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2025 – Segundo acto – lo incómodo

Llevo estudiando como contar historias de forma formal y con investigación desde hace más de una década, soy una estudiante voraz, cada libro, cada estudio o pedazo de información que me llega desde diferentes perspectivas me ha ayudado a profundizar los fundamentos de algo que para nosotros humanos es casi tan natural como respirar. Contamos historias por una infinidad de razones, pero sobre todo para hacer sentido de lo que nos sucede.

Aquí estoy en uno de esos procesos que parecen misteriosos, como decide uno finalmente cual es la historia que quiero contar.

Tal vez antes de terminar de escribir la historia de Corazón de Maíz, tengo que escribir la historia de este año. Este año de grandes emociones, de sueños épicos, de encontrones con la realidad, de viajes fantásticos, de la culminación de algo que tal vez he estado planeando desde que me decidí a contar mis propias historias.

Este año comenzó con un viaje a Jalisco, paralelamente estaba en el proceso también intensísimo de aplicar a FOCINE uno de los fondos más complejos para aplicar. Los primeros días en la hermosa Guadalajara planeamos el rodaje, llegaron los refuerzos para el equipo, Kathrin Meier en diseño de producción, Dani Garibaldi como asistente de dirección. En Quito Cristina Muñoz seguía metida de cabeza en la carpeta de producción como mi mano derecha de producción. Manejamos hacia Teuchitlán, una pequeña localidad que es más conocida por las pirámides circulares de Guachimontones que por cualquier otra cosa. A unos cuantos kilómetros en Ahualulco de Mercado nos esperaba Maru Toledo, renombrada investigadora culinaria prehispánica con su grupo Las mujeres del Maiz. El rodaje fueron unos días intensos de acompañar y sumergirnos en su mundo callado lleno de olores conocidos y cotidianos, envueltos en procesos desconocidos y rituales casi perdidos. El sonido del metate para moler el nixtamal, el sonido de la leña cocinando a fuego lento guisos desconocidos con ingredientes locales. Maru como siempre profesional, cordial, y segura de su conocimiento. Era un hito en el documental, en mi vida. Llevaba intentando hacer que el rodaje sucediera desde el 2021, cuando visité a Maru por primera vez, en aquella ocasión también con mi mamá. No podía creer que finalmente estábamos ahí.

Pero antes de salir para el rodaje ya en México con 2 días de tiempo me decidí a aplicar a una escuela de distribución en Ecuador, para que me dieran una beca y poder aprender todo lo que no sabía de como hacer llegar este documental a la gente. Recuerdo que el cansancio era tal que la tarde y noche que hice la aplicación, el día antes de partir hacia Teuchitlán, estaba mareada, la pantalla se me hacía borrosa, los dedos se movían por alguna magia negra porque ya estaba más allá de lo que me era posible. Creo que fue un pequeño milagro haber enviado la aplicación, pero era una oportunidad tal vez única. El tren solo pasa una vez. La envié y contrario a todas mis predicciones gané un puesto en Estrategia. La escuela comenzaba el 4 de febrero, solo dos semanas después del regreso de México.

A la vez estábamos trabajando todavía en terminar la carpeta de producción para FOCINE, hubieron tantas veces que pensé que no lo ibamos a lograr, Cristina y yo hicimos el trabajo de probablemente 4 personas, en solo 3 meses. Un mes entero trabajamos en el presupuesto, y de tanto ver ese excel veía ya el mundo en forma de cuadrícula. El trabajo pagó. Enviamos la carpeta, con tiempo, como se debe y me gusta. Susana Juarez fue la que se dió al trabajo de diseñar la parte gráfica, quedó linda. Estoy orgullosa, sobre todo al ser esta la primera vez que aplicaba al fondo. Mis expectativas eran bajas, pensé que no pasaría ni el primer filtro. Cuando me llegó la notificación de que necesitaban que modificara 2 documentos para pasar a la siguiente ronda y la modificación era en realidad algo de formato, no lo podía creer. Hay gente que pasa años sin pasar ese filtro. Lo pasamos, nuestro proyecto llegó al jurado. Un jurado que tiene un trabajo difícil, darle el poco dinero que hay a unos cuantos proyectos. Ya en este punto es un volado.

Cuando los resultados salieron unos meses después vino ese primer golpe del año, no nos dieron el IDFA, no nos dieron FOCINE, de uno no te dan razones, pero de FOCINE la razón me dejo fría, la única razón que me pudieron dar era que el documental era autorreferencial…. no sabía ni que hacer con esta única crítica. Tal vez no había razón real para no apoyar mi documental, tal vez simplemente habían proyectos más fuertes en su ruta, con otros apoyos, tal vez mi documental es demasiado controversial, tal vez puede ser incómodo. Por la razón que sea aún con el no, había sobrepasado mis propias expectativas, mi proyecto había llegado a manos de los jurados y su crítica era tan subjetiva, nada de peso para no dármelo. Si lo veo como otra cosa que gané. Gané contra mis propias expectativas.

No quiero mentir, en ese momento me sentí como una perdedora, les tuve que decir a mi equipo que teníamos que desarmar el grupo de trabajo, que esta parte del viaje había terminado. Fue muy feo tener que despedir a mi equipo sin poderlos contratar primero.

Ya eran mediados del año y la escuela me dio unas herramientas increíbles, por ahi se atrevieron a decir que nosotros eramos el futuro del cine ecuatoriano, grandes expectativas del grupo de cineastas que habían reunido. Se sintió bonito que alguien creyera en mi, en mi voz, en el proyecto. Pienso en que me fui a México en 2016 porque pensé que no había espacio para crecer como cineasta en un país como Ecuador, y aquí estaba de vuelta contenta de lo equivocada que estuve.

Me tomó la mayor parte de 10 años encontrar mi voz como cineasta, creer en mi misma, dejar todas las excusas y hacer lo más incómodo de todo. Sí, este es mi segundo acto. Ese momento en el que el protagonista ha hecho todo lo que se le ocurre que es seguro, que es lo que se espera, pero no es suficiente, nunca es suficiente. De la frustración, de ese lugar donde parece todo perdido, todo en vano, nace esa idea loca, esa idea que parecía tan lejana, tan poco probable que funcionara, que por fin tienes que darle una oportunidad, una oportunidad que se siente como una plegaria, que se siente como lanzarse al vacío sin paracaídas esperando que algo mágico suceda y empieces a volar.

