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Agobiada de contenidos y redes sociales

Durante los últimos meses he entrado en un periodo de cambio intenso. Hace unos días terminé mi primer semestre de mi maestría de Estrategia y Creatividad Digital en la Universidad de Barcelona, un master a distancia que me encanta y ha sido intenso por no decir ha sido una maratón. Entre el trabajo y el estudio ya tenía bastante en mi vida, pero como creativa inquieta que soy, mis proyectos personales también querían tener su turno, y me cuesta decir que no.

Si a esto le sumo todo el contenido que consumo: blogs, Youtube, Medium, libros, audio-libros, podcasts, siento que mi cerebro se está derritiendo. Como si esto no fuera poco la presión de tener la presencia en línea perfecta tampoco me daba un descanso. Obviamente en algún momento empecé a sentirme muy ansiosa, de pronto me falta el aire, y no podía dormir, quiero desaparecer un segundo.

Y eso es exactamente lo que haré, me tomo un sabático de las redes sociales, de querer tener la vida perfecta. No quiero vivir mi vida con los ojos pegados a una pantalla, no quiero sentirme vacía de inspiración, no quiero practicar las miles de rutinas para gente exitosa, no quiero escuchar ni leer más contenidos que prometen ayudarme a conseguir todo lo que quiero.

Quiero tener tiempo para ver por la ventana, de respirar en calma, de caminar sin rumbo. Siento que mi camino este año va a cambiar mucho, también siento que necesito encontrarme a mi misma de nuevo de entre el ruido.

Me encanta inspirarme con lo que hacen los demás y ver todas las maravillas que se crean a diario, pero no quiero ser esclava de todo el contenido que quieren que consumas.

Desde hace años no tengo la aplicación de Facebook en mi celular, ni Twitter, pero hace dos semanas borre Instagram también. Los primeros días han sido raros, intentando distraerme en el elevador viendo fotos de mis amigos, en vez  de eso me doy cuenta que tengo tiempo para pensar, tengo tiempo para imaginar. Ya no me siento a comer y le tomo una foto a mi comida, me siento a disfrutarla desde el principio, definitivamente tengo más tiempo para mi.

Empiezo a ver que lo que tenía era un problema de adicción, porque me entretenía en lugar de sentir, en lugar de imaginar, en lugar de pensar por mi misma.

Voy a tomarme un tiempo para ser y compartir con la gente de verdad, cara a cara, con abrazos, risas y conversaciones íntimas. Cuando el ruido pase entonces volveré, seguro, pero en mis términos, usaré la tecnología a mi favor, en lugar de ser adicta a ella.

Cambio y fuera desde Venus.

 

 

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Suficiente

Es irónica la vida, aquí me encuentro, en este punto de mi vida, el que he estado imaginando desde hace 4 años, para lo que he trabajado incontables horas, y a punto de dar el paso decisivo, mi ego, mi bendito ego, me hace esa pregunta que me destroza. ¿Tienes lo que se necesita para hacer esto?

Me hace sentirme pequeña, insegura, tonta. Me paraliza y no me deja dormir, de pronto todo se volvió muy real.

¿Cómo responder esta pregunta? ¿Hay una respuesta correcta? La verdad es que solo lo sabré si doy el paso, si me arriesgo un día más. Nadie puede contestar esta pregunta por mi.

Algo en mí me dice que sí, me dice que soy lo suficientemente fuerte para soportar lo que viene, que puedo más de lo que me doy crédito. Entonces me levanto de mi silla y me digo a mi misma, tu puedes, me lo repito, me repito que soy increíble, y me doy aliento, saco pecho y hago mi pose de mujer maravilla, sonrío, aunque siento que me quiebro, aunque quiero llorar y meterme debajo de una piedra donde nadie me vea. Sonrío.

Hoy quiero decirte, que tú también debes decirte estas cosas, necesitas pararte frente al espejo, mirarte y decirte que eres maravillosa, que puedes lograrlo. Podemos mucho más de lo que nos damos crédito.

 

 

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No quiero vivir para el fin de semana

Hasta hace poco pensaba que tener mi negocio propio sería un viaje hacia la seguridad, hacia una entrada segura de dinero, hacia la independencia.

Ahora entiendo que el sentido de ser mi propia jefa es no tener miedo de fallar, es tener esa libertad de explorar lo posible, de crecer, para eso será necesario tener estrategias claro; pero saber que solo estoy limitada a mis propias creencias, ese es el principal objetivo, ser capaz de emprender el viaje, ser capaz de seguir caminando y aprendiendo.

