Llevo estudiando como contar historias de forma formal y con investigación desde hace más de una década, soy una estudiante voraz, cada libro, cada estudio o pedazo de información que me llega desde diferentes perspectivas me ha ayudado a profundizar los fundamentos de algo que para nosotros humanos es casi tan natural como respirar. Contamos historias por una infinidad de razones, pero sobre todo para hacer sentido de lo que nos sucede.
Aquí estoy en uno de esos procesos que parecen misteriosos, como decide uno finalmente cual es la historia que quiero contar.
Tal vez antes de terminar de escribir la historia de Corazón de Maíz, tengo que escribir la historia de este año. Este año de grandes emociones, de sueños épicos, de encontrones con la realidad, de viajes fantásticos, de la culminación de algo que tal vez he estado planeando desde que me decidí a contar mis propias historias.
Este año comenzó con un viaje a Jalisco, paralelamente estaba en el proceso también intensísimo de aplicar a FOCINE uno de los fondos más complejos para aplicar. Los primeros días en la hermosa Guadalajara planeamos el rodaje, llegaron los refuerzos para el equipo, Kathrin Meier en diseño de producción, Dani Garibaldi como asistente de dirección. En Quito Cristina Muñoz seguía metida de cabeza en la carpeta de producción como mi mano derecha de producción. Manejamos hacia Teuchitlán, una pequeña localidad que es más conocida por las pirámides circulares de Guachimontones que por cualquier otra cosa. A unos cuantos kilómetros en Ahualulco de Mercado nos esperaba Maru Toledo, renombrada investigadora culinaria prehispánica con su grupo Las mujeres del Maiz. El rodaje fueron unos días intensos de acompañar y sumergirnos en su mundo callado lleno de olores conocidos y cotidianos, envueltos en procesos desconocidos y rituales casi perdidos. El sonido del metate para moler el nixtamal, el sonido de la leña cocinando a fuego lento guisos desconocidos con ingredientes locales. Maru como siempre profesional, cordial, y segura de su conocimiento. Era un hito en el documental, en mi vida. Llevaba intentando hacer que el rodaje sucediera desde el 2021, cuando visité a Maru por primera vez, en aquella ocasión también con mi mamá. No podía creer que finalmente estábamos ahí.
Pero antes de salir para el rodaje ya en México con 2 días de tiempo me decidí a aplicar a una escuela de distribución en Ecuador, para que me dieran una beca y poder aprender todo lo que no sabía de como hacer llegar este documental a la gente. Recuerdo que el cansancio era tal que la tarde y noche que hice la aplicación, el día antes de partir hacia Teuchitlán, estaba mareada, la pantalla se me hacía borrosa, los dedos se movían por alguna magia negra porque ya estaba más allá de lo que me era posible. Creo que fue un pequeño milagro haber enviado la aplicación, pero era una oportunidad tal vez única. El tren solo pasa una vez. La envié y contrario a todas mis predicciones gané un puesto en Estrategia. La escuela comenzaba el 4 de febrero, solo dos semanas después del regreso de México.
A la vez estábamos trabajando todavía en terminar la carpeta de producción para FOCINE, hubieron tantas veces que pensé que no lo ibamos a lograr, Cristina y yo hicimos el trabajo de probablemente 4 personas, en solo 3 meses. Un mes entero trabajamos en el presupuesto, y de tanto ver ese excel veía ya el mundo en forma de cuadrícula. El trabajo pagó. Enviamos la carpeta, con tiempo, como se debe y me gusta. Susana Juarez fue la que se dió al trabajo de diseñar la parte gráfica, quedó linda. Estoy orgullosa, sobre todo al ser esta la primera vez que aplicaba al fondo. Mis expectativas eran bajas, pensé que no pasaría ni el primer filtro. Cuando me llegó la notificación de que necesitaban que modificara 2 documentos para pasar a la siguiente ronda y la modificación era en realidad algo de formato, no lo podía creer. Hay gente que pasa años sin pasar ese filtro. Lo pasamos, nuestro proyecto llegó al jurado. Un jurado que tiene un trabajo difícil, darle el poco dinero que hay a unos cuantos proyectos. Ya en este punto es un volado.