Los siguientes meses creo que podría haber caído en la apatía, en la desesperanza, en creer que no había forma de seguir, pero recordé que estaba en el segundo acto, que mi historia no ha terminado, que este es el momento en el que las historias que valen la pena recordar suceden. Sin financiamiento extra, sin ideas de como continuar decidí apostarlo todo, gastarme el resto de mi pequeño presupuesto y terminar de filmar corazón de Maíz. Ahí estabamos de nuevo planeando el siguiente rodaje, el problema, ya teniamos pasajes para ir a Alemania, donde debíamos continuar filmando, pero nuestros personajes no terminaban de concretarse. Pude haber entrado en pánico, pude haber dejado de dormir, pero tal vez 10 años haciendo esto me ha enseñado un par de cosas, todo se puede, a veces solo se necesita un poco de suerte. La suerte sí llegó, y en una semana pasé de no tener nada seguro a asegurar la participación de Karina y su familia pero además se integró a esta historia que cruza fronteras Daniela de Masamor en Suiza…. Lo diré mil veces, este proyecto es un encargo divino.

En menos de un mes manejamos 2 mil kilómetros, grabamos 8 días completos, cruzamos 3 países, hicimos nuestras maletas incontables veces, hicimos lo que parecía imposible, con un niño de 2 años. Fue un viaje de proporciones épicas, el primer rodaje lo hicimos mientras peleabamos contra un jetlag que hacía que solo pudiramos dormir 4 o 5 horas cada día. A los niños no les importa que al siguiente día tengas un rodaje. Pero fuimos recibidos con tanto cariño por Karina, que fue uno de los rodajes más bonitos hasta la fecha. Después de estar en Mainz con Karina tuvimos unos días libres y quise mucho cancelar el viaje a Suiza, quise mucho tirar la toalla. Otro rodaje solo los 3, era una locura. Lo único que nos hizo ir era que todo estaba planeado, lo peor que podía pasar era fracasar en el rodaje. Pero no sucedió. Ya para ese momento estábamos acoplados al horario, Benjamín fue un niño ejemplar, y contra todo pronóstico también logramos filmar en Zurich. Conocer a Daniela y a su equipo me dio también esperanza, si una tortillería estaba teniendo éxito en Suiza de todos los lugares del mundo, tal vez este documental también podría florecer. Ahora nuestro documental se había filmado en 4 países, y aunque estabamos lejos del final de los rodajes se sentía como si de pronto ya nada nos podría parar.

Corte a México. Ciudad de México, esa perra ciudad que me vió nacer. Tal vez hay algo que decir de los nacidos en CDMX, tal vez es el aire, tal vez es que somos como cucarachas, sobrevivimos todo pero volver al inicio se siente significativo. Estamos de paso, vamos a Veracruz, a Chicontepec, en la huasteca veracruzana, en la sierra.

Chicontepec es una pequeña ciudad, una pequeña iglesia blanca se asoma entre las montañas, es como un balcón desde donde se puede ver toda la cordillera. Soy una mujer de montañas he aprendido. Este lugar tan desconocido, se siente tan familiar. La subida al pueblo se hace eterna, la carretera no esta en muy buen estado, los caminos son estrechos, me hacen pensar en Ecuador también. Al entrar al pueblo tengo que llamar a mi prima, no hay forma de pasar, el mercado ocupa medio Chicon y ningún GPS nos va a ayudar. Han parado todo el tráfico, una ambulancia tiene que pasar en sentido contrario. Pasan los minutos a la entrada. Finalmente nos movemos, la ciudad tiene 3 calles principales, y parece que solo una está habilitada para los autos. La casa de la familia por fin esta a dos minutos. Estacionamos, y hago a mi mamá esperar a regresar después de casi 40 años al lugar que inspiro todo, su negocio, su propósito, y tal vez el mío también. Quiero acompañar a mi mamá pero Benjamín se pone terco y mi mamá entra sola, tal vez es lo mejor. No he visto el material.

Los días en el pueblo pasan entre visitas al mercado y al cementerio, estamos en temporada de Xantolo, o todos Santos. Los altares en cada casa son para hacer un documental, es mi época favorita para estar en México. Estoy demasiado emocionada. Tener a mi niño y a mi mamá en este lugar, se siente correcto. Benjamín la pasa bien con todas sus tías, el niño consentido. Filmamos la casa, volamos el dron, casi logramos contar los siete cerros que tal vez dan el nombre a Chicontepec. Chikome (siete) y tepetl (cerro).

Hago una visita por la noche al cementerio, solo llegamos a la cripta familiar que esta al principio del cementerio, no hay mucha gente ni muchas tumbas decoradas. Tal vez un día traiga las cenizas de mi abuela a descansar aquí.

Nos vamos con el corazón contento, como si hubieramos llenado el tanque. Algo de haber estado en este lugar me renueva. Estoy lista para la última parada. Llegamos a Querétaro un domingo en la tarde. La ciudad me es completamente ajena, no soy de esta parte de México, no tengo ningún apego, ni imagenes en mi memoria, pero me emociona por fin poder llegar a esta parte de México, aquí esta Miriam y su equipo de trabajo de Bendito Maiz. De todas las entrevistas en esta es la única en la que lloro. Lloro con Miriam y nos abrazamos porque tal vez ella es la única de las mujeres de corazón de Maíz que siente como yo con tristeza lo que se ha perdido en nuestro país. Me siento profundamente conectada con su visión del mundo. Kathrin querida me vuelve a acompañar en este último rodaje en México, su presencia me da fuerza. Hacemos creo que un buen equipo. Quiero que no sea nuestro último rodaje juntas.

Se termina este rodaje con un último día en el que filmamos el amanecer, y acompañamos a Miriam al molino comunitario. Es una experiencia.

Regreso a Ecuador después de pelear 2 semanas para poder sacar mi pasaporte mexicano, y es que a veces cuesta tanto ser mexicano, cuesta tanto estar orgulloso, cuesta porque nuestro país es de grandes contrastes, y contradicciones.

Cuando nuestro avión aterriza en Quito, quiero besar el piso de mi ciudad franciscana. Estoy agradecida de ser ecuatoriana, estoy agradecida de mi casa junto al bosque, lejos del ruido y del tráfico. Estoy enferma, estoy exhausta, pero estoy. Que año tan épico.

¿Qué traerá el próximo año? Todavía es muy dificil verlo, pero estoy emocionada de lo que sigue.

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En la mitad – documentalista, mamá, viajera

Hace 3 semanas que regresamos de nuestro viaje épico al viejo continente, tengo todavía un cansancio que parece no querer desaparecer, aunque el jet lag se ha ido por fin, todavía estoy intentando regresar a la rutina.

