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¿Por qué el talento no es lo más importante? Y que sí lo es

Hace unos días tuve una junta con una mujer que me dejó con la boca abierta (no me pasa seguido) su energía positiva, su ética de trabajo, su profesionalismo. Conversamos de mi proyecto de realidad virtual largo rato, y me dio información muy valiosa de su experiencia en el mundo audiovisual. Hacia el final de la conversación, me dijo que lo importante era tener perseverancia, y no dejarse desanimar. A esto le dije:

“Sé que no soy muy talentosa, pero no lo necesito, porque tengo algo más importante, soy muy perseverante”

Ella con mucha amabilidad me dijo que seguramente si soy talentosa, pero el punto es que creo en lo que le dije. Creo que el talento solo te lleva hasta cierto punto, en la vida he aprendido que necesitamos tener una visión más grande que nos guíe, algo en lo que confiar mientras andamos nuestro camino, aún cuando no veamos la luz al final del túnel, aún cuando nos falte el aire, continuamos caminando, paso a paso.

Muchas veces parece que topamos pared, que no hay salida, que nunca veremos la luz, pero solo necesitamos cambiar de perspectiva.

Los sueños se construyen con persistencia más que con talento.

Al día de hoy tal vez lo único que tengo es esto, saber que cuando muchos otros han desistido, sigo en el camino, sigo andando mi vida, fluyendo.

Si hoy sientes que todo es oscuro, no sabes a donde mirar, quiero que sepas que ya encontrarás una forma, tal vez no sea la forma común, tendrás quizás que ser creativo, descansa sí, pero no desistas, estás en el camino correcto.

Un abrazo a todos los que no desistimos, desde Venus.

 

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4 Lecciones poderosas del 2018 para potenciar tu 2019

Me encanta la ciudad cuando está así, luminosa y el aire se siente ligero. No hay prisas, estamos todos más relajados, más optimistas.

Este 2018 he aprendido pocas cosas, pero muy específicas y poderosas. Perdí también a un ser querido muy importante, y la vida me devolvió a otra familia olvidada.

Lo femenino tiene su encanto, pero también su poder

En mi universo hasta ahora había de dos o te convertías en una mujer disfrazada de hombre, o usabas tu sensualidad para sacarle provecho a ciertas situaciones. Hoy veo que puedo sentirme segura en mi feminidad, en un vestido y tacones, con mi pelo rizado al aire, y juntarlo con el mundo de los negocios. Supongo que en la energía del movimiento femenino actual me ha hecho reconsiderar ciertas cosas, y darme mi lugar, rizos al aire y todo.

Me siento capaz de todo lo que  me proponga, sin cambiar ni un pelo de mi cabeza.

Ni aunque te pongas, ni aunque te quites

El tiempo se ha sentido como algo que derrotar, algo contra lo que siempre he estado batallando. Muchas veces la expresión “perder el tiempo” me vino a la mente al tomar desiciones, y aunque en lo general no creo que se puede perderlo, tal vez si sentía esta necesidad de que todo sucediera ya, hoy. No mañana, no pasado, HOY.

Pero es un esfuerzo fútil, todo tiene su tiempo, y parece que todo tarda mucho, demasiado. Creo que este año hice la paz con eso, con mis tiempos, y lo que tomarán mis proyectos. Cuando tu cabeza está llena de ideas, quieres darles vida, pero a veces hay que esperar al momento correcto, a poder darles la atención necesaria. Fue difícil en el pasado, pero ahora solo se siente como el flujo de la vida. Cuando te toca, ni aunque te quites y cuando no, ni aunque te pongas.

Hoy sé que tengo todos los minutos, horas y años del mundo para todo, que el tiempo ya no es algo que me restringe, es algo que se acomoda a lo que necesito.