No quiero una vida perfecta, segura. Quiero una vida en la que cada día cuente, en la que no viva para el fin de semana.

 

 

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El fuego

Los que me conocen saben que soy una de esas personas que cree con todo su ser en la magia, en los milagros y los ángeles, y en la mano de Dios en mi vida para bien, creo tanto en esto que tengo un tatuaje que me recuerda esto mismo. Aún así, mientras intentaba ser un adulto funcional, no lograba discernir como esa magia que ya había experimentado en otros aspectos de mi vida, podría revelarse en mi vida profesional.

Aunque es verdad que una parte mía es muy espiritual, otra es absolutamente práctica, escéptica y orientada a metas, por lo que cuando se trataba de mi carrera, no había logrado combinar estas dos partes de mi persona. Es más práctico hacer una lista de pros y contras que dejarse guiar por el universo.

Sin embargo, cuando más perdida me sentía, en medio de la oscuridad, pedí con todo mi corazón que se me mostrara el camino, y confié en que así sería. De pronto en mi vida profesional empezaron a pasar cosas que no tenían sentido, dejé todo lo conocido para empezar a trabajar de todos los lugares del mundo, en una cámara de comercio.

No entendía que era lo que estaba haciendo ahí, pero muy dentro mío sabía que era lo correcto, que tenía que aprovechar y aprender todo lo posible. Durante muchos meses tuve la oportunidad de distanciarme de mi antigua vida, y poco a poco empecé a entender porque Dios me había puesto ahí. Después de todo era exactamente lo que había pedido: un lugar en donde se apreciara mi trabajo, donde pudiera trabajar en equipo y ya no sola, que no fueran machistas y donde pudiera hacer los contactos que necesitaba para empezar en México.

Claro que no lo había pedido así como ahora lo escribo, pero es exactamente lo que deseaba, aunque no lo pudiera expresar. Lo que tampoco podía expresar era mi profunda nostalgia por Alemania y lo mucho que me negaba a dejar ir esa parte de mi.

Durante los meses de reflexión aprendí muchas cosas, algunas enseñanzas ya las he compartido, pero la más importante se cristalizó en los últimos meses, en los que de muchos lugares me llegó información valiosa para mi camino. La idea de la intuición no era algo desconocido para mí. Sabía que mi panza, esa sensación en el estómago que nos dice, esto no está bien, aunque a veces no sabemos porque, sabe mucho más que mi yo racional. Solamente no sabía como esa voz me iba a ayudar a conseguir lo que me había aludido durante muchos años, lograr establecerme en mi profesión.

A principios de año, siguiendo el consejo de mi coach, decidí que las palabras para este año serían confianza y diversión. La idea detrás de escoger una palabra, era que guiara mis desiciones de acuerdo a esa palabra, en mi caso palabras. Es así que empecé a hacerme estás preguntas cuando mi intuición me decía que algo no andaba bien. ¿Me estoy divirtiendo? ¿Confío en mi camino? ¿Confío en mis capacidades? ¿Confío en la mano de Dios en mi vida?

Así fue como empecé a afinar mi brújula interna, y tomé desiciones duras este año, desiciones que aún después de que sabía que las había tomado, no podía dejar de pensar que finalmente se me había aflojado un tornillo. Había por fin encontrado ese lugar que me daba una seguridad que no había conocido antes, y había logrado empezar mi maestría, pero algo me empujaba al abismo. Mi salud en deterioro y las cantidades masivas de estrés para mantener en coexistencia mis dos vidas terminó en un burn out espectacular.

Agobiada y enferma, podía sentir ese fuego dentro mío despertando y llamándome cada vez con una voz más fuerte, necesitaba confiar, y darme la oportunidad de dar el próximo paso, aunque significara dejar la seguridad que tanto me había costado encontrar.

Hoy voy confiada de la mano de Dios, y le pregunto a esa voz interior cada vez que voy a tomar una decisión importante, aunque sea de que color será mi nueva página web. A veces algo no fluye y lo dejo, confiando en que la respuesta está ahí esperándome, en el lugar menos esperado. Las dudas siempre están ahí, claro. Haber logrado afinar mi brújula solo me concede un poco de gracia a la hora de resolverlas.

Ya no llevo prisa, confío en mi camino y en que estoy encontrando mi voz en este mundo, estoy dejándome llevar a dónde no hay resistencia, donde puedo florecer, donde no necesito luchar.