Cuando los resultados salieron unos meses después vino ese primer golpe del año, no nos dieron el IDFA, no nos dieron FOCINE, de uno no te dan razones, pero de FOCINE la razón me dejo fría, la única razón que me pudieron dar era que el documental era autorreferencial…. no sabía ni que hacer con esta única crítica. Tal vez no había razón real para no apoyar mi documental, tal vez simplemente habían proyectos más fuertes en su ruta, con otros apoyos, tal vez mi documental es demasiado controversial, tal vez puede ser incómodo. Por la razón que sea aún con el no, había sobrepasado mis propias expectativas, mi proyecto había llegado a manos de los jurados y su crítica era tan subjetiva, nada de peso para no dármelo. Si lo veo como otra cosa que gané. Gané contra mis propias expectativas.
No quiero mentir, en ese momento me sentí como una perdedora, les tuve que decir a mi equipo que teníamos que desarmar el grupo de trabajo, que esta parte del viaje había terminado. Fue muy feo tener que despedir a mi equipo sin poderlos contratar primero.
Ya eran mediados del año y la escuela me dio unas herramientas increíbles, por ahi se atrevieron a decir que nosotros eramos el futuro del cine ecuatoriano, grandes expectativas del grupo de cineastas que habían reunido. Se sintió bonito que alguien creyera en mi, en mi voz, en el proyecto. Pienso en que me fui a México en 2016 porque pensé que no había espacio para crecer como cineasta en un país como Ecuador, y aquí estaba de vuelta contenta de lo equivocada que estuve.
Me tomó la mayor parte de 10 años encontrar mi voz como cineasta, creer en mi misma, dejar todas las excusas y hacer lo más incómodo de todo. Sí, este es mi segundo acto. Ese momento en el que el protagonista ha hecho todo lo que se le ocurre que es seguro, que es lo que se espera, pero no es suficiente, nunca es suficiente. De la frustración, de ese lugar donde parece todo perdido, todo en vano, nace esa idea loca, esa idea que parecía tan lejana, tan poco probable que funcionara, que por fin tienes que darle una oportunidad, una oportunidad que se siente como una plegaria, que se siente como lanzarse al vacío sin paracaídas esperando que algo mágico suceda y empieces a volar.
Los siguientes meses creo que podría haber caído en la apatía, en la desesperanza, en creer que no había forma de seguir, pero recordé que estaba en el segundo acto, que mi historia no ha terminado, que este es el momento en el que las historias que valen la pena recordar suceden. Sin financiamiento extra, sin ideas de como continuar decidí apostarlo todo, gastarme el resto de mi pequeño presupuesto y terminar de filmar corazón de Maíz. Ahí estabamos de nuevo planeando el siguiente rodaje, el problema, ya teniamos pasajes para ir a Alemania, donde debíamos continuar filmando, pero nuestros personajes no terminaban de concretarse. Pude haber entrado en pánico, pude haber dejado de dormir, pero tal vez 10 años haciendo esto me ha enseñado un par de cosas, todo se puede, a veces solo se necesita un poco de suerte. La suerte sí llegó, y en una semana pasé de no tener nada seguro a asegurar la participación de Karina y su familia pero además se integró a esta historia que cruza fronteras Daniela de Masamor en Suiza…. Lo diré mil veces, este proyecto es un encargo divino.
En menos de un mes manejamos 2 mil kilómetros, grabamos 8 días completos, cruzamos 3 países, hicimos nuestras maletas incontables veces, hicimos lo que parecía imposible, con un niño de 2 años. Fue un viaje de proporciones épicas, el primer rodaje lo hicimos mientras peleabamos contra un jetlag que hacía que solo pudiramos dormir 4 o 5 horas cada día. A los niños no les importa que al siguiente día tengas un rodaje. Pero fuimos recibidos con tanto cariño por Karina, que fue uno de los rodajes más bonitos hasta la fecha. Después de estar en Mainz con Karina tuvimos unos días libres y quise mucho cancelar el viaje a Suiza, quise mucho tirar la toalla. Otro rodaje solo los 3, era una locura. Lo único que nos hizo ir era que todo estaba planeado, lo peor que podía pasar era fracasar en el rodaje. Pero no sucedió. Ya para ese momento estábamos acoplados al horario, Benjamín fue un niño ejemplar, y contra todo pronóstico también logramos filmar en Zurich. Conocer a Daniela y a su equipo me dio también esperanza, si una tortillería estaba teniendo éxito en Suiza de todos los lugares del mundo, tal vez este documental también podría florecer. Ahora nuestro documental se había filmado en 4 países, y aunque estabamos lejos del final de los rodajes se sentía como si de pronto ya nada nos podría parar.