Estamos entre rodajes, esta segunda parte del año se siente ruda, y también se siente inevitable, como si el documental hubiera tomado vida propia y además se hubiera apoderado de nuestras vidas. A veces siento que estoy fracasando espectacularmente, y en el mismo instante también me siento ganando en la vida, “high on life” diría el marido. Me siento fragmentada, reuniendo pedazos de mi cerebro y de mi corazón, arrastrando la cobija la mayor parte de los días, queriendo ser más de lo que aparentemente puedo ser y a la vez sí lográndolo. Logrando qué, todavía no lo sé exactamente, y es que siento que estoy pretendiendo, y luego pienso que todos estamos un poco pretendiendo saber que hacemos y hacia donde vamos. El futuro es incierto, se hacen planes, pero la vida hace lo que se le da la gana.

Estamos entre rodajes y quiero abrir mi guión del documental pero me da ansiedad, porque en este punto no estoy segura de que escribir, se siente como si el proceso de este documental fuera más bien un proceso de atrás hacia adelante, y mientras veo a mis colegas hacer muchos productos audiovisuales, más bien en una onda super organizada y productiva, mi proceso parece no tener ni pies ni cabeza. Empiezo a sentir que no se que estoy haciendo, y luego me recuerdo que tengo muy claros mis objetivos y que eventualmente cuando tenga todas las piezas el panorama se aclarará.

Nos vamos de regreso a México pronto, más pronto de lo que puedo digerir lo que ha sucedido en el rodaje anterior. Apenas estoy viendo el material, y me sonrío al hacerlo. Pienso que hay algo de magia en lo que capturé, aunque también hay mucho, muchísimo trabajo por delante. Eso debería emocionarme, la verdad es que estoy en la mitad, y siento que no tengo fuerzas para seguir.

Quisiera escribir de Alemania, y de Suiza, de lo que nos pasó y de todo lo que vivimos con nuestro peque, pero se siente redundante y repetitivo, aunque claro que no lo es. Tal vez en este momento todo lo que no sea esencial quedará relegado.

Tengo 20 videos que cortar para nuestra cuenta de insta de @corazoncitodemaiz y se siente superfluo, e innecesario, aunque eventualmente sé que estaré lista para seguir creando.

Ahora estoy en un proceso muy profundo de creación de este documental, que requiere toda mi fuerza mental y emocional. Vamos a hacer un viaje al pasado con mi madre y me siento afortunada, emocionada, y sobre todo a la expectativa. Ir al pueblo de mis antepasados como casi ultima parada del documental se siente simbólico. Es tal vez el fin de una era.

Fotos de nuestra excursión a la exposición más grande de calabazas del mundo en el castillo de Ludwigsburg.

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Un día en la vida con mi pequeño de 2 años 9 meses

Hace más de un año que escribí sobre nuestro día y no puedo evitar pensar lo mucho que han cambiado las cosas, hoy no fue un día que tal vez recordaría particularmente en el futuro. Pero hoy en medio de mi café de la tarde con mi libro en la mano, me di cuenta que sí efectivamente estaba en la mitad de la tarde, leyendo, no 1 página, sino un capítulo completo, mientras mi hijo estaba acompañando a su papá que estaba tirado en el sofá cual largo era. Pequeñas victorias en esta vida de ser padres, no parecerá mucho, pero se sienten como pequeños milagros.

Fue un domingo tranquilo, sin muchos planes, estoy con mi periodo, cansada y adolorida de todo el cuerpo. Me levanté a las 7:15 de la cama, aunque en realidad Benjamín ya no toma casi leche de noche y por fin después de casi 3 años está durmiendo bastante bien, se despertó a las 5:30 a pedir leche, sí todavía le doy de mi leche, a veces siento que ya no sale, pero luego me sorprendo cuando lo escucho tragar y tragar y le queda leche en el resquicio de la boca. Después de tomarse su leche logra dormirse un ratito más pero a las 6:11 ya está despierto, claro pide de nuevo leche y se la doy, pero en realidad sé que no se dormirá mucho más, diez minutos después pide ahora leche de vaca: leche aso (leche en vaso). Le pregunto, aquí o abajo. Temo un poco que diga unten, que pronuncia nten, sin decir bien la u, abajo en alemán, pero por suerte dice aquí, y señala la cama. Le pido a mi esposo que sigue dormido que le traiga la leche, por suerte no lo tengo que convencer, y me deja cerrar los ojos otro ratito. 2 minutos antes de que suba el papá con la leche Benjamín se da cuenta que papá ha bajado sin el y se siente muy molesto, empieza a decir papa nten nten. No tardo en asegurarle que ya sube su papá cuando aparece mi esposo en la puerta. Lo tenemos que convencer de que se tome la leche acostado en la cama, acepta a regañadientas, y hace que su papá sostenga la botella de leche de vaca. Se la toma y yo me vuelvo a dormir. Son las 7:15 de la mañana, me despierto porque escucho a Benjamín y a mi esposo hablando. Mi esposo le advierte que deje a Hans, nuestro perro de 6 años, que no es el mejor perro para niños pero que por fin parece haberse amigado con el peque. Aún así es temprano y Benjamín que ya claramente está aburrido, se bajó de la cama y empezó a jugar con los perros aunque a ellos no les guste. Finalmente Hans harto le lanza la mordida, Benjamín no llora, en realidad no lo muerde y el sabe que solo es una advertencia, pero deja al perro. Yo me levanto enseguida cuando escucho el alboroto, lo siento en la cama y le pregunto donde lo mordió. El está triste, apenado, y no me dice nada solo se ve sus manos. Está cabizbajo. Me muestra por fin después de preguntarle varias veces la manos que le “mordió”, no tiene nada.

Logro vestirme, un pantalón cómodo lila, y mi camiseta nueva de Puerto Vallarta, pero hace frío y me pongo un fleece color rosa encima. Ayer me cortaron el pelo y me siento un poco trasquilada, pero también me siento que me va bien el nuevo corte. Benjamín no quiere sentarse en su nica a hacer pipi. Hace 2 meses le quitamos el pañal, y contra todo pronóstico, fue mucho más fácil de lo que esperaba.

Tengo que llevarme a la parte de abajo de la casa todos los juguetes de Benji y además su ropa. Hoy le pongo un pantalón color vino, como mallas porque desde que dejó el pañal todos los pantalones se le empezaron a caer y me tocó ir a buscar nueva ropa, en eso aproveché y le compré unas mallas rosas y vino porque tenía semanas pidiéndome un pantalón rosa. Trae también una camiseta de manga larga con un camión y sus botas color café estilo uggs que me encantan.

La idea es desayunar rápido y salir a casa de mis papás para poder luego nosotros ir a desayunar. Desayunamos lento, no rápido. Benjamín insiste en todo momento que su papá le de de comer, no lo quiere dejar hacerse su café y cuando empieza a perder la paciencia mi esposo, decide pedirme bubi. Y si ahora lo dice así bubi bubi. Mi esposo le dice frustration juice y yo no sé si quiero ahorcarlo o reírme cuando dice esas cosas, supongo que un poco de las dos.

