Ya perdí idea de cuántos días llevamos encerrados, creo que pronto cumpliremos un mes, pero el significado de semanas y días ha perdido un poco el sentido. Durante estos días he sentido, mucho. He llorado sin razón, he reído, he sido productiva y he sentido como el miedo y el pánico pueden apoderarse de tu cuerpo y de tu mente.
Aún así me he mantenido en relativa calma, he establecido una nueva rutina, donde mi tapete de yoga se ha vuelto mi tabla de salvación. He tenido que concentrarme en vivir un día a la vez, y al mismo tiempo me he preguntado si hay algo que pueda aprender de todo esto.
Así comencé a pensar en mi forma de hacer las cosas, en mi forma tan apresurada de vivir, siempre al límite, llenarme de tareas y proyectos para caer rendida cada noche en mi cama, empujarme a probar, hacer el ridículo, quedarme fuera de la zona de confort, no detenerme, no rendirme, siempre dar lo mejor de mi. Esta es la forma en que se vivir, otra cosa se me haría impensable y aquí estaba en medio de una pandemia, empujando al límite, en un momento donde todo se estaba deteniendo, yo no daba mi brazo a torcer.
Tal vez en uno de esos momentos de iluminación, entre conversaciones con amigos y sesiones de meditación, me di cuenta que necesitaba parar, que aunque pudiera seguir, necesitaba mirar a mi alrededor, hacer un diagnóstico para salir de esta con alguna lección de vida.
Mirar hacia adentro no es fácil, quedarse en silencio, tomarse el tiempo de no hacer nada, de solo existir es totalmente extraño para mi. Sin embargo cuando lo hice empecé a sentirme muy triste, me vi pequeña, insignificante, y vi también que la realidad era que ese negocio que había planeado durante 2 años, no era probable que sobreviviera a una crisis de este tipo, quién va a pagar por videos cuando hay despidos masivos.
Dejé esa idea en el aire, y decidí hacer eso que me prometí, seguir a mis instintos, y esa voz interior me ha estado hablando sobre mi canal de YouTube, lo que empezó como una exploración de las vidas de otras creativas empezó a tomar una forma, y aunque quise dejarlo a un lado, porque mi cabeza me decía que estaba procastinando, mi voz interior me dijo que siguiera, y así lo hice, poco yo sabía que entrados en esta cuarentena lo que yo consideraba procastinar se ha convertido en mi única actividad, la que me mantiene cuerda, pero también en lo que podría ser una forma de vida.
Nunca quise tomar a YouTube como algo serio, finalmente yo soy una persona que estudio para hacer cine, y esa plataforma era para videos mal hechos, cortados de forma brusca y algunos gatos graciosos. La palabra Youtuber o peor Influencer me ha dado repulsión, y además, aunque sabía que habían personas que hacían dinero y buen dinero seguía con la idea de que eso no era para mi. Pero empecé a compartir estas entrevistas que había hecho con tanto cariño y una idea loca me despertó, parte de la razón por la que me sentía tan perdida como profesional, era que no tenía a quien recurrir, y si tal vez, solo tal vez, pudiera ayudar a otras mujeres, eso valía la pena.
En esta cuarentena he considerado mudarme de nuevo (a Marte probablemente), he sido testigo de como mis amigos se quedan en situaciones difíciles cuando sus formas de trabajo y de vida desaparecen, he sentido la angustia de estar lejos de mi familia cuando me pueden necesitar, he cuestionado TODO.
No quiero ni escribir sobre la situación de México.
Pero en medio de estos cuestionamientos he aceptado que si bien somos la generación que solo nos tocaron las malas noticias, también sé que somos los más resilentes, también sé que tendré que repensar todo mi modelo de negocios, tendré que aceptar que tal vez, sí, YouTube será mi forma de vida, y que tal vez esta pandemia me ha hecho dar un paso tan loco porque el mundo jamás se verá igual.
No quiero ser pesimista y pensar que somos la generación perdida, que nos tocaron todas las cartas malas, que nacimos en el peor momento, quiero pensar que nos va a tocar reinventarnos una y otra vez, pero que somos capaces. No quiero ver como la gente de mi edad no está pensando en comprar una casa, sino en como pagar la renta del mes, no quiero pensar que una vez más somos los que nos veremos más afectados por esta crisis económica, la generación endeudada y con salarios bajos. Quiero pensar que sí, tal vez he tenido que forjar mi propio camino a punta de caminarlo y equivocarme pero que eso hará que pueda ver el mundo de una forma muy diferente. Tal vez somos la generación que romperá todo tipo de esterotipos, seremos los que cambien la forma de vivir, la forma de relacionarnos, tal vez seamos los que decidan que nos importa más el planeta, que es más importante un abrazo, que es más importante tomarte un café que estar en el tráfico.
No sé exactamente que nos espera del otro lado de esta pandemia, sé que no seré la misma persona, tal vez acepte que no tengo patria más que mi tribu digital, tal vez logre encontrar una forma de ser una nómada feliz, tal vez finalmente diga con orgullo soy una YouTuber, cosas más locas han sucedido.
Lo que sea que suceda, creo que el mundo es el que construimos cada día con nuestras acciones.
PD: Quise quitar todos los tal vez de este escrito, pero me di cuenta que lo único cierto es que tenemos muchas dudas, muchos tal vez, tal vez por esta vez está bien.
Cambio y fuera.
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