El 6 de enero del 2016, después de muchos años de estar juntos mi ahora esposo y yo nos dimos el sí en el caribe mexicano, rodeado de un grupo de gente muy especial para nosotros. No quise publicar mucho sobre mi boda antes por que ha sido algo muy personal, pero ahora creo que podría ayudar a alguna novia que quiera lanzarse a la aventura de planear su boda lejos de donde vive.
Pero antes de contarles del día maravilloso y espectacular que tuvimos quiero compartir lo que consideramos antes de empezar a planear un día muy especial.
Empecemos por la parte que nos hizo considerarlo en primer lugar.
En un principio lo que nosotros queríamos era algo sencillo e íntimo para compartir con nuestra familia más cercana y nuestros mejores amigos. La idea de hacerlo menos formal nos hizo pensar que una boda en la playa sería perfecta. Al no vivir en una ciudad costera supimos que debíamos empezar a buscar un destino para nuestra boda.
El mayor atractivo era poder compartir lo que mi esposo y yo amamos hacer: viajar y conocer nuevos lugares. La boda sería no solo un día sino una gran experiencia para todos los que nos acompañaran. También nos gustaba la idea de no tener una boda tradicional y de hacerla a nuestro gusto.
Con esto en mente buscamos un destino que se acoplara a nuestro presupuesto y a las facilidades de que todos llegarán a ella. Obviamente primero pensamos en una boda en las playas de nuestro lindo Ecuador, el único problema era que además de no haber muchos hoteles con ofertas también los costos eran bastante altos.
La segunda opción fue inmediatamente México, el país donde nací, al que le debo la mitad de mi identidad. Dado que mi esposo ama México no fue difícil la decisión. A pesar de que al principio la Riviera Maya se veía un destino caro, encontramos muchas ofertas de diferentes precios y finalmente encontramos un hotel que nos cobraría en pesos mexicanos y que nos daba exactamente lo que necesitábamos (más en el siguiente post).
Gracias a Dios ahora existe el internet y pudimos organizar todo vía e-mail!
Al empezar realmente a planear nos dimos cuenta que una boda de destino toma mucho más tiempo para planear que una boda normal. Nosotros lo logramos en 9 meses, pero no se lo recomendaría a nadie. Para ser honesta les recomendaría por lo menos 1 año a 1 año y medio.
Otra de las cosas que deben considerar es que los invitados necesitan mucho más tiempo y presupuesto para poder atender a su boda, por eso deben avisarles lo más pronto posible. Las invitaciones pueden esperar un poco pero hacerles saber con una llamada que están planeando casarse fuera de la ciudad los ayuda a empezar a planear, avisar en sus trabajos, ahorrar dinero, etc.
Una boda de destino probablemente sea una boda pequeña. Si lo que quieren es una boda grande con todos sus amigos les recomiendo no hacerlo de esta forma; aún estando en la misma ciudad no todos pueden atender a la boda, con una boda de destino deben de invitar a más gente de la que tienen planeada, la mitad de los invitados probablemente no puedan ir.
También una boda de destino implica tener mucha confianza con los proveedores de la boda y muchas horas de búsqueda en internet, al no estar presentes físicamente en la ciudad donde será el gran día hay muchas cosas que no podrás controlar.
A pesar de todos los retos que presentaba una boda de este estilo sabíamos que era lo correcto para nosotros, nunca consideramos realmente una boda tradicional.
En los próximos días seguiré escribiendo de esta experiencia y de los proveedores que me ayudaron a que todo saliera como lo habíamos planeado.
¿Han considerado una boda de destino?
Fotos de Cancún y de Xcaret