Me siento frente a la mesa y le doy el seno, mientras intento comerme mi pan y mi café, es casi una hazaña que pueda detener al muchacho de 13 kilos y la taza de café al mismo tiempo y además no regarle nada encima.

Eventualmente le logramos terminar de dar de desayunar y me lo llevo a lavar los dientes, pero claro antes de eso hay una negociación de cuanto puede jugar con su papá y sus carros. Le lavo los dientes y se deja, no hay peleas, increíble pero a veces pasa. Luego intento peinarlo y eso ya no me lo permite. Empieza a gritar papa papa, y no puedo peinarlo, solo logro con las manos mojarle un poco los risos rebeldes que están más hermosos que nunca. Me alegro demasiado no habérselos cortado.

Yo logro peinarme, maquillarme y me cambio de ropa porque la camiseta de Vallarta es demasiado ligera para la fría mañana quiteña.

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Salir de la casa parece siempre una tarea épica, tenemos que sacar a los perros, intentar que Benji se ponga zapatos y salir por la puerta casi me da un ataque al corazón. Finalmente con 2 maletas 1 de ellas de juguetes, cambios de ropa, snacks, salimos son las 9:35. Mejor que ayer me digo y me felicito. Ayer nos tomó 3 horas desde que despertamos hasta que salimos de casa hoy solo 2.

En el auto escuchamos la canción en repeat del mes que ha sido Death Club City o DCC como le dice mi precioso, y si lo dice di, ci, ci. Y la pide. La cantamos en el auto los tres, respiro tranquila y feliz. Siento que estos son los momentos por los que todo vale la pena, los tres en el auto cantando felices.

Llegamos a casa de mis papás, en la puerta de la casa salen a recibirnos mis dos papis. Hoy mi papi trae la camiseta del Tour de France de color amarillo que le traje hace muchos años y está intacta y le queda hermosa pienso, pero olvido decírselo. Saludan a Benji y luego a nosotros, el marido está bien vestido con su camiseta lacoste color cielo que le queda espectacular y su pelo suelto, largo, que necesita un corte, pero me hace pensar en cosas que no puedo escribir en este blog.

Entramos a la casa y ya enseguida Benjamín toma de la mano a papá y a la abu Caro para llevarlos a la sala de estar y empezar a jugar. Yo me voy a la cocina con mi papá y converso un poco con él sobre nuestro posible viaje. Luego subo a despedirme de Benjamín pensando que va a llorar y querer que no me vaya, pero para mi sorpresa dice mama weg, y me hace a un lado.

Le doy un beso en la cabeza y después de otros 5 minutos de conversa con mi papi, sobre la comida y otras cosas logramos con el marido salir a “desayunar”.

Durante el desayuno planeamos nuestro viaje, peleamos sobre cuanto gastar en alojamientos, vemos 10 hoteles en Paris y no nos gusta ninguno.

Termino exhausta y con dolor de cabeza. Pagamos el brunch, huevos benedictinos, smootie, café. Compramos un poco de pan y salimos hacia la casa de mis papás, son las 11:45. 2 min después suena el teléfono, mi mamá preocupada dice, no te vayas a asustar y yo intento no entrar en pánico cuando escucho a Benji llorando. Me dice es que te quiere a ti.

Logro decirle que ya vamos y el teléfono se cuelga. Llego y veo su carita asomando por la barda de ladrillo visto con mi mamá cargandolo. Cuando por fin me acuesto con él y nos quedamos dormidos los dos, el en mi brazo después de tomar su leche, siento que esto es mejor que cualquier otra cosa en el mundo.

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Al despertar le damos de comer, come en la mesa con todos. Pienso que grande que está, come lo que comemos los demás aunque se lo cortamos chiquito. Vemos muchos episodios de Bluey mientras le ayudo a mi hermano a pedir un chaleco por internet. Eventualmente le pido a mi mamá pastillas para el dolor, y es que el dolor y el cansancio son tremendos.

Solo quiero ir a mi casa y descansar. Me imagino en el parque de nuestra casa, con los perros y nuestro niño. Y sí así termina un poco nuestro día. Regresamos a casa, sacamos a los perros, jugamos en el parque, corro con los brazos abiertos y me siento viva, me pregunto porque las otras mamás no salen a jugar con sus hijos al parque, sigo corriendo y me deleito en la risa de mi niño, lo cargo y le hago cosquillas. Hans me lame la cara y por un momento aunque estoy cansada estoy tan feliz.

No logramos dormirlo sino hasta las 8:45, y en ese momento que ya tengo la casa para mi sola, solo siento que he tenido un día maravilloso.

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Una mañana en mi vida con mi bebé de 21 meses

Son las 5:30 am la puerta del dormitorio se abre y escucho la voz de mi esposo. -Te estaba buscando, no puede dormir desde las 4 de la mañana. -Tráelo -Le digo. Ahi en la puerta está parado mi esposo con cara de sueño imposible y en sus brazos ni nene. Lo pone en la cama y abro la cobija para recibirlo, darle mi seno y hacerlo dormir. Estoy medio dormida, pongo su cabeza en mi brazo y saco mi bubi, el abre la boca feliz y se toma su leche. Lo siento como no pasan ni 30 segundos y ya está más relajado, la seguridad de mi pecho, su manita en mi estomago. Con mi otra mano acaricio su espalda y su olor de bebe me llena. Soy feliz.

A las 7:30 lo siento moverse de nuevo, se quedó dormido en mi brazo y me siento un poco entumida pero me mira con sus ojos amorosos y sonrío. Luego empieza a llorar, pidiendo más leche. Con un poco de trabajo lo cambio de lado de la cama porque ya está pesando casi 12 kilos y lo dejo tomar más leche mientras yo cierro los ojos intentando dormir un poquito más, la cama se siente tan cómoda. Quiero que se duerma otro rato pero sé que tengo contados los minutos antes de que salga corriendo.

No he terminado de pensar en esto cuando ya lo siento despegarse y escabullirse de la cama. La cama que está en su habitación en realidad es un colchón matrimonial en el suelo. Fácilmente se baja y abre la puerta. Tengo que levantarme corriendo y le grito -Benjamín! Tengo pánico de las escaleras, y me pregunto si la puertita está cerrada. No está cerrada pero Benjamín pasa como un bolido por el pasillo sin ver las escaleras. Llega a mi habitación y abre la puerta con fuerza. Se azota la puerta y lo veo correr hacia mi esposo que intenta seguir durmiendo. -Papa papa – dice en alemán y lo jala del brazo hasta que logra su cometido. -Benjamín ven, deja dormir a Papá. -Me mira desafiante y dice firmemente – NO!