 

 

 

 

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Como vivir en CDMX y no morir en el intento

Acabo de cumplir 2 años viviendo en Ciudad de México, y tengo que admitir que nunca me hubiera imaginado todos los retos que supone vivir en una megaciudad, aún después de viajar por diferentes países y vivir en diferentes ciudades, hay muy pocos lugares que se comparen a esta ciudad. Aunque aún pienso que no hay forma de prepararse para lo que es esta ciudad, aquí van mis consejos de supervivencia.

1. Ubicación, ubicación, ubicación

Después de haber vivido a 5 minutos a pie de mi trabajo y luego a 1 hora (si me iba bien) de la oficina, entendí que el lugar donde vives y trabajas definirá por mucho tu calidad de vida en esta ciudad. Vivir cerca de donde trabajas no es necesarios, más bien diría es esencial a tu salud mental, física y espiritual. La cantidad de horas que he pasado en el tráfico durante los últimos meses me hace sentir que envejecí solo de lidiar con el tráfico. A las 6:30 de la mañana, hora gloriosa en la que estaba subiendo a Mordor (Santa Fe) ya el tráfico hace que avances por Av. Constituyentes a 5km/h.

También quieres considerar que donde vivas debe ser un lugar “relativamente” seguro y de preferencia con buena conexión al metro, o metrobus. Tener una parada de metro cerca puede hacer tu vida mucho más fácil. Santa Fe y Polanco son esos lugares que son dominados por los autos, así que es mejor que te acostumbres.

Si pueden trabajar desde casa, creo que esta es la mejor opción. Habiendo pasado por todas las otras opciones, esta es la que funciona mejor para mi.

2. Hay gente en todos lados

Si lo tuyo no son las multitudes, piensatelo 2 veces antes de venir a vivir aquí, somos muchos, y con muchos me refiero a 21 millones de personas, siendo la 9na ciudad con más aglomeración a nivel mundial. Aquí hay que llenarse de valor y de paciencia al salir a la calle. Una de mis amigas me visitó el año pasado y la pobre no podía creer que tenía que hacer fila, por todo. Si de casualidad te da por ir al centro en fin de semana, podrías ser arrastrado por el río de gente entre la calle Maderos y el Eje Central. Aquí una fotito para que se hagan a la idea.

Si tienen claustrofobia como su servidora, evitarán el transporte público en hora pico. Pero si no les queda de otra, prepárensen para aventarse, (lanzarse) para poder subir al metro, o metrobus, y renuncien a eso que le llaman espacio personal, también no lleven maletas abultadas, podrían quedarse atorados y pasar su parada.

Lo intenté una vez y me dió un ataque de pánico.

¿ Ya les dije que la hora pico empieza a las 6:30 de la mañana? No me pregunten a que hora acaba, estoy sospechando que no acaba hasta las 10 de la noche… a menos de que sea Diciembre… en fin.

3. Comer en la calle

Para ser chilango hay que tener estómago de acero, si acaban de llegar, les recomiendo no comer en los puestos callejeros, la venganza de Moctezuma es real y hará que se quieran arrancar las entrañas. Entre si te da colitis, gastritis o de plano una infección intestinal también es necesario comer el picante con mucho recelo, las salsas verdes suelen ser las más malévolas, prefiere las salsas rojas, o los chiles toreados. Cuando preguntes si algo pica, entiende que muy picante, significa que no te lo vas a poder comer y te va a hacer un hueco en la lengua. Si pica poquito a lo mejor y lo toleras, mejor pide tu comida sin picante y pide salsa aparte.

Después de varias malas experiencias en el departamento de las salsas, identificamos los lugares en los que las salsas están buenas y en los que no. Si es un restaurante con más caché, no hay mucho de que preocuparse, pero por seguridad pedimos la comida a domicilio sin salsa y le ponemos la casera que tenemos aquí.

4. Distancias

El chilango promedio tiene una noción de que es lejos y que es cerca que no dejaba de sorprenderme en mis primeras semanas, cuando preguntaba si estaba lejos o cerca y la respuesta casi siempre era que estaba cerca, pero para mi eso era ya lejos. 30 min en auto es cerca, 2 a 3 horas es lejos. Para que se hagan una idea. Es así que en a mi casi todo me queda cerca, claro, sin tráfico, vivo muy central en la colonia Narvarte, pero gracias al tráfico un traslado de 30 min puede demorar 2 horas.

