Cuando empezó este año lo tenía clarísimo, tenía un plan para finalmente meterme de lleno en la industria del cine y darme la oportunidad de ir detrás de ese sueño de una vez por todas con todas las de la ley. No más ser tímidamente guionista, no más esconderme detrás de otro trabajo. No, este iba a ser mi año de cineasta.
Bueno todos sabemos que la historia de este 2020 no terminó como hubiéramos querido, de hecho ni siquiera llegamos al primer trimestre y ya todo se había derrumbado.
A finales de este año en contraste no tengo idea de cual es ese sueño que estoy siguiendo, más bien ahora solo tengo una filosofía de vida a la que he llegado después de meses de intentar controlar algo y darme cuenta que no puedo planear ni dos semanas.
Esta filosofía de vida se basa en 3 cosas:
- Haz lo que se siente bien.
- Me merezco estar bien y tener lo que deseo.
- Estar contenta con el presente está bien y no necesito ser más. Soy suficiente ya.
Estos 3 puntos estoy segura aparecen en miles de libros de autoayuda, y el internet está lleno de frases, citas e información para llegar a la iluminación. Sin embargo también está llena de una mentalidad de trabaja duro y lograrás el éxito, o solo necesitas tomar acción para ver resultados, etc.
Volviendo a inicios del año, mi año del cine se vino abajo en marzo, una semana antes de participar por primera vez con mi pase de industria en el Festival de Cine de Guadalajara.
Después de pasar meses frustrada por no poder avanzar con ninguno de los planes que había hecho, este mes pensando en planear mi 2021 me di cuenta que no tenía nada de ganas de regresar a los mismos proyectos, de intentar resetear el 2020 y volverlo a intentar en el 2021.
Todo ha cambiado demasiado, yo he cambiado. Me pregunté si se sentía bien ir por esos proyectos, y la respuesta fue un tímido no. Ok, no es que no quiera contar historias, no es que no me guste la idea de hacer cine, pero simplemente no tengo la energía para ir por esa ballena blanca.
Una ballena blanca, boom, si, hacer cine ha sido mi ballena blanca, pero y aquí es cuando se pone interesante la cosa, a la vez no. Por primera vez desde que hace 15 años me propuse hacer cine, me di a la tarea de analizar lo que estaba persiguiendo con tanto empeño.
Me di cuenta que mi idea de tener éxito era totalmente imprecisa, claro tenía esta noción de que iba a hacer películas y contar historias, pero que iba a definir que fuera exitosa o no, era algo que no había definido.
Cuando empecé a estudiar cine, la meta era obvia, terminar la carrera, después de eso fue encontrar un trabajo en la industria, pero los años pasaron y no encontré nunca ese trabajo deseado, encontré trabajos, pero ninguno que llenara mis ansias creativas, y emprendí un camino de hacer cine de forma independiente.
Entonces empecé a escribir mis propios guiones, y a producirlos, abrí un canal de Youtube, vendí mis guiones, trabaje produciendo, y si hice mi primer cortometraje como directora y guionista y lo mostré a un público nada despreciable.
Nada de estos logros parecían importar a inicios de este año, ante mis ojos nada de eso contaba, ¿por qué? Porque no tenía una meta clara. Probablemente haberme detenido fue una bendición, de otra forma tal vez hubiera seguido el camino, me hubiera empujado, cada vez más, sin saber exactamente a donde iba, buscando entrar a festivales, obtener financiamiento, producir proyectos más grandes y más grandes, mientras tanto siempre hubiera estado haciendo “muy poco”, o nunca hubiera sido suficiente en mi mente.
Sé que una gran parte de mi simplemente quería ser aceptada como parte de la industria, pero ni siquiera ahora sé que significa eso. ¿Significa premios en festivales, o una cantidad de producciones a mi nombre, o simplemente que la gente viera mis creaciones?
Cuando deje ir ese sueño, me sentí triste, pero estoy tan exhausta de empujarme al limite todo el tiempo, que la verdad estaba también aliviada.
Ahora miro el futuro, y sé que tengo un emprendimiento que quiero sacar adelante, y quiero continuar entrevistando mujeres increíbles y creativas para Youtube.
Me cuesta pensar que este es el fin de mi historia haciendo cine, pero honestamente ya no me importa a donde vaya, si se detiene un año o 20 o si queda como algo que me enseño mucho de la vida.
Lo importante ahora es disfrutar la vida, no más sacrificar hoy para después disfrutar. Tal vez la lección más importante de este año es que la vida es hoy y ahora y hay que disfrutarla lo mejor que podamos.
Desde el satélite de Venus, cambio y fuera.