Menos es más

Este año me dió mi segundo burn out de mi vida, pensé que lo tenía todo bajo control, pensé que podía combinar mi vida laboral, mis estudios, mis proyectos personales y empezar una empresa. Bastante irrealista ahora que lo pienso. Así que en marzo toqué fondo, y empecé a decir no. No a un trabajo que aunque me había enseñado mucho, ya no cumplía su propósito, no a empezar una empresa en un momento en el que no podía dedicarle mi energía completa, no a nuevos proyectos personales, para poder concentrarme en lo único que no podía postergar: mi maestría.

¡Hoy tengo ya mi plan para el 2019! Me encanta hacer un mapa para cada año, y este año hay menos cosas en mi lista, hay cosas que tengo ahí, pero que he puesto sin presión. Solo hay 4 cosas que quiero hacer este año que viene. Una por cada 3 meses. Y eso está bien.

Divertido pero no para morirse de la risa

Este año mis dos palabras fueron confianza y diversión. Dios, no sabía que había sido tan ambiciosa. Lo primero, la confianza lo fui trabajando cada día un poco, pero la diversión….Cada vez que me preguntaba si me estaba divirtiendo, la respuesta era no. No me la estaba pasando bien, en ese sentido de reírme todo el tiempo, y este último mes, me di cuenta, que lo estaba viendo desde una perspectiva infantil.

Claro que podía divertirme, pero algo divertido ya no era siempre tema de risa, a veces era sentarme y conjurar una nueva historia, emocionarme por los avances en mi tesis, tener una conversación profunda con una amiga, dejarme llevar a un viaje inesperado y disfrutarlo. No, tal vez no me rio como antes, pero el chiste es sentir la vida, sentir profundamente, a veces eso es risas y a veces son los momentos de contemplación. De vez en cuando encontrar razones para ser como niños, descubrir nuevas cosas, probar tonterías, y sentirnos en general ligeros.

¿Qué aprendiste de este 2018? ¿Ya tienes tu plan para el 2019?

 

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El universo conspira a tu favor

En verano escribí una pieza sobre el estado de flujo que es el momento cuando estamos tan concentrados en nuestra tarea que perdemos noción del tiempo y del espacio, somos uno con nuestra tarea. Aunque la idea en sí me encanta, la idea de que es algo de un momento, es algo que quiero desafiar.

¿y sí pudiera vivir en un estado de flujo?

Es una idea un poco ambiciosa, pero los que me conocen saben que me gusta empujar los límites. ¿Qué podría significar vivir en un estado de flujo?

En mi mente me levanto con gratitud para saludar a un nuevo día, me levanto y me siento ligera, durante el día esa ligereza se mantiene, mi rutina apoya el descubrimiento de ideas nuevas, conozco a la gente correcta en el momento adecuado, y a dónde sea que voy, el universo conspira mi favor.

Hago mi lista de tareas, y escribo en una columna las cosas que disfruto más y quiero trabajar, y en el otra las que quiero que el universo resuelva por mí.

Suena a magia, suena a un universo perfecto, en el que nuestros deseos se hacen realidad. Es tan loco que funcionará.

 

 

PD: Podría terminar el post aquí, pero quiero contarles que desde que empecé a creer (mi palabra para todo este año) han sucedido cosas cada vez más increíbles, nuestra energía, la de la física cuántica, si queremos usar términos científicos, apenas estamos descubriendo como usarla. Me muevo de creer a fluir, de la necesidad de convencerme al estado de ser. Espero que sean este año que llega, todo lo que ya son, la realidad la creas tú.

 

 

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Realidades Inmersivas

La realidad virtual no la escogí yo, ella me escogió a mi. Algo así dijo mi talentosa amiga sobre la publicidad. De alguna forma siento que a veces encontramos cosas que nos van bien, casi sin darnos cuenta.

Cuando era aún una niña, empecé a escribir historias, quisiera saber que me hizo tomar lápiz y papel y llenarla de personajes y ambientes. Curiosidad, emoción, tal vez una simple forma de dejar salir lo que estaba en mi cabeza. Las historias también me escogieron. Llegan a mi, me abro y me llenan, fluyen a través de mi.