Corte a México. Ciudad de México, esa perra ciudad que me vió nacer. Tal vez hay algo que decir de los nacidos en CDMX, tal vez es el aire, tal vez es que somos como cucarachas, sobrevivimos todo pero volver al inicio se siente significativo. Estamos de paso, vamos a Veracruz, a Chicontepec, en la huasteca veracruzana, en la sierra.
Chicontepec es una pequeña ciudad, una pequeña iglesia blanca se asoma entre las montañas, es como un balcón desde donde se puede ver toda la cordillera. Soy una mujer de montañas he aprendido. Este lugar tan desconocido, se siente tan familiar. La subida al pueblo se hace eterna, la carretera no esta en muy buen estado, los caminos son estrechos, me hacen pensar en Ecuador también. Al entrar al pueblo tengo que llamar a mi prima, no hay forma de pasar, el mercado ocupa medio Chicon y ningún GPS nos va a ayudar. Han parado todo el tráfico, una ambulancia tiene que pasar en sentido contrario. Pasan los minutos a la entrada. Finalmente nos movemos, la ciudad tiene 3 calles principales, y parece que solo una está habilitada para los autos. La casa de la familia por fin esta a dos minutos. Estacionamos, y hago a mi mamá esperar a regresar después de casi 40 años al lugar que inspiro todo, su negocio, su propósito, y tal vez el mío también. Quiero acompañar a mi mamá pero Benjamín se pone terco y mi mamá entra sola, tal vez es lo mejor. No he visto el material.
Los días en el pueblo pasan entre visitas al mercado y al cementerio, estamos en temporada de Xantolo, o todos Santos. Los altares en cada casa son para hacer un documental, es mi época favorita para estar en México. Estoy demasiado emocionada. Tener a mi niño y a mi mamá en este lugar, se siente correcto. Benjamín la pasa bien con todas sus tías, el niño consentido. Filmamos la casa, volamos el dron, casi logramos contar los siete cerros que tal vez dan el nombre a Chicontepec. Chikome (siete) y tepetl (cerro).
Hago una visita por la noche al cementerio, solo llegamos a la cripta familiar que esta al principio del cementerio, no hay mucha gente ni muchas tumbas decoradas. Tal vez un día traiga las cenizas de mi abuela a descansar aquí.
Nos vamos con el corazón contento, como si hubieramos llenado el tanque. Algo de haber estado en este lugar me renueva. Estoy lista para la última parada. Llegamos a Querétaro un domingo en la tarde. La ciudad me es completamente ajena, no soy de esta parte de México, no tengo ningún apego, ni imagenes en mi memoria, pero me emociona por fin poder llegar a esta parte de México, aquí esta Miriam y su equipo de trabajo de Bendito Maiz. De todas las entrevistas en esta es la única en la que lloro. Lloro con Miriam y nos abrazamos porque tal vez ella es la única de las mujeres de corazón de Maíz que siente como yo con tristeza lo que se ha perdido en nuestro país. Me siento profundamente conectada con su visión del mundo. Kathrin querida me vuelve a acompañar en este último rodaje en México, su presencia me da fuerza. Hacemos creo que un buen equipo. Quiero que no sea nuestro último rodaje juntas.
Se termina este rodaje con un último día en el que filmamos el amanecer, y acompañamos a Miriam al molino comunitario. Es una experiencia.
Regreso a Ecuador después de pelear 2 semanas para poder sacar mi pasaporte mexicano, y es que a veces cuesta tanto ser mexicano, cuesta tanto estar orgulloso, cuesta porque nuestro país es de grandes contrastes, y contradicciones.
Cuando nuestro avión aterriza en Quito, quiero besar el piso de mi ciudad franciscana. Estoy agradecida de ser ecuatoriana, estoy agradecida de mi casa junto al bosque, lejos del ruido y del tráfico. Estoy enferma, estoy exhausta, pero estoy. Que año tan épico.
¿Qué traerá el próximo año? Todavía es muy dificil verlo, pero estoy emocionada de lo que sigue.