Me encanta la ciudad cuando está así, luminosa y el aire se siente ligero. No hay prisas, estamos todos más relajados, más optimistas.
Este 2018 he aprendido pocas cosas, pero muy específicas y poderosas. Perdí también a un ser querido muy importante, y la vida me devolvió a otra familia olvidada.
Lo femenino tiene su encanto, pero también su poder
En mi universo hasta ahora había de dos o te convertías en una mujer disfrazada de hombre, o usabas tu sensualidad para sacarle provecho a ciertas situaciones. Hoy veo que puedo sentirme segura en mi feminidad, en un vestido y tacones, con mi pelo rizado al aire, y juntarlo con el mundo de los negocios. Supongo que en la energía del movimiento femenino actual me ha hecho reconsiderar ciertas cosas, y darme mi lugar, rizos al aire y todo.
Me siento capaz de todo lo que me proponga, sin cambiar ni un pelo de mi cabeza.
Ni aunque te pongas, ni aunque te quites
El tiempo se ha sentido como algo que derrotar, algo contra lo que siempre he estado batallando. Muchas veces la expresión “perder el tiempo” me vino a la mente al tomar desiciones, y aunque en lo general no creo que se puede perderlo, tal vez si sentía esta necesidad de que todo sucediera ya, hoy. No mañana, no pasado, HOY.
Pero es un esfuerzo fútil, todo tiene su tiempo, y parece que todo tarda mucho, demasiado. Creo que este año hice la paz con eso, con mis tiempos, y lo que tomarán mis proyectos. Cuando tu cabeza está llena de ideas, quieres darles vida, pero a veces hay que esperar al momento correcto, a poder darles la atención necesaria. Fue difícil en el pasado, pero ahora solo se siente como el flujo de la vida. Cuando te toca, ni aunque te quites y cuando no, ni aunque te pongas.
Hoy sé que tengo todos los minutos, horas y años del mundo para todo, que el tiempo ya no es algo que me restringe, es algo que se acomoda a lo que necesito.
Menos es más
Este año me dió mi segundo burn out de mi vida, pensé que lo tenía todo bajo control, pensé que podía combinar mi vida laboral, mis estudios, mis proyectos personales y empezar una empresa. Bastante irrealista ahora que lo pienso. Así que en marzo toqué fondo, y empecé a decir no. No a un trabajo que aunque me había enseñado mucho, ya no cumplía su propósito, no a empezar una empresa en un momento en el que no podía dedicarle mi energía completa, no a nuevos proyectos personales, para poder concentrarme en lo único que no podía postergar: mi maestría.
¡Hoy tengo ya mi plan para el 2019! Me encanta hacer un mapa para cada año, y este año hay menos cosas en mi lista, hay cosas que tengo ahí, pero que he puesto sin presión. Solo hay 4 cosas que quiero hacer este año que viene. Una por cada 3 meses. Y eso está bien.
Divertido pero no para morirse de la risa
Este año mis dos palabras fueron confianza y diversión. Dios, no sabía que había sido tan ambiciosa. Lo primero, la confianza lo fui trabajando cada día un poco, pero la diversión….Cada vez que me preguntaba si me estaba divirtiendo, la respuesta era no. No me la estaba pasando bien, en ese sentido de reírme todo el tiempo, y este último mes, me di cuenta, que lo estaba viendo desde una perspectiva infantil.
Claro que podía divertirme, pero algo divertido ya no era siempre tema de risa, a veces era sentarme y conjurar una nueva historia, emocionarme por los avances en mi tesis, tener una conversación profunda con una amiga, dejarme llevar a un viaje inesperado y disfrutarlo. No, tal vez no me rio como antes, pero el chiste es sentir la vida, sentir profundamente, a veces eso es risas y a veces son los momentos de contemplación. De vez en cuando encontrar razones para ser como niños, descubrir nuevas cosas, probar tonterías, y sentirnos en general ligeros.
¿Qué aprendiste de este 2018? ¿Ya tienes tu plan para el 2019?