Estoy sufriendo una metamorfosis, dejo atrás todo lo que ya no me sirve y recibo con alegría y esperanza esta nueva etapa. Nueva energía. Parece que solo fue ayer que comencé a aprender sobre hacer cine, parece solo ayer que estaba en Alemania estudiando, ahora vuelvo a ser estudiante.

Estudio estas realidades inmersivas, estas pre-historias, estas nuevas realidades que apenas están en su infancia. Lo hago con amor, con ojos de niña, con ilusión. Es como estar de nuevo frente a esa hoja en blanco, cuando todo era posible.

Para esta nueva etapa habrá un nuevo espacio, porque se lo merece. Un nuevo blog.

Continuaré creando historias, en las que ustedes ahora serán los protagonistas.

¿Listos?

3,2,1….

 

 

 

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De la teoría a la práctica – Curso de fotografía

El sábado tuvimos nuestro primer curso de fotografía para redes sociales aquí en CDMX, a pesar de algunas dificultades técnicas (mi presentación no quería abrir), tuvimos una mañana en la hablamos de la parte técnica de la fotografía, para luego pasar a los aspectos más creativos, seguido por una recomendación de aprender las reglas y luego romperlas.

Mis estudiantes me sorprendieron con su iniciativa, la parte práctica los llevó a experimentar y a poner en práctica algunos de los conceptos estudiados durante las primeras horas como luz, composición, ISO, velocidad de obturación, apertura, etc.

La mejor parte definitivamente para mi fue mirar los resultados del día y juntos hablar de lo que funcionó y lo que se podría mejorar.

Aquí algunas de las fotos de mis alumnos de los cuales estoy muy orgullosa, si con solo unas horas de práctica ya lograron estas fotos, estoy segura de que solo mejorarán. Las fotos están como salieron de sus celulares y cámara semi profesionales.

@Ilyan

@Zoe

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Creando desde un estado de flujo

Estar en la zona, fluir. Este concepto fue nombrado por Mihály Csíkszentmihályi en 1975 y describe un estado en el que la persona está completamente inmersa en la actividad que realiza, es hacerse uno con la tarea a mano y ha sido parte de prácticas espirituales como el budismo zen japonés desde hace cientos de años.

Como creativa activa pude relacionarme muy rápido con este concepto en el que uno puede desarrollar una actividad con concentración absoluta, deleite, y confianza en nuestras capacidades para llevarla acabo. Experimento este estado cuando estoy en el set, cuando estoy sola creando una nueva historia, al editar un fotomontaje complejo, al tocar la guitarra. Las tareas pueden ser largas, complejas y agotadoras, sin embargo el tiempo se siente que pasa de una forma diferente, es como estar en una burbuja en el que solo importa lo que hacemos en el momento.

Los últimos dos años había sido difícil llegar a fluir, entre el caos a mi alrededor, las largas horas de trabajo y las constantes distracciones de mi teléfono y del internet en general, me había costado bastante enfocarme en algo de una forma tan especial.

Sin darme cuenta había perdido la capacidad de sumergirme en una tarea de manera que lograra crear trabajo con sentido. Durante los últimos meses he logrado regresar por periodos cortos de nuevo a este estado de flujo. Estas son algunas de las cosas que noté me ayudaban a llegar a este estado:

Tiempo y espacio de crear

Muchas veces pensaba que estaba siendo productiva, cuando en realidad estaba dividiendo mi atención constantemente entre  llamadas, e-mails, notificaciones, mi teléfono, redes sociales, colegas, etc.

Normalmente realizo mi mejor trabajo durante la tarde/noche. Una vez que he liberado mi mente de los pendientes, cuando la mayor parte de la gente empieza a descansar, es cuando siento que ya no seré interrumpida y puedo hacer tiempo para trabajar en algo especial.

