con un nudo en el estómago y le hablé a mi esposo que se había quedado en Guadalajara. Le dije que no sabía si iba a ir a tatuarme. Estaba asustada, estaba sola. Pero mi esposo me ayudo a enfocarme en que en realidad yo sí quería mi tatuaje, solo estaba asustada….

Le llame a una amiga para que me acompañara (a la final solo pudo estar un ratito, pero me ayudo) y a las 4 de la tarde me subí al taxi para ir al estudio. Desde este momento tuve que enfocarme en solo el siguiente paso, subirte al taxi, sacar dinero para pagar, subir al estudio, preguntar por mi tatuadora, pensar en el diseño, y finalmente acostarme en la mesa para que me tatuaran.

¡Ay Dios! sufrimos más en nuestra mente que en la realidad. El tatuaje dolió muy poco, el diseño quedó precioso, mi tatuadora es una gran artista, conversamos mientras me tatuaba y me la pasé genial. Después de todo estaba tan orgullosa de mi misma por haber tenido el coraje de hacer lo que quería aunque me moría del miedo.

Pide ayuda

A veces tenemos que hacer cosas solos, y es importante tener confianza en uno mismo, aprender a respirar, enfocarse y hacer tus cosas, pero a veces podemos transitar una ruta con alguien más, podemos encontrar compañeros de batallas.

En este viaje trabaje codo a codo con una artista con la que comparto muchas cosas, hasta nuestro tipo de sangre, y apoyarnos en ese día a día que es un rodaje es algo muy valioso, por eso para mi es super importante tener un equipo en el que pueda confiar 100% porque mi profesión a veces es imprevisible y necesitamos reaccionar rápido, en esos momento no puedes no confiar.

Tenemos que tener las agallas para hacer lo que queremos, es la única forma en la que nos movemos hacia adelante y ser las personas que queremos ser. Supongo que aquí está la respuesta a ¿cómo lo haces? Cuando la gente ve mis locuras no saben que que detrás de esta actitud de confianza hay muchos microsegundos en que todo se desmorona pero me reconstruyo una y otra vez porque creo que tengo una misión y quiero hacer una diferencia.

Después de mi tatuaje caminando por la ciudad con mis amigas les dije, no sé cuando me volví tan miedosa, yo no era así, lo juró! una de ellas me miró y me dijo con sabiduría infinita en su voz, se llama hacerse adulto. Mi otra amiga dijo yo todavía no tengo miedo, y nos reímos, es porque no has cumplido 30 todavía, respodió mi otra amiga, más risas. Tal vez es cierto, tal vez la edad nos hace más precavidos, pero me rehuso a dejar de vivir por mis miedos.

Y si se lo preguntan todo lo que me daba miedo salió bien, en cambio algo que no vi venir sucedió y tuve que reaccionar, y ni eso estuvo tan mal.

¡Ve por lo que quieres, YA! La vida de todas formas va a suceder, más vale hacer algo bonito de ella.

Fotos del extraordinario viaje a Veracruz.

 

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Miedo a ganar, es real

“No dejes que el miedo a perder, sea mayor que la emoción de ganar”.

— Robert Kiyosaki

Creo que me encuentro en esa parte de la población que ha aceptado que si vas a ser valiente con tu vida, por ende vas a fracasar y la verdad es que mis fallas son como mis medallas de honor, por intentar, por no rendirme, soy muy buena levantándome después de que la vida me tira del caballo, soy buena en las crisis, modo supervivencia es un modo que conozco y que a pesar de todo no le tengo miedo.

En este movimiento de ser vulnerables y darnos la oportunidad de vivir nos preparan para los fracasos seguros, pero no te preparan para lo otro, para que te vaya bien, para aceptarlo, para abrazar que en realidad en algún momento todos los sacrificios valen (¿pueden?) la pena. Soy una guerrera, y en la arena que es la vida sé pelear, se caerme y levantarme, pero no estoy preparada para salir de esa arena con la victoria.

O no lo estaba hasta hace un par de días en que me di cuenta que estaba iniciando una nueva aventura planeando mi estrategia de salida, estaba planeando para fallar y buscar un nuevo refugio sin apenas haber empezado. Me estaba preparando para fallar, no para ganar.

Creo que esto ha sido mi mayor falla, porque la verdadera vulnerabilidad para mi sería aceptar que voy a ganar, que es mi tiempo, lo he dicho, pero una parte mía cree que ese día está lejos, que mis victorias las contaré con los dedos de las manos, creo que me falta tiempo en las trincheras antes de ver una victoria real.

Pero ya he probado esta forma de aventurarme, también cuando era más joven no esperaba nada y me dejaba sorprender, pero hoy creo que mi viaje me ha llevado a este momento en el que lo único que me falta probar, es creer que tengo la capacidad real de ganar en la vida, planear para eso, alegrarme con anticipación, eso me haría completamente vulnerable a fallar porque no lo esperaría, pero tal vez las caídas serán menos que las victorias.