La ciudad parece que no termina nunca, y se extiende en todas direcciones, cuando de pronto ya saliste de la ciudad y te encuentras en el Estado de México, que tampoco tiene fin.

Como dije al principio, vivir cerca de donde trabajan es vital.

5. Las quesadillas

No me pregunten porque, pero aquí las quesadillas también pueden no llevar queso. No se sorprendan cuando les pregunten si quieren su quesadilla con o sin queso.

6. Clima

Me encanta el clima de esta ciudad, tenemos 4 estaciones, aunque no se sienten de forma tan extrema. A partir de mayo, mes en que empieza a llover y hasta octubre aproximadamente, es recomendable llevar un impermeable o paraguas a donde sea que vayas. No importa si la aplicación del clima dice que habrá sol todo el día, de pronto puedes encontrarte en medio de una tormenta, que te arranca los calzones si no te los agarras bien. Después de lo que parece el fin del mundo con granizo, nuestra ciudad vuelve a tomar su condición de lago, pero no se preocupen, media hora después el sol sale.

7. Calidad del aire

No es por espantarlos, pero la calidad del aire en esta ciudad es regular o mala, tóxica en algunos momentos. No a todos les afecta tanto, pero si como yo sufren de problemas con sus vías respiratorias, podrán sentir más que una incomodidad, quedarse sin aire no será tan raro. La contaminación tiene efectos secundarios que uno a veces ni se imagina, como estar cansado todo el tiempo, dormir mal, y por ende estar más cansado, además de ser más propensos a enfermarse.

Para contrarrestar un poco de esta situación, he tenido que recurrir a dormir sin excepción con un purificador de aire, noté como después de comprarlo, volvía a levantarme con energía; también tengo instalada una aplicación en mi celular que me indica la calidad del aire, así si debo salir de casa me llevo un tapabocas para que me ayude un poco y lo último que compré fue un purificador de aire personal y portátil. Es la cosa más bonita del mundo y estoy segura de que mis pulmones lo apreciarán.

La Ciudad de México es uno de los lugares más divertidos para vivir, y los chilangos seguro sobreviviremos a cualquier cosa, cual cucarachas.

Dicen que lo que no te mata, te hace más fuerte. Esperemos que sea así.

 

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Tercera Iteración

Hace unos días escribía sobre mi proceso creativo, y mientras más lo pienso, más me doy cuenta de que la vida es un proceso creativo. Hoy en día el estigma de fallar se está perdiendo, cada vez hay más gente exitosa que habla de sus experiencias negativas y como sin ellas no habrían logrado el éxito. No hay forma de que todo salga perfecto la primera vez. Hay que lanzar esa idea al mundo y confiar en su propósito.

Por mi parte he tenido una buena cantidad de caídas y tropiezos, unos más grandes que otros, a veces me he juzgado mucho y no me he dado el crédito necesario. Me hubiera encantado que todo saliera bien la primera vez. Cuando fallar es inevitable, ¿cómo le sacamos el mayor provecho?

Prepárate mentalmente

Vas a fallar, así que lo mejor es no ser demasiado duro contigo mismo. Esto a mi me cuesta todavía mucho.

Mantén la mente abierta

Nuevas oportunidades surgen de los lugares menos esperados.

“El ave fénix necesita quemarse para nacer.” – Janet Fitch

A veces lo mejor que nos puede pasar es fallar, llegar al fondo, tomar distancia, perspectiva y volver a empezar de cero. Esta es tal vez una de las lecciones más duras que he tenido que aprender, pero también una de las más satisfactorias, porque en vez de mirar mis errores como el final del camino, ahora entiendo que son parte del mismo.

A veces nos tenemos que perder para encontrarnos.

Sé flexible

Como el bambú, me dice mi mamá. sé flexible como el bambú. Esta flexibilidad mental te ayudará a lograr acoplarte mejor a nuevas situaciones, a olvidarnos de esquemas antiguos y prejuicios. Si podemos entender a los que están a nuestro alrededor y nos adaptamos rápido, no batallaremos tanto cuando las cosas no salen como nos gustaría.

Honestamente, ser flexible es lo que me ha permitido mutar y encontrar diferentes facetas en una misma identidad, sin aferrarme demasiado a lo que pensaba que funcionaba. Si algo no funciona, cambia, muévete, prueba algo nuevo, no te aferres a lo que ya no es.

