2014, el año en el que escribí mi primer cortometraje. Cuando me decidí a escribir “El Regreso de Lena” sabía que iba a ser un gran desafío, sabía que estaba embarcándome en un viaje a lo desconocido. Era por un lado un ejercicio de exploración personal sobre mi regreso a Ecuador, por otro lado era la primera vez que le daba forma a un guión.
La historia original era un borrador patético, lleno de clichés, y de diálogo sin fondo. Mi primer intento fue malo, pero me dejó sacar todo lo que necesitaba expresar. Volqué mi nostalgia, mi sentido de perdida, mi confusión, mi frustración en ese primer borrador.
No hay forma de escribir un buen guión sin primero escribir uno mediocre. Es duro escuchar esto, pero es la realidad; el primer intento nunca será lo mejor, pero hay que hacerlo, hay que cometer errores, para poder corregirlos.
Ese primer intento casi nadie lo leyó, era demasiado básico, crudo, pero tenía un guión, tenía 12 páginas llenas de material para trabajar. La primera versión data de diciembre del 2014. Empecé a escribir en septiembre.
Empecé a trabajar en una versión lo suficiente madura para intentar filmarla, para poder presentársela a un posible equipo de producción.
Pasó algún tiempo hasta que tuve los cambios y reuní el valor para buscar un equipo. La siguiente versión es de marzo del 2015.
La escritura es una actividad solitaria, me encanta sentarme con la página vacía delante y crear. Me parece el mejor lugar del mundo, música en mis oídos y un sin fin de posibilidades.Hacer cine al contrario es un trabajo de equipo, uno de los más intensos.
Así que solo era cuestión de tiempo que alguien más fuera a entrar en mi mundo. La primera reunión de “El Regreso de Lena” fuimos 9 personas. Primero no podía creer que 9 personas quisieran apoyarme, algo había hecho bien. Ese día sábado, leímos en voz alta el guión. Sentí como si me estuvieran escarbando las entrañas, sentí que estaban viendo en los lugares más oscuros de mi alma, sentí con cada palabra, que me estaban desnudando.
Ese día el proyecto dejó de ser un sueño. Algo extraño y maravilloso pasa cuando lees un guión en voz alta, de pronto todo cobra vida. Lena había nacido, y la gente la veía, interpretaba sus silencios, su forma de mirar al cielo, su forma de bailar. Lena ya no era mía.
Este fue el inicio de lo que sería un viaje muy intenso hacia la esencia de la historia de Lena. Entre el guión original y el final hay unas 10 versiones que leí en voz alta y muchas más que jamás fueron vistas. En esas versiones cambiaron muchas cosas, pero el mayor cambió sucedió de una forma imprevista, y que aunque en el momento fue duro, ahora sé que no tendría la historia que tengo hoy, si no hubiera pasado.
Lo que pasó es difícil de contar, es doloroso. Dado que mi principal ocupación mientras estaba produciendo el cortometraje no era esa, tenía que combinarla con mi vida laboral. Así que cuando me contrataron para trabajar en Bogotá, era claro que tenía que ir a ganar dinero, el proyecto tenía que esperar. Esta fue la oportunidad perfecta para que más de la mitad del crew, actriz incluída, decidieran grabar el cortometraje, o lo que habían dejado de él, sin mí.
Cuando regrese unas semanas después y me di cuenta de lo que había pasado, supe que tenía dos opciones, dar por muerto por el proyecto o darle todo lo que tenía. En medio de la rabia y la tristeza intenté hablar con los que yo creía mis aliados, solo para escuchar que mi versión del cortometraje no era buena que era superficial, que el diálogo era superfluo, que no sabía escribir y debía dejarle ese trabajo a alguien más experimentado.
Escuchar esto fue difícil, pero lo tomé como un reto. Hablé con Carlos y Marcela, que habían sido parte del equipo original, y les conté lo que había pasado. Ellos me apoyaron, y por eso, les estaré eternamente agradecida.
Con un poco de soporte moral de amigos y familia, todavía con la sangre hirviéndome decidí tomar muy en serio los comentarios de mi guión. Hice lo único que podía para todavía filmar el guión y que Lena pudiera ser vista por el mundo. Le quité a la historia todo lo que no era esencial, por un lado sería más fácil de filmar y por otro lado me demostraría que mi historia no era superficial, que había substancia detrás de todos mis errores.
El guión final de Julio del 2015 tiene 6 páginas. Quité escenas enteras, personajes y la mayor parte del diálogo.
Justo al mismo tiempo, finalmente mis esfuerzos por conseguir una cita con el Director del Ballet Nacional rindieron fruto y conseguí lo que necesitaba para salvar el proyecto.
Hoy la historia de Lena es uno de mis grandes logros. Porque dejé la historia en los huesos. Le quité todo lo que no fuera esencial. Acciones y no dialogo, juegos de tomas para decir más con menos.
Los invitó a darme su opinión. ¿Funcionó?