Este año he tenido mucho tiempo para reflexionar en mis 2 a 3 horas de trayectos hacia y desde el trabajo. No ha sido el año más fácil, ni el más entretenido, pero ha sido un año de un crecimiento excepcional, uno de esos años que me destruyó y me volvió a construir.
Quién diría que iba a encontrar la paz y la serenidad en medio de la multitud, del caos, del tráfico y del ajetreo de una ciudad que no duerme ni descansa nunca. La paradoja de la vida, tenía que venir a este lugar para lograr callar las voces exteriores, para tomar el control de lo único que importa, mis pensamientos.
En todo lo que va de este año esa tal vez ha sido la lección más importante.
2017 que año tan complejo.
De sentirme aterrada a sentirme liberada, de la serenidad en la mitad del caos.