Se creativo para llegar a tus metas

Creo que una de esas cosas que se mal entienden cuando dan el consejo de ser flexible y mantenerse con la mente abierta es pensar que vamos a dejar nuestras metas. La verdad es que hay muchas formas de llegar a un mismo resultado, y podemos decidir explorar un camino menos transitado, tener el valor de alejarnos de las convenciones, para llegar a nuestra meta, de nuestra forma.

Si alguien me conoce, sabe que cuando una idea se me mete a la cabeza, llegaré hasta las últimas consecuencias. Esto a veces significa intentar disparates y locuras, pero ese camino que a nadie se le ocurre es perfecto para mis objetivos. Cada uno tenemos un camino único. También hay que recordar que nos vemos todo el tiempo bombardeados por historias de éxito instantáneo, eso muy pocas veces es cierto. Detrás de cada historia de éxito hay mucho más de lo que la gente cuenta.

Siente los momentos difíciles 

Ser vulnerable, que difícil, que necesario también. Las mayores lecciones las encontramos cuando estamos de rodillas. Se vale llorar. Necesitamos sentir lo que sea que nos suceda para poder aprender de ello.

Tómatelo con una pizca de humor 

La risa pone todo en perspectiva, recuerda: todo es temporal.

Apóyate en tu comunidad, familia y amigos 

Nadie en este mundo lo logra solo, no tienes que saberlo todo, ni hacerlo todo. Yo siempre quiero ser mujer maravilla y me da pena pedir ayuda, pero es una tontería, y he decidido que mi orgullo no se interpondrá en mi camino.

Haz una lista de las cosas que ganaste, las lecciones y lo que quieres cambiar.

Enjuaga y repite.

 

 

 

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Siesta = vaguería?

Son las 3 de la tarde, después de la comida me siento pesada, como de costumbre los ojos se me están cerrando. Durante muchos años me sentí culpable de sentirme así; cuando estaba en la universidad, las clases justo después de la comida eran insoportables, y mantener los ojos abiertos era una tarea titánica. Al salir de la universidad empecé a trabajar en casa, ahí descubrí que podía acostarme y cerrar los ojos unos minutos en las tardes. Los minutos pasaban muy rápido y de pronto despertaba 40 minutos después, sintiéndome muy culpable.

Mientras trabajé a más de una hora de mi casa, al regresar a casa en el taxi, a veces tampoco podía evitar dormirme, obviamente como era el final de mi día productivo no me sentía ya culpable, y tomando en cuenta que me levantaba a las 5 de la mañana, no me preocupaba mucho.

Apenas tengo unos días de regreso a trabajar desde casa y he tomado una actitud diferente con mis siestas, sobre todo al descubrir que grandes pensadores como Winston Churchill, Leonardo Da Vinci, Salvador Dali, o J.F. Kennedy tenían la costumbre de tomar siestas. Resulta ser que tomar una siesta en la mitad del día o varias micro siestas durante el día, puede ser altamente beneficioso.

Tomar siestas ayuda a reducir los niveles de estrés, aumentar la concentración, estar más alerta y hasta mejora nuestra memoria.

Esta es una de las grandes ventajas de trabajar desde casa. Hoy en día he logrado hacer las paces con mis ganas de cerrar los ojitos. En lugar de obligarme a mirar a la pantalla y concentrarme (con malos resultados), me acuesto 20 minutos, de forma que no alcanzo un sueño demasiado profundo. Cuando me levanto un poco somnolienta, me preparo un café y vuelvo a trabajar.

Increíblemente esta rutina me da 2 a 3 horas más de trabajo completamente concentrado, no siento que estoy peleando con mi naturaleza y soy mucho más eficiente, lo cual me hace sentir genial, porque quiero sacarle el mayor provecho a cada día. También soy más feliz, porque me siento fresca y tranquila.

Este es solo uno de los pequeños ajustes que he hecho en mi estilo de vida para ser una persona menos estresada, más productiva y más feliz. Estoy aprendiendo a escuchar a mi cuerpo, a aceptar los días en que no soy tan productiva, a confiar que estoy haciendo lo mejor posible, aunque se me cierren los ojos y quiera descansar.

Si no puedes tomar una siesta en el trabajo, puedes cerrar los ojos 1 minuto y respirar profundamente, este es el ejercicio que hacía durante el día en mi oficina. No es lo mismo que tomar una siesta, pero te ayudará a relajarte un poco.

Como dicen, descansar sí, desistir nunca.