Puede ser que incluso vea las pequeñas victorias con más prominencia, esas cosas cotidianas que te muestran que estás avanzando en la dirección correcta….

Es hora de apostar por el plan A, sin plan B, C, D, E. Y tal vez si lees esto es porque necesitas creer un poco más en ti mismo, en tu capacidad de ganar en la vida. En lugar de ser mártires, que nuestro aporte sea ser personas más felices. De ninguna forma pienso que simplemente pensar positivo es la forma de ser feliz, pero caer en el hueco oscuro que es la negatividad tampoco parece ser lo correcto.

Mi esposo muy sabiamente me dijo que era cuestión de creer, de tener fé en que todo iba a estar bien. Es gracioso cuando escuchas de la boca de alguien más lo que tu ya has predicado, pero todos necesitamos recordarnos de vez en cuando nuestras propias palabras. Si fuera tan fácil aplicarlas como decirlas.

Entonces finalmente quiero tener esa sabiduría para dejarle a Dios lo que no puedo controlar, tener fé en que estoy en el lugar y momento correctos y que el universo conspira a mi favor. Tener fé en que nada de las cosas horribles que imagino sucederán, porque ciertamente la vida me ha tratado mejor de lo que jamás podría haber imaginado. Tal vez no es ser positivo, es ser agradecido, vivir en el presente con fé en el futuro.

“La vida sólo se vive hacia adelante, y no te puedes quedar parado/a. Llega un momento en el que sobresalir es lo que tienes que hacer. Ganar el partido, no permitir que tu brazo se encoja.”  – Cesár Piqueras

 

 

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Tu historia cuenta

It has raining, we were running, careless, happy, the air humid, a hand pulled me. I smiled and felt this hot water running through my skin. Why was this rain so warm? Together hand in hand my mom, my grandma, my brother and me running through the streets of Acapulco, we were soaking wet, the sound of the rain and our laughter all I could hear. A moment so long ago, yet so vivid I can still feel the rain in the skinny bones of a six year old.

Llovía, corríamos felices, libres, el aire húmedo, el aire caliente, una mano me jaló. Sonreí, el agua se deslizaba caliente por mi piel. ¿Por qué estaba la lluvia tibia? Juntos, mano en mano, mi mamá, mi abuela, mi hermano y yo corriendo por las calles de una ciudad tropical, mojados de pies a cabeza, el sonido de la lluvia y nuestras risas todo lo que podía escuchar. Un momento tan lejano, tan vívido aún ahora. El recuerdo de la lluvia tibia en mi piel todavía en mi memoria.

Traducción de un extracto de mi tesis de maestría:en RV – Creando experiencias memorables a través de las historias.

Durante los últimos meses he leído, investigado, creado, experimentado y escrito para completar mi tesis de maestría en Estrategia y Creatividad Digital, a pesar de que mi curiosidad por la tecnología me llevó al tema de la realidad virtual una gran parte de mi trabajo se enfoca en estudiar el efecto de las historias, en cómo se originaron, qué son realmente y cómo seguirlas contando en un medio diferente.

Estudié desde las hormonas que secretamos al escuchar una historia, a las neuronas espejo, a el origen de las historias cuando salimos a cazar, a las enseñanzas de Aristóteles el gran filósofo griego.

Espero compartirles pronto mi tesis, pero les puedo compartir que las historias son y serán parte de ser humanos, sin importar cuánto tiempo pase, qué tecnologías usemos o si es en una realidad virtual.

Nuestras memorias están hechas de historias, recordamos en forma de narrativa, y cuando escuchamos una historia la vivimos con quien nos la cuenta, la hacemos nuestra, la conectamos con nuestras propias experiencias, generamos empatía. Escuchar una historia nos hace sentirnos bien, físicamente secretando dopamina.

Esta pasión por contar historias ha sido mi combustible desde que días antes de cumplir 20 años me embarcara en un viaje al viejo mundo a estudiar como contar historias, ese fue mi llamado a la aventura si seguimos la teoría del viaje del héroe de Joseph Campbell y se podría decir que durante los últimos 6 años he estado en lo que podría llamarse el segundo acto, al final del segundo acto, el héroe se da cuenta que después de intentar resolver su conflicto de todas las formas cómodas tendrá que tomar el paso final, ser valiente y vulnerable y tratar lo impensable hasta ese punto.