Es esencial sentir que podemos prestarle atención completa a la tarea a mano. Pueden ser dos horas después del trabajo, para mi son las horas de las 6 a las 9 de la noche, en días especiales puedo salir un momento a caminar y continuar durante un par de horas más entrada la noche.

Para cada quien ese momento y lugar serán diferentes. Cuando trabajaba en una oficina logré concentrarme de mejor forma (aunque nunca llegué a un estado de flujo) muy temprano en la mañana, entre las 6:30 y las 8:00 am.

Pasión

Estar en la zona, para mi no sucede con cosas que no disfruto hacer, creo que por esto hacemos nuestro mejor trabajo cuando lo disfrutamos, cuando la tarea misma es la recompensa.

Mente quieta

La mente a veces se siente como un mono que no deja de moverse ni de gritarnos, pero para entrar en un estado de flujo nuestra atención debe estar completamente dirigida a lo que haremos. Si bien no ser interrumpidos por estímulos externos es ya una gran ayuda, normalmente es nuestra propia mente la que está demasiado ocupada con preocupaciones y tareas mundanas.

Meditar ha sido una de esas herramientas que ha logrado ayudarme a callar las voces internas, además de relajarme y ser buena para controlar ataques de ansiedad. Al saber que mis pensamientos pueden ser callados he logrado concentrarme profundamente.

Alejarse del celular y de las redes sociales

Uno de los beneficios que sentí casi de forma instantánea al dejar de usar de forma intensiva las redes sociales y alejarme de mi teléfono, fue que me ayudó a que recordara lo que era inspirarme, dejar que mi mente divagara y a usar mi imaginación. De pronto estoy sentada esperando mi orden de ensalada en uno de mis restaurantes favoritos de la zona, tengo a mi perrita a mis pies, y por primera vez noto el patrón del piso, veo hacia afuera en la calle y veo a la gente pasar, escucho algunos perros ladrar, puedo simplemente estar presente.

En el estado de flujo uno está completamente presente en la experiencia, y si tenemos la ansiedad de checar nuestro teléfono cada 2 minutos, difícilmente lo lograremos. Incluso la vibración del teléfono puede interrumpir nuestro estado de flujo.

Sin juicios

Saber que estoy  en un lugar y espacio en donde soy libre de crear con confianza en mis habilidades y sin juzgar, me hace sentir que todo a mi alrededor desaparece, una vez terminado puedo hacer ajustes o ver cómo mejorar, pero en el momento de crear mi mente está inmersa solo en lo que hago, no en si está bien o mal.

Música

La música para mi es el ritmo de la vida, si estoy sola puedo escuchar música mientras creo. La música misma puede crear el ambiente que necesito para fluir. Diferentes estudios muestran la influencia de la música en nuestra productividad.

Para mi la música es una herramienta para inspirarme, imaginar y crear.

Crear en estado de flujo es el santo grial de hacer lo que amas, es entregarse por completo, es el premio, es juego, es capacidad de improvisación, es dedicación y confianza.

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Agobiada de contenidos y redes sociales

Durante los últimos meses he entrado en un periodo de cambio intenso. Hace unos días terminé mi primer semestre de mi maestría de Estrategia y Creatividad Digital en la Universidad de Barcelona, un master a distancia que me encanta y ha sido intenso por no decir ha sido una maratón. Entre el trabajo y el estudio ya tenía bastante en mi vida, pero como creativa inquieta que soy, mis proyectos personales también querían tener su turno, y me cuesta decir que no.

Si a esto le sumo todo el contenido que consumo: blogs, Youtube, Medium, libros, audio-libros, podcasts, siento que mi cerebro se está derritiendo. Como si esto no fuera poco la presión de tener la presencia en línea perfecta tampoco me daba un descanso. Obviamente en algún momento empecé a sentirme muy ansiosa, de pronto me falta el aire, y no podía dormir, quiero desaparecer un segundo.

