Cierro los ojos, puedo escuchar voces, sonidos del bosque, pajaros. Silencio. Una calma que no había experimentado hace días, meses. Hoy tengo tiempo de aburrirme.
El teléfono está en modo de avión, no hay internet. Me he desconectado y no me sorprende cuando siento esta sensación de bienestar.
Los últimos meses han estado llenos de experiencias, de retos, de días largos. Mis sueños han quedado relegados a las tareas del día a día. Hoy tengo claro algo.
Me quiero aburrir. Quiero aburrirme porque eso significa poder encontrarme conmigo misma, saber que es importante. Quiero aburrirme porque entonces todo el movimiento habrá cesado, tendré calma, esa calma de donde los sueños nacen. Quiero aburrirme y encontrar a mi mente divagando por nuevos universos inventados. Quiero aburrirme y saber que puedo disfrutar tener los pies en la arena. Quiero aburrirme y darme cuenta que una taza de café caliente y meterse bajo la cobija es todo lo que necesito para ser feliz.
He aprendido, casi sin querer, que la creatividad nace de esos momentos de ocio, que la creatividad no puede surgir de una mente perturbada por listas de tareas interminables, por el sentimiento de saber que siempre, siempre hay algo QUE hacer.
¿Dónde queda el espacio para jugar?
Quiero aburrirme e inventar nuevos juegos, quiero tener la oportunidad de crear.
El espacio que me llena esta hecho de esos momentos, en donde no hay nada y donde todo puede pasar…
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