 

 

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Mi proceso creativo

Desde febrero de este año comencé mi maestría en la Universidad Autónoma de Barcelona en Estrategia y Creatividad Digital. Sobra decir que estoy encantada con todo lo que estoy aprendiendo y con volver a ser estudiante. Además de que soy una nerd amante de la lectura, estoy disfrutando mucho aprender sobre creatividad publicitaria aplicada a lo digital. En una de nuestras clases nos dieron una tarea que me gustaría compartir con ustedes: dibujar nuestro proceso creativo. No soy la mejor dibujando pero creo que logré en una sola imagen explicar como sucede esto de crear ideas.

Normalmente empiezo pensando en la manera más sencilla de resolver el problema, pero estas no son las mejores ideas, poco después me daré cuenta de que debo indagar más en mi idea y tendré que pasar a pensar en acercarme al problema desde otro ángulo, puede ser que funcione, puede que no. La tercera idea o la tercera iteración de una idea suele ser lo mejor. Aunque parezca un proceso muy linear  a veces puedo estar con una idea en la cabeza durante días, y solo cuando la dejo en paz y me relajo, finalmente doy con la idea.

Hace unos días me decidí a crear de nuevo arte digital, traía una idea de combinar uno de mis retratos con algo más, solo porque tenía ganas de experimentar. Aprendí que la creatividad es un músculo que si no se ejercita se debilita, así que volví a mis andadas. Aqu í les muestro 3 imágenes del proceso en ningun orden específico, la imágen que me convenció la pueden ver en mi perfil de Instagram.

Ya me dirán si les gustó.

Con toda honestidad pienso que es importante aprender a jugar de nuevo, a probar cosas sin miedo de que no vayan a ningún lado. Creo que cuando crecemos, pensamos que debemos hacerlo todo perfecto, que no hay espacio para los errores, pero la creatividad vive de estos juegos en los que lanzamos ideas sin miedo, en los que nos damos la oportunidad de pensar en cosas “locas”. Adivinen que, las mejores ideas son las que son valientes, las que la gente piensa que no son normales. Perfecto es aburrido, no memorable.

¿Cuál es tu proceso creativo? ¿En qué estas trabajando/divirtiéndote ahora? Me encantaría que me lo compartas.

 

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Allá en el país de las maravillas

Siempre quiero regresar a Ecuador, el país de las maravillas. Esa tierrita amada, llena de personajes increíbles, de paisajes verdes, de montañas, valles y ríos. Ahí voy a sanar, a recargar energías, a volver a soñar. Debe ser la tranquilidad, esa sensación de que todavía todo está por descubrirse. Hoy extraño a mi país ecuatorial, donde lo extraño es parte de lo cotidiano.

 

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Hasta siempre

Hoy despedimos a mi abuelito Guillermo, hoy tengo el corazón partido y los ojos hinchados, segura de que el dolor que siento es solo tan grande como el amor.

Durante muchos años mi abuelo no fue parte de mi vida, recuerdo que al ser muy pequeña nos visitó alguna vez, mis recuerdos de esa época no son muy claros. No pregunté por qué dejamos de verlo, pero me alegré mucho cuando volvió a ser parte de mi vida cuando era adolescente. Fue entonces que yo estaba empezando a escribir. Recuerdo haberle enviado los primeros capítulos de mi novela, tenía 15 años. Recuerdo que fue la primera persona que me hizo sentir que estaba haciendo algo importante, recuerdo su entusiasmo por esos primeros pasos. El creía en mi.

Tal vez el siempre vio algo en mi que ni yo misma podía ver. Durante esos primeros años que nos empezamos a conocer recibí muchos libros como regalo suyo, libros siempre grandes, de mil páginas, de esos que me hacían llenarme de orgullo cuando los terminaba de leer.

Ahora que me encamino en una nueva aventura sé que el me entendería, no pude ya decirle de mis planes, ni escuchar sus consejos, no sé si le dije lo suficiente que lo quería, dejé que el día a día se interpusiera en hacerle esa llamada para contarle. Me da orgullo decir que voy a seguir sus pasos y a emprender, porque soy la nieta de un emprendedor, de un guerrero. El siempre será parte de mi, su voz y su risa se quedarán en mi memoria y me llevo sus enseñanzas para el resto de mi vida.

La muerte nos recuerda lo importante que es vivir el ahora, decir te amo, eres importante para mí. No dejar pasar los días, las semanas o los años para hacer las cosas que nos hacen feliz. Empiezo un nuevo camino, tal vez ahora con mucho más seguridad de que es la decisión correcta, porque lo único seguro es que un día ya no estaremos.