Mi esposo abre los ojos y lo saluda. Benjamín entonces camina decidido hacia mí y me empuja hasta que me saca de la habitación. Suspiro y le cierro la puerta. -Voy por tus cosas para quitarte el pañal -le digo a través de la puerta. Es más un mensaje para mi esposo que para Benjamín. En la oficina sigue toda la ropa de Benjamín, hace casi 3 meses que cambiamos su habitación pero el closet no he querido cambiarlo, es más facil me digo, tener las cosas más cerca, en realidad creo que solo no tengo energía para trastear. Escogo su ropa y me pregunto sobre el clima, haciendo calculos de cuantas capas de ropa será mejor ponerle. Escogo un pañal de tela con ajolotes en el estampado y un calentador que está por quedarle pequeño. Sé que pronto tendré que sacar las cosas de la talla 2 pero evito pensar mucho en eso porque me invade la tristeza cada vez que tengo que sacar ropa que le queda pequeña.

Entro a la habitación y lo encuentro subido en la cama jugando con sus autos, Rayo y Mate, los personajes de la película Cars, mi esposo está cambiandoles las ruedas. No sé en realidad quien disfruta más los legos, si mi esposo o mi hijo. -Benji, ven tengo que cambiarte. -Le digo intentando llamar su atención. Primero no me hace caso y luego se lanza hacia las almohadas para esconderse. Entre jalones y estirones por fin logramos entre mi esposo y yo acostarlo para quitarle el saco de dormir y la pijama. El cambio de pañal hoy por suerte no es una pelea. Estamos en esa etapa. Terminamos de cambiarlo y muy feliz dice -Fertig! – Listo en alemán. Me pregunto porque está hablando más alemán que español, por un lado me siento orgullosa, por otro lado siento que mi esposo está haciendo un mejor trabajo que yo…

Se baja de la cama y se lanza a abrazar a Ramona, nuestra perrita de 12 años que lo aguanta como una santa. Pero hoy no es el día y Ramona se quita enseguida siente el peso del cuerpo de mi bebé encima suyo. Hans nuestro Spitz alemán de 5 años hace rato que salió corriendo. Mientras intenta acariciar o más bien agarrar a Ramona me cambio de ropa, leggings y calentador encima. He perdido 18 kilos desde que nació Benjamín y ahora me muero del frio todo el tiempo. Estoy pesando 62 kilos, 5 kilos menos que antes de embarazarme. He perdido mucho músculo.

Logramos finalmente vestirnos y bajar a desayunar, Benjamín ahora ya puede bajar las escaleras con mi ayuda. Les abrimos la puerta a los perritos y los dejamos afuera en buena parte para que Benjamín no los persiga. Hoy no lograré hacer Yoga, me siento cansada, a pesar de haber dormido casi 6 horas de corrido. Tengo una infección en el utero y no es mi mejor día.

Preparamos el desayuno, en el mesón de mármol blanco de la cocina de mis sueños tenemos arrimada una torre de aprendizaje. Benjamín corre de la cocina a la sala dando grititos y se rehusa a subirse en la torre. -Benjamin, a lavarse las manos, no quieres desayunar? -Benjamín me mira y sale corriendo a la sala, hunde su cabeza en el sillón de la cocina muerto de la risa.

Me doy por vencida después de la tercera vez y mejor aprovecho para hacerme mi café. Finalmente cuando ve el jamón pide que lo subamos para desayunar. Le lavamos las manos y lo subimos en su torre, donde feliz empieza a meterse los pedazos de jamón a la boca. Nos señala el lugar vacío en el plato donde normalmente hay alguna fruta picada, sobre todo fresas. Su papá le pregunta si quiere fresas y señala el refri. El café está casi listo y me siento a desayunar mientras Benjamín sigue desayunado sus fresas parado mirando su papá, que siempre tarda una eternidad en preparar su desayuno sigue haciendo sus sandwiches.

Finalmente nos sentamos los 3 en la mesa, Benjamín pica de mi huevo con salsa verde y se roba mi magdalena. Eventualmente pide más leche, de mi leche, pero le ofrezo mejor leche de vaca, no es su primera opción pero se la toma.

Termina de comer y me empuja el plato en señal de que ya está lleno. Luego grita -Fertig! y sale corriendo a la sala. Pretende que juguemos con él pero le decimos que estamos todavía desayunando y que puede jugar con sus juguetes. En algún momento me decidí a decir esto y al principio fue dificil, pero eventualmente se acostumbró. Aún así todos los dias intenta. Luego de un momento se para frente a nosotros y nos dice -Ceci -Lo dice más como chechi pero entendemos lo que quiere decir. -Hoy no viene Ceci, hoy es fin de semana y tienes a los papis solo para ti yei! -Intento que decirle que no viene su nanny sea algo positivo. Parece que funciona porque repite emocionado -Yei!

Para terminar de desayunar tengo que sentarme en la sala y jugar con sus carros mientras bebo mi café, que en este punto está más que frío. Pienso en calentarlo, pero sé que no tiene sentido. Ya casi es hora de cambiar de nuevo el pañal. Son las 9:30. Este cambio de pañal también requiere de dos personas.

Logro convencerlo de que nos lavemos los dientes después de jugar con sus rompecabezas. El juego de rompecabezas se alarga porque una vez que terminamos uno lo desarma y quiere volver a empezar. Tengo que cargarlo al baño, hay gritos y llanto. Lo siento en el escalón de la tina y le doy el cepillo. Claramente hoy no se va a lavar los dientes solo. Tengo que sentarme con el en suelo y entre gritos y manotazos logro medio lavarle los dientes. Le peino el pelo que tiene ya enredado. Sus risos están hoy un poco más rebeldes y pienso si es tan buena idea dejarle crecer el pelo mucho. Sentado y llorando logro peinarlo. Le abro la puerta del baño y le digo -Listo, eres libre! Sale corriendo pero no lo sigo, sé que la puerta de las escaleras quedó cerrada. Me empiezo a lavar los dientes y lo veo regresar. Toma el cepillo de dientes que quedó abandonado sobre el borde de la tina y se lo mete a la boca. Luego señala la pasta de dientes. Suspiro. Le pongo pasta a su cepillo y le sonrio. Le muestro como yo me lavo los dientes y me imita feliz. Finalmente sale mi esposo del baño y me empiezo a pintar el pelo de rosa mientras Benjamín se esconde detrás del carrito de las toallas. Mi esposo me releva y con el cabello lleno de tinte aprovecho los 20 min de espera para sacar la ropa grande de Benjamín del closet. Tengo que ver si algo ya no le queda y si necesito lavar ropa nueva. Encuentro camisetas talla 2 que están por no quedarle y me alegro de que por lo menos se las podré poner un par de meses. Regreso al baño para enjuagarme la cabeza y me encuentro con Benjamín en el suelo del baño que sacó múltiples botes de los anaqueles del baño mientras mi esposo se afeita.

