Hace un par de días cumplí 28 con una tranquilidad que solo puedo atribuírselo a mis años de existencia, que aunque aún son pocos me han enseñado un par de cosas.
Pero regresemos a cuando tenía 19. La yo de ese entonces tenía metas muy claras, grandes expectativas y planes para el futuro. Todavía no había emprendido el viaje que me cambiaría la vida, todavía no sabía que iba a irme lejos a las tierras que solo existían en los libros. Europa era esa utopía de escritores viviendo en altillos diminutos, escribiendo obras maestras, y no podía ni imaginar que un día yo estaría en una situación muy parecida. Confiaba en que el camino se revelaría a su momento a mi ojos aún ingenuos y entonces tendría todas las respuestas.
Las estrellas en mi destino se alinearon y de pronto estaba ahí volando hacia lo desconocido, llena de ilusiones.
En retrospectiva sé que la ignorancia y esas ansias de comerme el mundo es lo que hizo que abandonara todo lo conocido, no ser valiente como muchos me han dicho.
Años después, cumplida la meta de ese viaje inicial con mi diploma en la mano, el mundo se me venía encima. Mi realidad y las expectativas se juntaron solo para hacerme ver que algo había salido terriblemente mal. Eso es lo que sentí en ese momento. Lo único que me salvó en ese momento fue mi instinto de supervivencia que había desarrollado todos esos años en Alemania. Tuve que replantearme todos mis conceptos de vida. El futuro de pronto era incierto, y por primera vez desde que era una adolescente no tenía idea de cual era el siguiente paso. Ahora sé que no estoy sola en esta experiencia y también que era algo necesario.
Los próximos 3 años hasta el día de hoy he tenido que enfrentarme a esa realidad de la que nadie te habla en las aulas. Primero estuve enojada con la vida, con el sistema educativo, con la sociedad, estaba tan enojada porque no entedía que se suponía que debía hacer cuando lo había hecho todo “bien”. ¿Por qué estaba fracasando tan miserablemente?
Seguí fracasando, muchas veces, y gasté mucho tiempo intentando entender como era que mi vida se veía como un accidente de aviación.
Intenté ser un adulto funcional por lo que parecen 10 años, para darme cuenta que era un montón de porquería creer que eso me iba a ayudar.
Después de pelear con la vida con uñas y garras, por fin, exhausta, baje las armas y hubo un periodo de silencio.
En ese silencio, tuve tiempo para sanar de todas las heridas de los años en Alemania. En silencio y en soledad me di cuenta de lo desgastada que estaba y que esa no era forma de vivir. Tenía que soltar el control, soltar el volante y seguir a mi corazón.
El último año ha sido una forma de liberación. He sanado, y he moderado mi energía (un poco) para no agotarme tanto. Pero la vida esta llena de sorpresas y de pronto cuando piensas que lo tienes todo bajo control, te encuentras de nuevo en la mitad de un incendio. En medio de las llamas de la decepción, quemada por la gente que se hacían llamar compañeros o camaradas, me vi a mi misma, a la verdadera.
La rabia y el dolor habían desaparecido y quedé como un Kintsugi. Que es el arte japonés de reparar cerámica con una resina con oro, plata o platino.
Cumplí 28 con la certeza de que no tengo ni idea de que depara el futuro, de nuevo alegre como cuando tenía 19 y me subí en ese gran pájaro de acero. Mis expectativas cambiaron radicalmente, quiero vivir la vida con entusiasmo, agradecida por cada día, y construir con mi obra lo que la inspiración dicte. Sé que el camino se revelará con cada día que siga esa voz interior, y que cada vez que no la escuche lo sabré muy pronto. Sé también que el fracaso es inevitable, y es necesario, y mientras mayor el fracaso mayor el aprendizaje.
No he dejado de ser ambiciosa, de ser resiliente, de ser atrevida con la vida. Esa soy yo, aventurera, coqueta, curiosa sensible y descarada a veces, leal siempre.
Debo añadir que no creo que este desarrollo hubiera sido posible sin dos herramientas, escribir mis páginas diarias y hacer Yoga. Las dos me han centrado y me han conectado conmigo misma, con Dios, el universo, la Pacha Mama, es decir con lo importante.
Estoy contenta y agradecida de tener 28, de tener esta vida y un poco de sabiduría. Estoy agradecida y contenta porque tengo muchas bendiciones en mi vida, este blog incluido.
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