Cuando a los 19 años agarras dos maletas con tus pertenencias y con todas tus ilusiones te lanzas al mundo es más que seguro que vas a tener una aventura. Al salir de Ecuador hace ya casi 7 años parecía que me podía comer el mundo. Sabía de alguna forma que iba a ser difícil. ¿Qué tan difícil? No me hice la pregunta nunca.
A veces la gente me dice que fui muy valiente al irme a Alemania, yo les digo que solo era ingenua. Es la verdad.
Más de un año después de la universidad tomé la decisión de regresar a mi terruño, o por lo menos a la ciudad en la que crecí. A veces siento que la aventura se acabó, pero en realidad ha comenzado otra nueva, es un nuevo comienzo.
Sinceramente vine sin expectativas, y les puedo asegurar que no es mi modus operandi, ni de lejos, pero realmente me ha hecho mucho bien solo venir a ver que pasa.
Todos han crecido, de forma diferente
Regresar de vacaciones y encontrarte con tus viejos amigos es tan lindo; recuerdo reír mucho y disfrutar mis vacaciones. Sigo queriendo mucho a mis amigos, y me siento bendecida de todavía tener gente que me aprecie, aún después de tanto tiempo, pero realmente todos tenemos vidas tan diferentes ahora. A veces encuentro que mi mente divaga en las reuniones porque no entiendo de que hablan, o por alguna razón no me parece divertido el chiste que hizo a todos estallar en risas.
Alguien que pasó por una experiencia muy parecida me dijo, nos tocó vivir sufrimientos que todavía no nos tocaban. Estar lejos de casa te hace madurar en un instante, debes cuidarte y ver por ti mismo.
Ahora pienso que hay gente que siempre tendrán un lugar en tu corazón, pero no quiere decir que siempre serán tan cercanos. Lo acepto y he empezado a encontrar gente con la que puedo volver a conversar de cosas que nos interesan a todos sin sentirme rara, inesperado pero bienvenido cambio.
La vida no se puso realmente más fácil
Cuando salí de mi casa era una mocosa que no sabía nada, yo pensaba que lo tenía todo fríamente calculado, pero la vida fuera es difícil, te tienes que esforzar más, es así de simple.
Para mí regresar (de vacaciones) a Ecuador era como volver a respirar, tenía esa sensación de que un peso se había levantado de mis hombros y era libre por un momento, libre de preocupaciones y de ansiedad.
Ahora que ya estoy unos cuantos meses aquí me he dado cuenta que volver no ha hecho que sea menos impaciente o ansiosa. Resulta ser que todo este tiempo no era culpa de Alemania, era culpa mía! Parece que crecer hace que todo se vuelva un poco más complicado, tal vez si lo tengo un poco más fácil en ciertas cosas, pero otras definitivamente no. Ya está, nada será como era antes.
Idealizo mi situación anterior
Aclaremos algo, no extraño Alemania, ni mi situación en particular, pero de vez en cuando me encuentro pensando en el tiempo pasado, como si todo hubiera sido color de rosa. Estaba tan equivocada al pensar que podía dejar toda una vida sin sentir nada, algo de mí se quedó allá, con mis amigos, en las calles de Stuttgart, en nuestro departamentito. Dicen que todo tiempo pasado fue mejor, empiezo a pensar que tiene algo de verdad la frase, aunque en el fondo sé que no es cierto. A veces pienso por un instante en cuando voy a volver, y luego me doy cuenta que no tengo que, y me siento aliviada, un poco triste, pero aliviada. Siempre odie las despedidas.
Creo sinceramente que para seguir con mi vida debo de aceptar que hay una parte de mi vida que acabó, y que está bien. Estoy, supongo, en ese proceso de dejar una vida y empezar otra, como cuando una serpiente cambia de piel, no pasa instantáneamente, toma tiempo, es un proceso.
Estoy trabajando más que en Alemania
Sí señores, pensaban que eso no era posible, pero ya me ven. Estas semanas han sido un poco locas, tengo muchas ideas y como ahora no tengo jefe, ni horario de trabajo, intento hacer todo lo que puedo. La verdad es que empiezo a darme cuenta que no es saludable, necesito fines de semana, días libres, horas para divertirme. El problema es que me gusta tanto lo que hago que no me importa hacerlo hasta caer muerta de cansancio. Supongo que algo de Alemania debe de haberse pegado. Verdammt!
Creo que voy a extrañar el invierno
Y digo creo que, porque en realidad no estoy tan segura, pero después de tantos meses de calor, siento que debería de venir esa época de frío, de sacar las cobijas gruesas, de tomar chocolate caliente, y mirar por la ventana mientras nieva. Solo extrañas el sol cuando empieza a llover dice la canción.
No siento que he regresado a mi lugar
Este punto debe ser el más importante, nunca me sentí realmente quiteña, por favor no me pregunten que son los agachaditos. Aquí siempre fui la mexicana, y para mis amigos mexicanos siempre soy la ecuatoriana. En Alemania de por si era extranjera. En mi cabeza tenía esta imagen de regresar al lugar al que pertenezco, pero y si ese lugar no existe? Tal vez hay gente que nunca va a pertenecer a ningún lugar, o tal vez no he encontrado todavía mi lugar.