Mientras me baño Benjamín está en los hombros de su papá, aprovechamos el momento para organizar un poco el día. Que vamos a comer, si saldremos en la tarde, que vamos a hacer el domingo.

Salgo de la ducha y logro vestirme, peinarme y maquillarme mientras Benjamín juega en la sala con su papá. Es raro tener tanto tiempo para mi. La comida ya está lista y no hay pañales que lavar, tampoco hay que lavar ropa o recoger nada. Hablo con mi mamá por telefono y finalmente bajo a ver si mi esposo no está con cara de porque me dejaste tanto tiempo. Sorprendentemente están jugando en paz y tienen cara de contentos los dos.

Ya son las 11:30 es hora de la siesta de Benjamín. Se frota sus ojitos y me señala mi pecho. Es señal de que quiere dormir. Un nuevo cambio de pañal. La resistencia es mínima, ponerle el pijama y me acuesto con el en la cama. Me alegro de que la comida esté lista porque ahora puedo cerrar los ojos y también descansar.

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Nuevos espacios

Finalmente después de años de soñar con hacer este documental, Corazón de Maíz, dejó de ser esta idea que me obsesionaba pero que no tenía el coraje de ejecutar. Faltan tantas cosas para terminar, pero siento desde hace unas semanas esta sensación de finalidad, de que aunque no estoy segura de como, sí hay una forma de que se concluya este proyecto, que sí es algo que vale la pena. Sé que Dios está aquí conmigo a cada paso que doy, y no tengo dudas ya de que su mano está en este proyecto. 

También siento que estoy en este momento en el que nuevas ideas pueden florecer, nuevos proyectos, por fin hay espacio de nuevo para crear, después de un bebé y un documental, los dos ya empiezan a caminar solos, a hacerse su camino, y yo me quedo con esta matriz llena de vida. Hay espacio para soñar, hay espacio para construir, puedo tal vez volver a escribir, puedo tal vez de nuevo tener otra loca idea. 

El futuro es incierto, es emocionante también. 

Fotograma del documental. El primero que hago público.

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Día 2

Hace algunos años leí una teoría en un libro de René Brown sobre los procesos creativos y como el día 2 (o la mitad del proceso) suele ser la parte más compleja. Ahora que estuvimos enseñándole a nuestro peque a usar el baño me volví a encontrar con un proceso que también tiene el temido día 2. 

Pasar por este día con mi pequeño niño no fue lo más agradable en el proceso de que dejara el pañal. Ya había pasado el momento en el que lo felicitamos y le dimos su regalo de despedida, ya la novedad de hacer sus necesidades en el nuevo lugar empezó a sentirse “serio” y no como algo temporal. Había un cambio palpable pero los resultados todavía se iban a tardar en llegar, entonces mi pequeño estuvo muy frustrado, enojado, sensible, y claramente cansado o en otras palabras hasta la madre. Una buena parte de él quería regresar a la comodidad del pañal, a lo conocido, aunque literal fuera una mierda. Pero el sabía que nosotros creíamos en él y además el quería la recompensa de poder jugar con sus autos de niño grande a los cuales no tendría acceso si regresaba al pañal. Fue un día duro, durisisisimo, tuvimos una gran victoria en la noche pero aún así terminamos agotados. El siguiente día fue notable que algo había cambiado, de pronto regresar ya no era una opción, y eso eso sí que da miedo. El tercer día fue el día más largo de su corta vida, se despertó ansioso a las 4:45 am y se durmió hasta las 9:30 cuando su cuerpo no pudo más. Hubieron gritos, pataletas, comió poco y estuvo en general mal genio, aún así era obvio que estaba ya en buen camino a dejar los pañales. Finalmente al cuarto día no tuvo ningún accidente y la vida comenzó a encaminarse a una nueva normalidad.

Todo esto me hizo pensar en mi propio camino para convertirme en cineasta. Creo que había estado como mi niño, intentando sin intentar por mucho tiempo. Sólo ahora que simplemente me lancé sin plan B es que empecé el proceso real. Desde que comenzó el año he estado en lo que llamo el día 2.

El día 2 empezó cuando después de meses de negociaciones logramos consolidar la participación de un personaje muy importante para el documental y además gastamos la mitad del presupuesto para poder realizar la filmación. A la vez le metimos todo a los fondos de fomento, contratamos una asistente de producción y empezamos a apostarle con fuerza al proyecto. Ahí en esa intensidad nos ganamos una beca de la escuela de distribución de cine de Ecuador, y todo comenzó a volverse serio. Empiezan a ver las similitudes, espero. Si lo ven saben que lo que viene no es agradable.

Durante estos meses he estado de genio. Molesta, desganada, desmotivada, dudosa, culposa, y queriendo meterme debajo de una roca y desaparecer, pero no puedo porque estoy en la mitad, estoy en el día 2, el día de no retorno. Quiero llorar de emoción pero también siento que voy a vomitar de la ansiedad algunos días. Hago progreso, me envían una música hermosísima para el documental, y siento que esto puede ser aún más increíble de lo que jamás imaginé. Alguien más se suma a nuestros esfuerzos, una nueva idea rompe otro esquema obsoleto en mi mente, pero hay resistencia de mi parte, dudo, quiero decir esto no vale la pena, pero ya no puedo, algo ha cambiado, todavía no se ven los resultados, pero es palpable el progreso. Creer en mi misma y en este documental me ha cambiado la vida, de una forma ya irreversible. Estoy en el día 2, entre temerosa y esperanzada, entre cabreada y emocionada, sin saber como voy a resolver la mitad de los líos en los que solita me he metido, pero con la convicción de que puedo encontrar esas respuestas.

Solo puedo confiar en que como mi niño al final del proceso habré dejado mucha mierda atrás y todo habrá valido la pena.

Desde el satélite de Venus, cambio y fuera.

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La vuelta al mundo

Érase una vez una cineasta llamada C que logró estrenar su primer cortometraje de ficción con un público de dos mil personas, pero que creyó que eso no era válido para su carrera porque sus métodos no habían sido los convencionales. 