Mi historia está en desarrollo y la tuya también. Finalmente después de darle muchas vueltas he decidido que esté es mi llamado, el que he resistido, quiero que mi historia cuente, quiero ayudarte a descubrir la tuya, quiero que conectes con la gente que te importa, con tu tribu, quiero que tengas una herramienta increíble para hacer lo que quieres, para seguir tu llamado. Quiero que tengas fé en tu historia, en que compartirla y dejarte ver puede cambiarte y cambiar a la gente a tu alrededor.

Estas historias tomarán diferentes formas, en video, o fotografías, en el mundo transmedia o totalmente en otra realidad, una virtual, pero lo más importante es que:

Tu y tu historia cuentan.

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Pregunta Millennial: ¿Debería de hacer una maestría?

Hace poco leí un artículo en el que explicaba todas las razones por las que nuestra generación, la generación Millennial está simplemente agotada. Trabajamos constantemente como si fuera normal, esperado. El siempre estar ocupado es lo que está de moda. En nuestra desesperación de parecer o mantenernos ocupados la pregunta de una maestría puede escucharse como algo tentador.

Desde hace unos meses la gente me ha estado preguntando acerca de mi maestría, en dónde la hago, qué estudio, sobre todo cuando hablo de mi proyecto de realidad virtual. Pero también hay gente a mi alrededor que me ha pedido consejo sobre dónde estudiar, y qué estudiar.

Quiero contarles porque estoy estudiando una maestría, qué me llevó a hacer un estudio a distancia, invertir dinero (que bien pude haber disfrutado) y ponerme a la tarea de hacer investigación experimental (algo que nunca había hecho en la vida).

Cuando decidí empezar mi maestría me sentía como un pajarito enjaulado, en una jaula muy bonita, con un salario muy bueno, pero aún así sentía que necesitaba algo que me motivara en mi vida, que me hiciera querer salir adelante, levantarme todos los días (a las 5am) y trabajar. Para mucha gente esa motivación es sacar adelante a sus hijos, pero ya que no tengo descendencia, ni planes de tenerlos pronto, empecé a pensar en algo que me ayudara a sentirme más creativa, y que me ayudara a recordar porque había escogido mi carrera.

La idea de la maestría no era nueva, una maestría, en Ecuador, me ayudaría a poder dar clases en una universidad, algo que me parecía una bonita idea para complementar los ingresos de mi trabajo de freelance haciendo video y fotografía. Cuando por fin recibí mi aceptación de la Universidad Autónoma de Barcelona, mi situación se veía muy diferente, estaba emocionada de aprender de nuevo, de poder cometer errores, sin que me crucificaran por ello.

En realidad mi maestría es más sobre aprender, mantener la mente abierta, explorar nuevas posibilidades y darme tiempo de probar cosas nuevas. Hoy en día eso es lo único que realmente garantiza ir a la universidad, todo lo que sucederá después es absolutamente impredecible. Para muchos estudiar una maestría es una oportunidad de salir de su país, de vivir por primera vez fuera de casa, pero también existe esta idea de que una maestría hará todo más sencillo en el mercado laboral al recibir el título.

Una maestría no es la cura mágica.

La verdad es que si quieres un mejor trabajo, ganar más dinero, o quieres poder emigrar a otro país, una maestría no es la cura mágica. Si es una nueva experiencia, con nueva gente y oportunidades, pero creo que es mejor hacerlo con una mente abierta, y no con una expectativa de una vida que no puede garantizar.

Claro que hay ciertos campos donde una maestría puede hacer una diferencia real en cuanto a oportunidades laborales y salarios, pero son campos que ya son normalmente bien pagados, en donde hay poca gente calificada y que la mayor parte de la gente no tiene ganas de hacer, si estoy hablando de ingenieros, programadores, entre otros. De hecho si alguien piensa que no estudio la carrera adecuada (carrera que ofrezca un trabajo seguro) estudien programación. Es muy difícil de aprender, sí, pero una vez que lo logras, realmente encuentras trabajo en todos lados (mi esposo es programador), lo mejor de todo es que para aprender a programar no se necesita ir a la universidad, ni tener una maestría.

Volviendo al tema…

Espero que al finalizar mi maestría tenga un proyecto genial para mi portafolio, poder incluir nuevos servicios y productos en mi oferta y haber aprendido mucho, espero también poder diferenciarme de la competencia, eso sería más por mi elección de tema que por la maestría en sí.

Entonces después de que vamos a la universidad, le damos todo de nosotros (en mi caso en otro idioma que no sabía meses antes cuando hice mi Bachelor) esperamos claramente que ese diploma, nos de una ventaja en la vida, que nos lleve a la tierra prometida de el trabajo soñado, por fin seremos capaces de hacer realidad nuestros sueños. Solo que salimos a un mercado saturado, mal pagado y terminamos frustrados, desilusionados, explotados o desempleados (en el peor de los casos).

Entonces ¿qué hacer?