Y eso es exactamente lo que haré, me tomo un sabático de las redes sociales, de querer tener la vida perfecta. No quiero vivir mi vida con los ojos pegados a una pantalla, no quiero sentirme vacía de inspiración, no quiero practicar las miles de rutinas para gente exitosa, no quiero escuchar ni leer más contenidos que prometen ayudarme a conseguir todo lo que quiero.

Quiero tener tiempo para ver por la ventana, de respirar en calma, de caminar sin rumbo. Siento que mi camino este año va a cambiar mucho, también siento que necesito encontrarme a mi misma de nuevo de entre el ruido.

Me encanta inspirarme con lo que hacen los demás y ver todas las maravillas que se crean a diario, pero no quiero ser esclava de todo el contenido que quieren que consumas.

Desde hace años no tengo la aplicación de Facebook en mi celular, ni Twitter, pero hace dos semanas borre Instagram también. Los primeros días han sido raros, intentando distraerme en el elevador viendo fotos de mis amigos, en vez  de eso me doy cuenta que tengo tiempo para pensar, tengo tiempo para imaginar. Ya no me siento a comer y le tomo una foto a mi comida, me siento a disfrutarla desde el principio, definitivamente tengo más tiempo para mi.

Empiezo a ver que lo que tenía era un problema de adicción, porque me entretenía en lugar de sentir, en lugar de imaginar, en lugar de pensar por mi misma.

Voy a tomarme un tiempo para ser y compartir con la gente de verdad, cara a cara, con abrazos, risas y conversaciones íntimas. Cuando el ruido pase entonces volveré, seguro, pero en mis términos, usaré la tecnología a mi favor, en lugar de ser adicta a ella.

Cambio y fuera desde Venus.

 

 

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Suficiente

Es irónica la vida, aquí me encuentro, en este punto de mi vida, el que he estado imaginando desde hace 4 años, para lo que he trabajado incontables horas, y a punto de dar el paso decisivo, mi ego, mi bendito ego, me hace esa pregunta que me destroza. ¿Tienes lo que se necesita para hacer esto?

Me hace sentirme pequeña, insegura, tonta. Me paraliza y no me deja dormir, de pronto todo se volvió muy real.

¿Cómo responder esta pregunta? ¿Hay una respuesta correcta? La verdad es que solo lo sabré si doy el paso, si me arriesgo un día más. Nadie puede contestar esta pregunta por mi.

Algo en mí me dice que sí, me dice que soy lo suficientemente fuerte para soportar lo que viene, que puedo más de lo que me doy crédito. Entonces me levanto de mi silla y me digo a mi misma, tu puedes, me lo repito, me repito que soy increíble, y me doy aliento, saco pecho y hago mi pose de mujer maravilla, sonrío, aunque siento que me quiebro, aunque quiero llorar y meterme debajo de una piedra donde nadie me vea. Sonrío.

Hoy quiero decirte, que tú también debes decirte estas cosas, necesitas pararte frente al espejo, mirarte y decirte que eres maravillosa, que puedes lograrlo. Podemos mucho más de lo que nos damos crédito.

 

 

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No quiero vivir para el fin de semana

Hasta hace poco pensaba que tener mi negocio propio sería un viaje hacia la seguridad, hacia una entrada segura de dinero, hacia la independencia.

Ahora entiendo que el sentido de ser mi propia jefa es no tener miedo de fallar, es tener esa libertad de explorar lo posible, de crecer, para eso será necesario tener estrategias claro; pero saber que solo estoy limitada a mis propias creencias, ese es el principal objetivo, ser capaz de emprender el viaje, ser capaz de seguir caminando y aprendiendo.

No quiero una vida perfecta, segura. Quiero una vida en la que cada día cuente, en la que no viva para el fin de semana.

 

 

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El fuego

Los que me conocen saben que soy una de esas personas que cree con todo su ser en la magia, en los milagros y los ángeles, y en la mano de Dios en mi vida para bien, creo tanto en esto que tengo un tatuaje que me recuerda esto mismo. Aún así, mientras intentaba ser un adulto funcional, no lograba discernir como esa magia que ya había experimentado en otros aspectos de mi vida, podría revelarse en mi vida profesional.