C creía que para poder llamarse cineasta tenía que dejar de hacer cine a su forma, con sus propios recursos, dejar de hacer alianzas con empresas privadas, asociaciones, fundaciones u organizaciones del gobierno que no tuvieran que ver con el cine o lo audiovisual, tenía que dejar de pensar en distribuir sus cortos en espacios alternativos para poder entrar a los festivales, que le pusiera algún europeo un sello de aprobación y poder decirle al mundo que ya había sido aceptada. 

C se fue a vivir a México queriendo hacer las cosas “bien”, la contrató un señor muy “feminist”a con una productora audiovisual que le dijo que no creía que pudiera hacer cámara porque nunca le había visto con una y que le dio miedo su iniciativa y como empezó a brillar con sus clientes. Vió como dicho señor hizo una película, que puso en 3 festivales y nunca nadie más la vio. 

En medio de una gran crisis, porque se quedó sin trabajo, renunció a su idea de hacer cine. Se dijo que era muy difícil (y ahí no estaba equivocada) se dijo que no quería hacer cine que se quedara en un cajón, se dijo que no tenía idea de como hacer que las cosas sucedieran en un medio elitista. 

Pero había una idea rondándole la mente, y de vez en cuando en el silencio de la noche, todavía pensaba en lo bonito que sería ver esa película en una sala de cine. 

Pasaron años, y la idea no se iba, se mudo de ciudad, empezó su propia empresa, le cayó una pandemia y en sus tiempos de ocio la curiosidad le ganó y empezó a investigar el tema de su idea, poco a poco, sin mucha confianza y sin saber si un día se atrevería a regresar al ruedo. 

En su nueva ciudad, un lugar caliente y rodeada de gente emprendedora y de buen corazón se llenó de inspiración. Alguna nueva amiga le contó sobre como había logrado que una idea se hiciera realidad. Tal vez había esperanza también para C. 

Más tiempo pasó, C regresó cerca de su familia, ya sin intenciones de hacer las cosas “bien” y aceptando simplemente hacer las cosas a su manera. Llegó un pequeño de ojos curiosos y sensibilidad infinita y en las noches mientras dormía su pequeño en su pecho se preguntó:

¿Si solo pudiera hacer una cosa además de cuidar a mi pequeño, qué sería lo suficientemente importante para quitarle atención a mi pequeño y hacer algo más?

La única respuesta en su mente fue esta idea que la había perseguido por muchos años. Tal vez ahora que había renunciado a todo, a ser aceptada, a hacer las cosas bien, a encajar en las ideas de la sociedad podría intentar, porque finalmente no había nada que perder. 

Pasó otro año más. 

Finalmente C se decidió y tras 15 meses de arduo trabajo, flaca y con ojeras de 2 kilómetros entregó su proyecto a unas sabias mujeres que le abrieron las puertas. 

En ese espacio le dijeron que empezara a hacer alianzas, que pensara fuera de la caja, que estaba bien ser un ser hibrido, entre fotos, historias, música y cine. Que los cines eran grandes espacios pero que también estaban estos otros lugares para recibir sus ideas y que sobre todo debía poner en alto su nombre, darse la importancia que se merecía y trabajar en sus ideas para con ellas descolonizar a quien quisiera escuchar. 

Después de muchos años C regresó a principio donde todo inició. Comenzó a usar de nuevo su intuición a confiar en su voz interior que ya la había llevado a hacer un hermoso cortometraje que se estrenó con un público de dos mil entusiastas de la danza en un espacio inesperado para el cine. 

Continuara….

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Mis compras de embarazo y nueva mamá

Este post me lo han pedido algunas amigas y conocidas que están a punto de ser mamás o acaban de ser mamás. Aquí las cosas que compre que me han servido durante algunos de los meses más intensos de mi vida. El embarazo y los primeros meses con mi bebé.

Embarazo

Ropa interior

No hay nada más incómodo que ropa interior que te aprieta la pancita. Esta ropa interior fue la salvación, sobre todo después de que tuve la cesárea.

CLICK PARA COMPRAR

Ropa de Embarazo y Lactancia

Si hay una marca que amé fue Müm, es una marca mexicana diseñada por mamás para mamás. Tienen la ropa más linda, de buena calidad y cómoda. De ellos tengo 2 pijamas (que he usado por más de 20 meses) y además su faja post parto y un jean super cómodo.

MÜM

En cuanto a la ropa de embarazo además de algunos básicos como pijamas y ropa interior la mayor parte de mi embarazo use ropa normal en tallas a veces un poco más grandes o incluso use ropa de mi esposo. No hay necesidad de comprar guardarropa nuevo. También compre un par de playeras de H&M y un vestido que hasta ahora uso.

Faja

Algo que creo toda embarazada debe tener es una buena faja para dar soporte en esos ultimos meses de embarazo. El peso de la pancita no es algo que se debe subestimar.

La mía funcionó bien pero creo que hay de mejores calidades.

Faja

Aceite para evitar estrías

Este aceite lo use todo el embarazo y post parto para evitar estrías y me funcionó muy bien, donde no me lo puse en los lados de la cadera si me salieron estrías pero en el resto del estómago no. Tal vez tuve suerte, pero vale la pena intentarlo. Todas las noches después del baño me lo puse y es un lindo ritual, es un masaje suave con un olor deli.

Post Parto

Alguna de las cosas más esenciales durante esos primeros días después de la cesárea:

Ropa interior con soporte

Si tuviste un parto natural o una cesárea como yo la ropa interior que te sujete bien es super importante. Una buena faja también puede ser de ayuda si vas a estar mucho de pie o necesitar salir y moverte y sentirte con algo de soporte. Los calzones me los pude poner desde el día 1 y la faja a las 2 semanas.

Los míos de nuevo fueron de MÜM

Ropa de lactancia

Llevo 20 meses de lactancia y puedo asegurarles que invertir en algo de ropa para dar de lactar cómodamente es de las mejores inversiones que he hecho. De nuevo mis pijamas de Müm fueron de gran ayuda, la forma de la pijama para sacar el seno es de lo más conveniente.

El mismo vestido de embarazo en mi primera salida oficial con bebé

Estas camisetas para dar de lactar han durado muchos meses de lavadas consecutivas. Han sido una especie de uniforme con unos leggings comodos.

CAMISETAS

Uniforme de mamá
Estos brassieres para dar de lactar también fueron una gran compra. Primero compre otros que solo eran como de deporte pero terminé rompiéndolos. Estos son mucho mejor compra.

Bras de lactancia

Extractor de leche

Mi extractor de leche me salvó en muchas ocaciones cuando tenía que sacarme el excedente de leche y también cuando necesitaba dejarle leche a mi bebé porque iba a salir. Es bastante práctico aunque si necesita estar conectado a la electricidad para funcionar.

