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Ser mujer, ser artista. Retos de una sociedad machista

Cuando me propuse contar historias a través de un lente, nunca pensé en el mundo en el que vivimos. Escogí mi carrera, medios audiovisuales, porque sentía esa necesidad de expresarme, de entregarle al mundo esos mundos que existen en mi.

Mi profesión como muchas otras está dominada por hombres, a veces justifico esto diciendo que es algo obvio, dado que se necesitan, a veces, músculos y resistencia física. Mientras la anatomía masculina presenta algunas ventajas, no parece ser razón suficiente para que una mujer no haga el mismo trabajo.

Mientras estudiaba tenía aproximadamente 50 compañeros, y no se veía una brecha mayor entre hombres y mujeres, los semestres pasaron y empezamos a especializarnos. Al llegar al 4 semestre, en el que realizábamos nuestro proyecto práctico más importante la brecha empezó a ser evidente. De un equipo de 11 personas, 4 eramos mujeres. De las 3 que estabamos estudiando medios audiovisuales (la otra muchacha era parte de un intercambio) dos de nosotras nos hicimos cargo de la producción, y una de ellas intentó meterse al equipo que hacía dirección con el resultado de que terminó haciendo casting y vestuario.

Por mi parte fue la primera experiencia en que tuve a cargo a todo un equipo, en el set y fuera de él. Mientras mi compañera se ocupaba mayormente de auspicios, cuentas bancarias, contratos, etc; yo me concentré en organizar al equipo, siendo la primera en llegar al set y la última en irme. Ser directora de producción en el set no fue un trabajo que se me dio sin peros, mientras estuvieron felices de dejar la parte financiera a las mujeres, el trabajo de dirigir todo el equipo era otra cosa. Tuve que defender mi posición alegando que yo era la más capaz del trabajo ya que conocía todo el plan de producción, y había entre otras cosas visitado las locaciones, buscado al resto del equipo, etc. Finalmente el profesor a cargo del proyecto tuvo que intervenir y darme la razón, muy a pesar de algunos miembros (masculinos).

Meses después mientras trabajaba en una productora, empecé a notar un cambio significativo. En una empresa en que las mujeres éramos más empezaron a contratar más hombres, y lo que es peor a veces en cargos de jerarquía mayores a los de mujeres que ya estaban más tiempo en la empresa.

Es un mundo de hombres. Aparentemente las opiniones femeninas son descartadas con rapidez y somos vistas como el sexo débil por nuestra apariencia, aunque en la práctica seamos más fuertes, emocionalmente, psicológicamente. En mi area las mujeres son cada vez más, pero todavía no llegamos a ser reconocidas. Apenas hace algún tiempo Kathryn Bigelow, ganó el primer Oscar para una mujer por mejor dirección. Supongo que es un pequeño logro.

He continuado mi vida y sigo encontrando ejemplos como este todo el tiempo, me siento a veces impotente. Me resisto a dejar mi esencia femenina para poder ser reconocida en un mundo masculino. Me gusta el rosa, huelo bien, y tengo una estética delicada, si estas cosas son contras en mi profesión hoy, espero poder poner mi granito de arena en el mundo para las mujeres que vienen detrás de mi. Espero que las mujeres sean respetadas por el tamaño de su talento, que sean reconocidas por sus fortalezas. Quiero avanzar haciendo lo mío sin esconder que soy una mujer, con todo lo que eso conlleva.

Sé que mis años en Alemania me han enseñado a no mostrar debilidad, y a no dejarme de los demás, pero puede ser que tuviera que aguantar cosas que un hombre, no hubiera tenido que soportar. Las lágrimas no son permitidas.

freelancer_mujer_retos Foto: Patricio Cano

 

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