En poco tiempo cumpliré mis primeros 6 meses en Ciudad de México. En 6 meses he visto muchas cosas de la ciudad, pero en realidad no he visto nada. Llegar a esta ciudad en este punto de mi vida tal vez era exactamente lo que necesitaba.
Vivir en una de las ciudades más grandes del mundo (21 millones de habitantes y contando) tiene sus ventajas. Después de vivir en ciudades relativamente pequeñas por los pasados 28 años de mi vida hay que acostumbrarse a que aquí siempre hay gente en todos lados, y parece ser una de esas ciudades que no duermen y no descansan nunca. He salido temprano en la madrugada a trabajar y había gente, y me he quedado hasta tarde con amigos y hay gente. De hecho a las 6 de la mañana parece ser un tiempo interesante, donde se cruzan los que se quedaron de parranda toda la noche y de los madrugadores.
La gente en México trabaja mucho, o por lo menos pasan mucho tiempo en sus trabajos (horas nalga les dicen). En los últimos meses he trabajado hasta pasada la media noche, sábados y domingos, en la madrugada y así. Parece que hay una epidemia a nivel mundial de estar disponible a cualquier hora del día, pero nunca había tenido una experiencia tan extrema. He tenido dos trabajos, conseguido un departamento, amoblado toda una casa, empezado un diplomado master en cinematografía y además lancé un canal de Youtube. (Hasta escribir esa oración me hizo sentir mareada).
La comida en esta ciudad es de las mejores cosas y una de las razones por las que probablemente no caí muerta de cansancio. Puedes comer casi cualquier cosa que se te antoje, hay de todos precios, para todos los gustos. Solo en mi vecindario tengo acceso a tacos, hamburguesas artesanales (para morirse), antojitos de Yucatán, pizza estilo gringo (baratísima y buenísima), comida italiana, tacos árabes, y hasta un restaurante de comida alemana. Pero sorpresa, no he tenido los mejores hábitos alimenticios, con consecuencias no muy buenas.
Uno no puede aburrirse en esta ciudad, es genial, me encanta, todo lo que se puede hacer, todo lo que quiero ver. Solo esta semana estuve en la Cineteca Nacional, un lugar maravilloso, sacado de mis sueños aparentemente, cine independiente, nada de cosas hollywodenses sin fondo, a precios tan asequibles que podría vivir ahí, un lugar donde además de la selección de películas tienen pequeños cafés y tiendas de cine.
Hace no mucho se filmó una película de James Bond en el Zócalo y con algunos de los props de la película se organizó ese noviembre un desfile precioso de día de muertos. Gente y más gente simplemente celebrando la vida y la muerte. Hasta tuve mi transformación en catrina por 5o pesitos.
Así que después de tanta diversión y tanto trabajo y tantas semanas sin parar, caí casi muerta hace unos días. No podía levantar ni la cabeza de la almohada. Me sentía como si un huracán me hubiera pasado por encima. Claro el huracán llamado Ciudad de México.
Y después de todo esto estoy contenta de haber dado el salto y haberme arriesgado. Desde el 9no piso puedo ver toda la inmensidad de esta ciudad. Me he dado cuenta que si quiero seguir en esta carrera tendré que detenerme. Sí eso detenerme y cuidar de mi misma. Durante los próximos meses continuaré con mi canal de Youtube para mujeres creativas, y pondré las bases de lo que espero sea en unos años mi principal fuente de ingresos, empezaré oficialmente a ofrecer mis servicios de producción de video en algún momento…
La lección de estos meses ha sido clara, el cambiar de ciudad no arregla los problemas, solo los vuelve más visibles. Claramente tengo una tendencia a excederme y en esta ciudad no ha sido nada difícil.