Extractor

Además compré este recolector de Haakaa que también extrae la leche. Muy practico para cuando uno tiene que salir.

Haakaa

Próximamente un post con mis compras favoritas para el primer año de bebé 🙂

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Decidí hacer cine en la era de la Inteligencia Artificial

Parece que cada día salen nuevas herramientas de inteligencia artificial, sobre todo en mi industria hay innovaciones para generar fotos, videos, textos, y además editarlos y hacer en minutos lo que antes nos hubiera tomado días de trabajo. Me he preguntado mucho qué futuro puedo yo tener en esta industria, en un momento en el que ya de por si el valor de crear imagenes está cayendo, aún más que hace unos años.

A esto se junta que estoy en un periodo de grandes cambios y transiciones en mi vida. Estoy en un momento en el que he decidido hacer borrón y cuenta nueva. Podria abandonar totalmente mi profesión, y empezar algo completamente nuevo como hacer diseño de interiores (me encantó diseñara mi casa) o crear cerámicas (Tengo algunas ideas de emprendimientos) o dedicarme a ser profesora (algo que disfruté ampliamente cuando di clases en la Universidad Jesuita de Guadalajara) pero he decidido contra viento y marea no abandonar mi profesión y más bien darme la oportunidad de sin más miramientos hacer lo que he temido todo este tiempo: dedicarme a tiempo completo a hacer cine.

Probablemente hay un poco de locura en esta decisión, probablemente la noches sin dormir y el insomnio ha cobrado algunas neuronas y no estoy pensando con claridad, o tal vez es lo más claro que he pensado en años.

Cuando alguien me dice que quiere estudiar cine, o que está incursionando en esta industria solo puedo sonreír y pensar también que de todos los que a lo largo de los años me han comentado esto, ni una sola de ellas no se ha decepcionado, quemado o buscado algo más redituable creativamente y económicamente. Es que hacer cine desde este lado del mundo no es para los débiles de carácter, no es para los que piensan que es algo glamoroso. Hacer cine es una vocación, es esa historia que no te deja en paz aunque quieras meterla en un cajón, es ese llamado a dejar que esos personajes salgan a la luz a pesar de que saber que requiere todo de ti.

Esta decisión tiene sentido a pesar de todo lo que tengo en contra, a pesar de que parece que es el peor momento para dedicarme a esto. Algunas de las razones que tengo son que a pesar de que estemos llenos de contenidos creados con inteligencia artificial, siempre necesitamos contar nuestras propias historias, y sobre todo documentar lo que sucede en nuestro mundo. Quiero documentar, quiero ir a esos lugares donde la gente está haciendo una diferencia y filmar sus rostros, no algo generado por un algoritmo, no algo ficticio, quiero contar historias reales. Creo que estamos en el punto en el que o hacemos algo radical o mejor nos retiramos del juego.

Creo que la gente verá cada vez más el valor del arte hecho por humanos, los que de todas formas no lo veían no serán mi público, pero estoy segura de que habemos muchos que queremos algo hecho con tiempo y dedicación, algo que se sienta real. No más fotos para redes sociales, no más videos para empresas que quieren algo rápido y sin corazón, no más pasar horas editando para que la gente quiera pagar centavos.

Tengo muchas razones para querer hacer cine, pero la llegada de la inteligencia artificial ha hecho que mi decisión de dejar mis otros emprendimientos sea mucho más fácil.

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La madre que no imaginé ser

Nunca imaginé como iba a cambiar mi vida después de convertirme en madre, solo estaba segura de dos cosas, quería tener el tiempo para esta nueva tarea, no quería que un extraño compartiera más tiempo con mi bebé que yo misma, y la segunda que nada sería igual. Decidí que el resto lo viviría sin expectativas, descubriendo aquello de ser mamá con entendimiento de mis propias necesidades y las de mi familia. 

Dice mi amiga Amelia (o no sé si ella lo escuchó de otro lado) que hacemos el cine que podemos hacer (no el que queremos) y de la misma forma creo que somos las madres que podemos ser.

Antes de emabarazarme solté muchas cosas, sabía que necesitaba hacerlo y estar en paz antes de recibir a una nueva vida. Este proceso significó aceptar que podría ser un proceso intenso para mi cuerpo, que mi piel nunca más se volvería a ver igual, que tendría tal vez estrias profundas, que mi estómago tal vez no volvería a verse plano, que mi ombligo sería diferente y mis senos también. Pensé en aceptar y amar a esta nueva versión de mi misma porque sería una versión que habría hecho algo increíble: crear una nueva vida. Solté a mi yo de antes, para poder abrirle espacio a mi nuevo yo. Me siento agradecida con mi yo del pasado por haberme dado permiso de existir en esta nueva fase con tanta aceptación.

Lo que nunca me imaginé fue que los cambios que iban a suceder serían tan profundos, que no sería un poco de piel lo más importante de todo eso. Siento que convertirme en madre, el primer año, fue un fuego que quemó todo lo superficial, todo lo innecesario y me ayudó a emerger del otro lado como una versión más fuerte.

Cuando me imaginé débil, ahora soy más flexible, cuando pensé que me estancaría, ahora me siento más bella porque me doy más crédito a mi misma. Además ahora soy más paciente porque acepto los tiempos como sagrados y menos exigente porque he aprendido que hacer las cosas aunque no sea como imaginaba. Es mejor hacer mediocremente que planearlo hasta el cansancio pero nunca tomar acción real.

Lloro un poco al escribir esto. Lloro porque estoy cansada y no he dormido en demasiados meses; lloro porque soy sensible, más sensible que antes.

Nunca tuve ninguna expectativa de ser mejor después de convertirme en mamá, no quería romantizar. Era un poco cínica, porque estaba segura de que cualquiera podía hacer esto. La verdad es que fue muy ingenuo de mi parte, porque no es lo mismo engendrar que críar. Ser la madre presente que quería ser requiere dedicación, requiere trabajar en mis propios límites, requiere prestar atención cuando la energía es poca, requiere dejar el celular para ver en los ojos de mi precioso y sí es tomar la decisión todos los días de que mi prioridad es esta por ahora.

Nunca imaginé que tener a Benjamín dentro mío me acercaría tanto a la vida y a la muerte (porque con cada embarazo existe la posibilidad real de experimentar una perdida). Me haría sentir parte de este circulo sagrado de existir. Sentirlo crecer en mi interior me hizo saberme poseedora de una magia que no sabía que existía, la magia de la vida. Me hace celebrar que estamos aquí, el milagro que es tener otro día para abrazar a mi niño para besar sus pequeñas manos, que tengo la alegría de poder conocerlo.

Nunca imaginé que iba a ser esta mamá, cada día descubro una algo nuevo en mi.