Aunque es verdad que una parte mía es muy espiritual, otra es absolutamente práctica, escéptica y orientada a metas, por lo que cuando se trataba de mi carrera, no había logrado combinar estas dos partes de mi persona. Es más práctico hacer una lista de pros y contras que dejarse guiar por el universo.

Sin embargo, cuando más perdida me sentía, en medio de la oscuridad, pedí con todo mi corazón que se me mostrara el camino, y confié en que así sería. De pronto en mi vida profesional empezaron a pasar cosas que no tenían sentido, dejé todo lo conocido para empezar a trabajar de todos los lugares del mundo, en una cámara de comercio.

No entendía que era lo que estaba haciendo ahí, pero muy dentro mío sabía que era lo correcto, que tenía que aprovechar y aprender todo lo posible. Durante muchos meses tuve la oportunidad de distanciarme de mi antigua vida, y poco a poco empecé a entender porque Dios me había puesto ahí. Después de todo era exactamente lo que había pedido: un lugar en donde se apreciara mi trabajo, donde pudiera trabajar en equipo y ya no sola, que no fueran machistas y donde pudiera hacer los contactos que necesitaba para empezar en México.

Claro que no lo había pedido así como ahora lo escribo, pero es exactamente lo que deseaba, aunque no lo pudiera expresar. Lo que tampoco podía expresar era mi profunda nostalgia por Alemania y lo mucho que me negaba a dejar ir esa parte de mi.

Durante los meses de reflexión aprendí muchas cosas, algunas enseñanzas ya las he compartido, pero la más importante se cristalizó en los últimos meses, en los que de muchos lugares me llegó información valiosa para mi camino. La idea de la intuición no era algo desconocido para mí. Sabía que mi panza, esa sensación en el estómago que nos dice, esto no está bien, aunque a veces no sabemos porque, sabe mucho más que mi yo racional. Solamente no sabía como esa voz me iba a ayudar a conseguir lo que me había aludido durante muchos años, lograr establecerme en mi profesión.

A principios de año, siguiendo el consejo de mi coach, decidí que las palabras para este año serían confianza y diversión. La idea detrás de escoger una palabra, era que guiara mis desiciones de acuerdo a esa palabra, en mi caso palabras. Es así que empecé a hacerme estás preguntas cuando mi intuición me decía que algo no andaba bien. ¿Me estoy divirtiendo? ¿Confío en mi camino? ¿Confío en mis capacidades? ¿Confío en la mano de Dios en mi vida?

Así fue como empecé a afinar mi brújula interna, y tomé desiciones duras este año, desiciones que aún después de que sabía que las había tomado, no podía dejar de pensar que finalmente se me había aflojado un tornillo. Había por fin encontrado ese lugar que me daba una seguridad que no había conocido antes, y había logrado empezar mi maestría, pero algo me empujaba al abismo. Mi salud en deterioro y las cantidades masivas de estrés para mantener en coexistencia mis dos vidas terminó en un burn out espectacular.

Agobiada y enferma, podía sentir ese fuego dentro mío despertando y llamándome cada vez con una voz más fuerte, necesitaba confiar, y darme la oportunidad de dar el próximo paso, aunque significara dejar la seguridad que tanto me había costado encontrar.

Hoy voy confiada de la mano de Dios, y le pregunto a esa voz interior cada vez que voy a tomar una decisión importante, aunque sea de que color será mi nueva página web. A veces algo no fluye y lo dejo, confiando en que la respuesta está ahí esperándome, en el lugar menos esperado. Las dudas siempre están ahí, claro. Haber logrado afinar mi brújula solo me concede un poco de gracia a la hora de resolverlas.

Ya no llevo prisa, confío en mi camino y en que estoy encontrando mi voz en este mundo, estoy dejándome llevar a dónde no hay resistencia, donde puedo florecer, donde no necesito luchar.