Si he tenido una relación intensa con una ciudad, definitivamente ha sido con esta. Hay días en que amo el movimiento, las posibilidades, la diversidad; hay días en que odio la cantidad de gente, la contaminación, el tráfico. Pero si hay algo que puedo garantizar es que aquí no te puedes aburrir.
Yo he tenido más de un día en CDMX, pero después de algunos meses y algunas visitas de amigos, me encantaría que recorras la ciudad de mi mano.
Acabamos de aterrizar en CDMX son las 6 am, puedes hacer ya chistes de que tus maletas seguro están atoradas en el tráfico, y preguntarte por el puesto de tacos más cercano. Al salir del aeropuerto ya sea con taxi seguro o con cabify, uber, etc, nos dirigimos al centro de la ciudad, donde lo colonial, lo indígena y lo moderno se juntan.
Llegamos a una de las plazas más conocidas de México, el Zócalo. El Zócalo en su mayor esplendor es una plaza enorme con la Catedral Metropolitana de un lado y el Palacio Nacional del otro. Muy temprano en la mañana está casi vacía, digo casi porque esta ciudad nunca se vacía realmente. Nos empieza a dar hambre y caminamos hacia un restaurante que nos dará una de las mejores vistas del centro.
El restaurante “El Mayor” tiene comida típica mexicana y una gran vista al Templo Mayor. Después de unos chilaquiles para desayunar y un buen café oaxaqueño, podemos continuar nuestro tour hacia lo que es uno de los edificios más icónicos de la ciudad.
Bellas Artes. Para los que gusten de apreciar la arquitectura quedarán maravillados de este palacio hecho de mármol blanco de Carranza que combina el estilo Art nouveau y Art decó.
Continuamos nuestro camino por la Alameda Central, las calles se van llenando de gente que llega a sus lugares de trabajo, o a los comercios de la zona.
Finalmente llegamos a Paseo de la Reforma, la avenida más emblemática de CDMX.
Siguiendo por Reforma encontraremos uno de los lugares icónicos de la ciudad: El Ángel de la Independencia. Esta parada es obligatoria.
En el interior del pedestal se encuentra la zona de urnas, a las cuales se accede por un pasillo que recorre todo el perímetro, que es cerrado por dos puertas de bronce y hierro en las cuales tienen resaltada la palabra Gloria.
De aquí nos lanzamos por uno de los puestos callejeros, como este que está a las afueras del museo de Antropología. La variedad de la comida mexicana es algo que nunca nos decepciona. Los puestos callejeros son siempre una opción, pero hay que tener cuidado con las salsas, por picantes y por que son lo que usualmente nos enferma del estómago.
Después de una buena comida podemos disfrutar del resto de la tarde en Chapultepec, que es uno de mis lugares favoritos de la ciudad, aire más fresco, naturaleza.
Podemos decidirnos y visitar el museo de arte moderno, caminar hasta el Castillo de Chapultepec, perdernos por horas en el museo de Antropología, o incluso encontrarnos con unos Voladores de Papantla.
Al final del día estaremos exhaustos, pero habremos tenido una probadita de lo que es la Ciudad de México.