Cuando algo tan fuerte como un terremoto de 7,8 golpea a tu país, aunque uno no sufra daños materiales o personales, de pronto vemos la vida con ojos muy diferentes.

Esta última semana después de la tragedia que ha golpeado a muchas ciudades ecuatorianas he tenido tiempo de pensar y de reflexionar.

Vivimos en una sociedad que nos presiona constantemente a ser algo, a tener un propósito o un proyecto y todo tiene que ser resuelto de forma inmediata. Tomarse tiempo, meditar, disfrutar de la vida, eso es para los hippies ricos que pueden tomarse años sabáticos.

La verdad es que la vida es imperfecta, yo soy imperfecta, no tengo todas las respuestas. A la final tomarse tiempo para agradecer por lo que tenemos y disfrutar el hoy y el ahora es lo mejor que podemos hacer.

Es fácil perder perspectiva de las cosas importantes, es fácil concentrarse en analizar, planear y conseguir resultados, pero cuando dejamos de ver lo que tenemos en este momento, si dejamos de apreciar el día de hoy, es fácil sentirse exhaustos, descontentos, impacientes, etc.

Hay gente en mi país que lo perdió todo, y yo que lo tengo todo, no lo veo, de pronto está claro eso. Yo lo tengo todo. Hay dificultades, claro, hay retos y metas que cumplir, uno puede ser siempre mejor, pero en el gran esquema de las cosas, lo tengo todo.

Me he sentido triste no sólo por la tragedia que estamos atravesando sino porque sin querer perdí la perspectiva de las cosas importantes.

Creo que mucha gente ha despertado con esta tragedia, yo incluída. La tierra nos sacudió y parece que de más formas de las que nos esperábamos.