No tengo las respuestas, pero tengo mucha experiencia intentando cosas diferentes, equivocándome mucho. Saliendo de la universidad, no quería depender ya de mis padres, así que busque trabajo en mi campo durante 3 meses, después de haber enviado docenas de currículums y haber hecho 3 entrevistas (1 en la cual se rieron de mis expectativas de salario, no me quería pagar ni siquiera lo que ganaba siendo estudiante) decidí que no podía seguir sin trabajo y me conseguí lo que pudiera, en este caso un trabajo de asistente ejecutiva, para el que claramente estaba (en palabras de mi empleador) sobrecalificada, pero que tomé con gusto.

Después de algunos meses y gracias a que tiendo a sacar lo mejor de lo que tengo a mano, convencí a mi jefe de que me dejara hacer un video para su empresa, y trabaje como asistente/creadora de contenido durante algunos meses con ellos. Siendo extranjera en Alemania solo tenía un año para encontrar un trabajo en mi campo que me pagara el mínimo, y este trabajo no iba a ser suficiente para alargar mi visa.

Acepté que iba a regresar a Ecuador, pero en el último momento, la agencia que hacía el diseño gráfico para mi jefe, decidió después de ver mi trabajo con el video de la empresa, darme la oportunidad de trabajar con ellos y así pude optar por una visa. Tiempo después cuando esa empresa no pudo alargar mi contrato mi jefa me busco otro trabajo con una productora de comerciales, en donde me ofrecieron trabajar como líder del post-producción.

Cuando pienso en esta historia, aunque no tomé el trabajo que me ofrecieron en Alemania y decidí por razones personales regresar a Ecuador, pienso en lo que pude hacer con las posibilidades que tenía, pero también pienso que mi primer trabajo salido de la universidad no fue glorioso, no fue el trabajo soñado, era un trabajo que pagaba mis cuentas, pero fue un trabajo que aproveché al máximo, aunque no era mi posición, les ofrecí todo lo que tenía, les ofrecí soluciones, y lo hice atractivo. Me dieron una oportunidad de hacer en lo que era buena, y fue por ese trabajo, que luego se abrieron muchas otras puertas.

La verdad es que la mayor parte de las cosas que ahora uso para ganar dinero, no las aprendí en la universidad, las aprendí en la vida. Las aprendí abriendo mis ojos, escuchando, aprendiendo de cada persona con la que me encuentro que veo que hace algo de forma exitosa, a veces son cosas tan sencillas como usar el tono de voz correcto para convencer a alguien de tu idea, pero pueden ser cosas muchas más complejas.

Aprendí que en la vida profesional sobre todo hoy, hay que ser flexible, uno debe estar dispuesto a probar cosas diferentes.

Si en tu campo no hay trabajo, entonces piensa, con lo que se, qué más puedo ofrecer, en donde más puedo aportar algo. Así empieza uno a ver que somos más que nuestro título y que no nos hace menos trabajar de otra cosa.

Cuando empecé a trabajar en la Cámara de Comercio Mexicano Alemana, no tenía idea de comercio exterior, pero sabía que era buena con la gente, hablaba 3 idiomas y estaba dispuesta a aprender.Fue una de las mejores decisiones de mi vida, aprendí mucho, me convertí en una persona de negocios, y me vi en otra luz. No tenía nada que ver con lo que había estudiado, ni con mis sueños, ni con mi propósito de vida, pero me dio mucho más que dinero, y adivinen qué! También les hice un video y fotos, ahora conocen mi ética de trabajo, y lo que puedo hacer en lo que sí me gusta.

Entonces tal vez necesitamos trabajar más inteligentemente, ser creativos, en nuestra vida profesional, tomar nuevos retos, aceptar cambiar de profesiones, (aunque sea momentáneamente), y darnos chance de fallar, de que no sea todo perfecto desde el principio. Podemos hacer lo mejor de lo que se nos presenta, o sufrir porque la vida no es lo que nos prometieron.

Nuestros primeros trabajos no necesitan impresionar a nadie, ni a nuestros padres, ni a nuestra familia, ni a nuestro círculo de 500 amigos en facebook o instagram. Nuestros primeros trabajos son oportunidades de ver a dónde podemos llegar, de que podemos ofrecer, de qué tan creativos podemos ser. Si me preguntan es mejor salir al mundo y hacer algo, que quedarnos en casa, con miedo de que lo que hagamos no cumpla las expectativas de todo el mundo.

Tal vez tengamos que redefinir que es ser exitosos, encontrar carreras que nos permitan más tiempo libre, dejar la ciudad y vivir en un lugar más pequeño y barato, entre muchas otras opciones que dependerán de la situación particular de cada quien. Nunca he sido de la idea de seguir al pie de la letra el camino de la sociedad, y tal vez esa ha sido mi mayor ventaja.